Haciendo uso de una de sus tácticas habituales, el EI perpetró este domingo tres atentados suicidas con ayuda de coches bomba contra las fuerzas del gobierno de unión nacional libio (GNA).
Estos ataques dejaron al menos un muerto y cuatro heridos, según un primer balance del centro de prensa de las fuerzas del GNA. Dos de ellos se dirigieron contra los combatientes mientras que la tercera se produjo cerca de un hospital de campaña, precisó Reda Issa, un portavoz.
El EI, inferior en número y en equipamiento militar, suele recurrir a tácticas de guerrilla (atentados suicidas, minas, artefactos explosivos improvisados (IED), francotiradores...) para combatir a sus enemigos, ya sea en Libia, en Siria o en Irak, los tres países donde está más implantado.
En Sirte, los yihadistas están ahora cercados en un sector de 5 km2 después de haber desertado de los barrios residenciales y del puerto de esta ciudad costera situada a 450 km al este de Trípoli.
Desde el inicio de la ofensiva, el 12 de mayo, no dejaron de perder terreno ante la ofensiva de los diferentes grupos militares que apoyan al gobierno de unión, recientemente instaurado en Trípoli con el respaldo de la comunidad internacional.
Estas tropas retomaron numerosas localidades e instalaciones que el EI controlaba en una zona de unos 200 km alrededor de Sirte desde su implantación en Libia a finales de 2014.
Pero después de su rápido avance, estas fuerzas se enfrentan a la resistencia del EI en la zona más poblada de Sirte.
Según Issa, quedarían alrededor de 30.000 civiles en la ciudad, que contaba con 120.000 habitantes antes de la llegada del EI.
Para liberarlos, los pro GNA deberían limitar los bombardeos aéreos y el lanzamiento de artillería pesada, como los de los últimos días. Desde el 12 de mayo, se llevaron a cabo unos 150 ataques contra las posiciones del EI, según el centro de operaciones militares.
La gran mayoría de los cerca de 5.000 yihadistas del EI presentes en Libia, según responsables estadounidenses, se encontrarían en Sirte, donde defienden en especial su centro de mando instalado en el centro de conferencias Uagadugú, construido por Muamar Gadafi, originario de la ciudad.
El EI aprovechó el caos político y de seguridad que reinó en Libia después de la caída de Gadafi en 2011 para implantarse. Sirte se convirtió así en su principal bastión fuera de Siria y de Irak, donde el grupo sunita proclamó un "califato" en los territorios conquistados.
La lucha contra el EI comenzó realmente después de la instauración en Trípoli el 30 de marzo del gobierno de unión, dirigido por Fayez al Sarraj.
Este último recibió de manera progresiva el apoyo de milicias fuertemente armadas en varias ciudades del oeste libio, principalmente en Misrata, situada a media distancia entre Trípoli y Sirte. Las milicias de esta ciudad son las mejor armadas del país y poseen aviones MiG y helicópteros de ataque.
En la ofensiva participan igualmente los guardias de las instalaciones petroleras y unidades del dividido ejército libio.
Pero otras unidades, dirigidas por el controvertido general Jalifa Haftar, que no reconoce la legitimidad del GNA, permanecen leales a un gobierno paralelo instalado en el este del país.
La ONU pide desde hace meses, en vano hasta ahora, que el gobierno paralelo reconozca la autoridad del GNA. El emisario de Naciones Unidas para Libia, el diplomático alemán Martin Kobler, se mostró "impresionado por los 'rápidos avances'" de los pro GNA en Sirte.
Avances que también fueron bien recibidos por las capitales europeas. Los países de la UE esperan que una estabilidad en Libia permita reducir la llegada de migrantes que pasan por este país para cruzar el Mediterráneo y alcanzar las costas italianas.
Estos ataques dejaron al menos un muerto y cuatro heridos, según un primer balance del centro de prensa de las fuerzas del GNA. Dos de ellos se dirigieron contra los combatientes mientras que la tercera se produjo cerca de un hospital de campaña, precisó Reda Issa, un portavoz.
El EI, inferior en número y en equipamiento militar, suele recurrir a tácticas de guerrilla (atentados suicidas, minas, artefactos explosivos improvisados (IED), francotiradores...) para combatir a sus enemigos, ya sea en Libia, en Siria o en Irak, los tres países donde está más implantado.
En Sirte, los yihadistas están ahora cercados en un sector de 5 km2 después de haber desertado de los barrios residenciales y del puerto de esta ciudad costera situada a 450 km al este de Trípoli.
Desde el inicio de la ofensiva, el 12 de mayo, no dejaron de perder terreno ante la ofensiva de los diferentes grupos militares que apoyan al gobierno de unión, recientemente instaurado en Trípoli con el respaldo de la comunidad internacional.
Estas tropas retomaron numerosas localidades e instalaciones que el EI controlaba en una zona de unos 200 km alrededor de Sirte desde su implantación en Libia a finales de 2014.
Pero después de su rápido avance, estas fuerzas se enfrentan a la resistencia del EI en la zona más poblada de Sirte.
- Civiles amenazados -
Según Issa, quedarían alrededor de 30.000 civiles en la ciudad, que contaba con 120.000 habitantes antes de la llegada del EI.
Para liberarlos, los pro GNA deberían limitar los bombardeos aéreos y el lanzamiento de artillería pesada, como los de los últimos días. Desde el 12 de mayo, se llevaron a cabo unos 150 ataques contra las posiciones del EI, según el centro de operaciones militares.
La gran mayoría de los cerca de 5.000 yihadistas del EI presentes en Libia, según responsables estadounidenses, se encontrarían en Sirte, donde defienden en especial su centro de mando instalado en el centro de conferencias Uagadugú, construido por Muamar Gadafi, originario de la ciudad.
El EI aprovechó el caos político y de seguridad que reinó en Libia después de la caída de Gadafi en 2011 para implantarse. Sirte se convirtió así en su principal bastión fuera de Siria y de Irak, donde el grupo sunita proclamó un "califato" en los territorios conquistados.
La lucha contra el EI comenzó realmente después de la instauración en Trípoli el 30 de marzo del gobierno de unión, dirigido por Fayez al Sarraj.
Este último recibió de manera progresiva el apoyo de milicias fuertemente armadas en varias ciudades del oeste libio, principalmente en Misrata, situada a media distancia entre Trípoli y Sirte. Las milicias de esta ciudad son las mejor armadas del país y poseen aviones MiG y helicópteros de ataque.
En la ofensiva participan igualmente los guardias de las instalaciones petroleras y unidades del dividido ejército libio.
Pero otras unidades, dirigidas por el controvertido general Jalifa Haftar, que no reconoce la legitimidad del GNA, permanecen leales a un gobierno paralelo instalado en el este del país.
La ONU pide desde hace meses, en vano hasta ahora, que el gobierno paralelo reconozca la autoridad del GNA. El emisario de Naciones Unidas para Libia, el diplomático alemán Martin Kobler, se mostró "impresionado por los 'rápidos avances'" de los pro GNA en Sirte.
Avances que también fueron bien recibidos por las capitales europeas. Los países de la UE esperan que una estabilidad en Libia permita reducir la llegada de migrantes que pasan por este país para cruzar el Mediterráneo y alcanzar las costas italianas.