La escalada del conflicto comercial entre las dos mayores economías del planeta se sigue con preocupación, ya que la economía mundial se verá afectada y el enfrentamiento amenaza también a los europeos, que podrían quedar atrapados entre ambos frentes.
"Estados Unidos ha provocado esta guerra comercial", dijo el portavoz del ministerio de Comercio Gao Feng, en Pekín. Su país, añadió, no se doblegará ante "amenazas y chantajes". "China se ve obligada a devolver el golpe", añadió. El país defenderá sus intereses.
Además, para hacer frente a las difícilmente calculables consecuencias de la disputa comercial en los mercados de valores y de divisas, el banco central del país y la comisión de valores ya han organizado planes de emergencia.
Los aranceles estadounidenses entrarán en vigor en la medianoche de Washington (el viernes a las 04:00 GMT)y las contramedidas chinas, poco después.
Tras una primera ronda podría registarse otro endurecimiento del conflicto, ya que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidirá a mediados de julio sobre la imposiciòn de tarifas a productos chinos por valor de otros 16.000 millones de dólares, que comenzarían a aplicarse en agosto. El mandatario justificó esta medida alegando el robo de tecnología.
En respuesta a la represalia china, Trump amenaza con aranceles adicionales de un 10 por ciento en otros productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares.
En total, ello supondría la mitad de todas las importaciones de China en Estados Unidos. Por ahora se desconoce si Trump materializará sus amenazas o si su intención es reforzar su posición para seguir negociando. Los expertos advierten que en caso de que la guerra comercial siga escalando, repercutirá negativamente en el crecimiento económico de Estados Unidos, China y el mundo.
Trump abandera una cruzada contra el enorme déficit comercial de su país en diversos frentes. Además de China, también la Unión Europea está en su punto de mira.
Trump amenaza al bloque europeo con, entre otros, nuevas tasas a las importaciones de vehículos. Y Washington también va rumbo al enfrentamiento en materia comercial con las vecinas Canadá y México.
Canadá acaba de imponer tarifas aduaneras en represalia a los aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones de acero y aluminio. Además, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Estados Unidos, México y Canadá, está siendo renegociado, pero las conversaciones se encuentran estancadas en estos momentos.
La línea que sigue el presidente está siendo muy cuestionada en Estados Unidos. Sobre todo los sectores en los que repercutirán las medidas de represalia están criticando la política comercial del mandatario. Los agricultores, por ejemplo, temen las contramedidas chinas en la soja y la carne de cerdo y por ello Trump intenta embaucarlos desde hace semanas, ya que entre ellos se encuentran muchos de sus votantes. "Existe preocupación", asegura Matt Perdue del sindicato nacional de granjeros.
La respuesta de Canadá, que ha gravado productos estadounidenses por valor de 13.000 millones de dólares, también afectará en parte al campo. México, por su parte, apunta a la cría de cerdo. "Hemos congelado todas nuestras inversiones" dijo el jefe de los productores de carne de cerdo Maschhoff Family Foods, Ken Maschhoff, en declaraciones al canal CNBC. "Deberíamos ser buenos patriotas y lo hemos sido. Pero yo no quiero ser el patriota que al final muere en la guerra", dijo.
Las empresas europeas, por su parte, siguen "con nerviosismo" el agravamiento del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, según indican fuentes de la embajada de la Unión Europea (UE) en Pekín.
Su temor es que para acabar con la disputa comercial los chinos puedan ofrecer a Washington comprar más en Estados Unidos que en Europa. El encargo de 180 aviones a la firma aeronáutica europea Airbus ha sido aplazada, de forma que Pekín podría hacer el pedido a su competidora estadounidense Boeing. Cada sector sigue con atención cómo evoluciona el conflicto.
Si China o Estados Unidos también van a perder en esta guerra comercial es algo sobre lo que no se ponen de acuerdo los expertos.
La economía estadounidense depende en un 12 por ciento de las exportaciones, la china incluso en un 20 por ciento. El volumen de las exportaciones de Estados Unidos a China en 2017 fue de 130.000 millones de dólares, mientras que en sentido inverso fueron 500.000 millones de dólares.
Lo más probable es que la disputa no se circunscriba sólo al comercio exterior. Pekín podría hacer difícil la vida a las empresas estadounidenses, que el año pasado vendieron productos y servicios por un monto de 280.000 millones de dólares. Al igual que con las disputas con Japón o Corea del Sur, las autoridades chinas pueden obstaculizar o convertir en una pesadilla los negocios de las empresas extranjeras con temas como la protección antiincendios, la higiene, la seguridad laboral o la supervisión aduanera.
