Ahora, cuando el calor empieza a apretar, lo que importa es el puro entretenimiento, la distracción más absoluta. Y The A-Team es la primera gran película de este verano. La que todos los aficionados a la gran pantalla y a las palomitas estábamos esperando.
Quien buscara más en ella debería haber echado una mirada al título: The A-Team, inspirada en la serie de televisión del mismo título.
¿Por qué la producción televisiva fue un éxito internacional? No fue precisamente por sus libretos o por las interpretaciones de su reparto. Fue porque contó con los elementos idóneos: explosiones, humor, peleas, locura, fantasía, para que el espectador se olvidara de sus problemas durante una hora.
The A-Team, la película, consigue lo mismo. Pero lo hace todo aún más espectacular.
La cinta da inicio en México, donde el equipo liderado por Hannibal (Liam Neeson) se forma. Luego pasa a Irak, donde éste, acompañado de Face (Bradley Cooper), B.A. Baracus (Quinton "Rampage" Jackson) y Murdock (Sharlto Copley), cae en una trampa durante una misión en la que deben recuperar las placas que Saddam Hussein empleó para falsificar millones de dólares. Después, con el fin de limpiar su nombre, el A-Team se traslada, tras un juicio militar, a Alemania, donde descubren a quienes los traicionaron. Y, finalmente, la acción culmina a lo grande en el puerto de Los Ángeles.
Hay instantes inolvidables en The A-Team (clasificada PG-13), como el vuelo de un tanque pilotado por Face, el plan de robo de las placas en Bagdad, la extraordinaria secuencia en unos rascacielos de Frankfurt o el clímax final donde centenares de contenedores se desmoronan como si fueran piezas de un dominó.
Y en medio de todo ello, unos actores que disfrutan con sus papeles, que se toman lo que sucede a su alrededor con la adecuada dosis de ironía.
El espectador debería tratar de hacer lo mismo. Es más, tendría que ponerse en la piel del niño de diez años que fue un día y dejar que su imaginación lo conduzca a ese mundo violento e hilarante de The A-Team.
El filme no es una maravilla ni una obra maestra. Tampoco lo quiere ser. Es puro entretenimiento. Una película de verano cien por ciento. Ni más ni menos.
Quien buscara más en ella debería haber echado una mirada al título: The A-Team, inspirada en la serie de televisión del mismo título.
¿Por qué la producción televisiva fue un éxito internacional? No fue precisamente por sus libretos o por las interpretaciones de su reparto. Fue porque contó con los elementos idóneos: explosiones, humor, peleas, locura, fantasía, para que el espectador se olvidara de sus problemas durante una hora.
The A-Team, la película, consigue lo mismo. Pero lo hace todo aún más espectacular.
La cinta da inicio en México, donde el equipo liderado por Hannibal (Liam Neeson) se forma. Luego pasa a Irak, donde éste, acompañado de Face (Bradley Cooper), B.A. Baracus (Quinton "Rampage" Jackson) y Murdock (Sharlto Copley), cae en una trampa durante una misión en la que deben recuperar las placas que Saddam Hussein empleó para falsificar millones de dólares. Después, con el fin de limpiar su nombre, el A-Team se traslada, tras un juicio militar, a Alemania, donde descubren a quienes los traicionaron. Y, finalmente, la acción culmina a lo grande en el puerto de Los Ángeles.
Hay instantes inolvidables en The A-Team (clasificada PG-13), como el vuelo de un tanque pilotado por Face, el plan de robo de las placas en Bagdad, la extraordinaria secuencia en unos rascacielos de Frankfurt o el clímax final donde centenares de contenedores se desmoronan como si fueran piezas de un dominó.
Y en medio de todo ello, unos actores que disfrutan con sus papeles, que se toman lo que sucede a su alrededor con la adecuada dosis de ironía.
El espectador debería tratar de hacer lo mismo. Es más, tendría que ponerse en la piel del niño de diez años que fue un día y dejar que su imaginación lo conduzca a ese mundo violento e hilarante de The A-Team.
El filme no es una maravilla ni una obra maestra. Tampoco lo quiere ser. Es puro entretenimiento. Una película de verano cien por ciento. Ni más ni menos.