"Estados Unidos ha provocado esta guerra comercial", dijo el portavoz del ministerio de Comercio Gao Feng, en Pekín. Su país, añadió, no se doblegará ante "amenazas y chantajes". "China se ve obligada a devolver el golpe", añadió. El país defenderá sus intereses.
Además, para hacer frente a las difícilmente calculables consecuencias de la disputa comercial en los mercados de valores y de divisas, el banco central del país y la comisión de valores ya han organizado planes de emergencia.
Los aranceles estadounidenses entrarán en vigor en la medianoche de Washington (el viernes a las 04:00 GMT)y las contramedidas chinas, poco después.
Tras una primera ronda podría registarse otro endurecimiento del conflicto, ya que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidirá a mediados de julio sobre la imposiciòn de tarifas a productos chinos por valor de otros 16.000 millones de dólares, que comenzarían a aplicarse en agosto. El mandatario justificó esta medida alegando el robo de tecnología.
En respuesta a la represalia china, Trump amenaza con aranceles adicionales de un 10 por ciento en otros productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares.
En total, ello supondría la mitad de todas las importaciones de China en Estados Unidos. Por ahora se desconoce si Trump materializará sus amenazas o si su intención es reforzar su posición para seguir negociando. Los expertos advierten que en caso de que la guerra comercial siga escalando, repercutirá negativamente en el crecimiento económico de Estados Unidos, China y el mundo.
Trump abandera una cruzada contra el enorme déficit comercial de su país en diversos frentes. Además de China, también la Unión Europea está en su punto de mira.
Trump amenaza al bloque europeo con, entre otros, nuevas tasas a las importaciones de vehículos. Y Washington también va rumbo al enfrentamiento en materia comercial con las vecinas Canadá y México.
Canadá acaba de imponer tarifas aduaneras en represalia a los aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones de acero y aluminio. Además, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Estados Unidos, México y Canadá, está siendo renegociado, pero las conversaciones se encuentran estancadas en estos momentos.
La línea que sigue el presidente está siendo muy cuestionada en Estados Unidos. Sobre todo los sectores en los que repercutirán las medidas de represalia están criticando la política comercial del mandatario. Los agricultores, por ejemplo, temen las contramedidas chinas en la soja y la carne de cerdo y por ello Trump intenta embaucarlos desde hace semanas, ya que entre ellos se encuentran muchos de sus votantes. "Existe preocupación", asegura Matt Perdue del sindicato nacional de granjeros.
La respuesta de Canadá, que ha gravado productos estadounidenses por valor de 13.000 millones de dólares, también afectará en parte al campo. México, por su parte, apunta a la cría de cerdo. "Hemos congelado todas nuestras inversiones" dijo el jefe de los productores de carne de cerdo Maschhoff Family Foods, Ken Maschhoff, en declaraciones al canal CNBC. "Deberíamos ser buenos patriotas y lo hemos sido. Pero yo no quiero ser el patriota que al final muere en la guerra", dijo.
Las empresas europeas, por su parte, siguen "con nerviosismo" el agravamiento del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, según indican fuentes de la embajada de la Unión Europea (UE) en Pekín.
Su temor es que para acabar con la disputa comercial los chinos puedan ofrecer a Washington comprar más en Estados Unidos que en Europa. El encargo de 180 aviones a la firma aeronáutica europea Airbus ha sido aplazada, de forma que Pekín podría hacer el pedido a su competidora estadounidense Boeing. Cada sector sigue con atención cómo evoluciona el conflicto.
Si China o Estados Unidos también van a perder en esta guerra comercial es algo sobre lo que no se ponen de acuerdo los expertos.
La economía estadounidense depende en un 12 por ciento de las exportaciones, la china incluso en un 20 por ciento. El volumen de las exportaciones de Estados Unidos a China en 2017 fue de 130.000 millones de dólares, mientras que en sentido inverso fueron 500.000 millones de dólares.
Lo más probable es que la disputa no se circunscriba sólo al comercio exterior. Pekín podría hacer difícil la vida a las empresas estadounidenses, que el año pasado vendieron productos y servicios por un monto de 280.000 millones de dólares. Al igual que con las disputas con Japón o Corea del Sur, las autoridades chinas pueden obstaculizar o convertir en una pesadilla los negocios de las empresas extranjeras con temas como la protección antiincendios, la higiene, la seguridad laboral o la supervisión aduanera.