El jefe de este gobierno, Fayez al Sarraj, llegó a la capital libia el miércoles procedente de Túnez, en un buque de la marina y desembarcó en la base naval. Desató así la ira del gobierno y del parlamento no reconocidos instalados en Trípoli y vinculados a la coalición de milicias de Fajr Libya, que le pidieron partir o asumir las consecuencias.
Su llegada estuvo marcada por una fuerte tensión en la capital, con el cierre de las carreteras y disparos que presagiaban lo peor entre sus habitantes.
Pero contra todo pronóstico, Sarraj recibió múltiples apoyos. Las milicias de la capital juraron el jueves lealtad a Sarraj, así como las autoridades de diez ciudades del oeste.
Sarraj también recibió el apoyo de guardias de instalaciones petroleras. Y unos 300 libios, desafiando el despliegue de seguridad, se manifestaron en el centro de Trípoli gritando "¡El pueblo quiere un gobierno de unión! ¡Fuera Ghweil!", en alusión al jefe del gobierno no reconocido Jalifa al Ghweil.
En un comunicado, las municipalidades de diez ciudades, situadas entre Trípoli y la frontera tunecina, entre ellas Sabratha, Zawiya y Zuara, hicieron un llamado para "apoyar al gobierno de unión" a quien han pedido que "ponga fin inmediatamente a los conflictos en el país".
Desde la caída del régimen del dictador Muamar Gadafi en 2011, Libia se encuentra sumida en un caos donde las milicias imponen su ley. Esta violencia ha favorecido la implantación del grupo yihadista Estado Islámico en la región de Sirte, al este de Trípoli.
Los apoyos a Sarraj se pueden explicar por el cansancio de los libios de este caos y por la esperanza que suscita el gobierno de unidad, que prometió unificar el país, crear un ejército fuerte y mejorar la economía, totalmente debilitada por la falta de liquidez.
Para Husein Dawwadi, jefe de la municipalidad de Sabratha, "la situación es mala, la vida se ha vuelto demasiado cara, no hay dinero al contado".
"Creemos que es hora de apoyar al gobierno (...) No va a cambiar las cosas inmediatamente pero confiamos en que empezará al menos a solucionar los problemas uno a uno", dijo el viernes.
Desde hace meses, la comunidad internacional apuesta por una autoridad unificada que pueda frenar la influencia yihadista, la crisis migratoria y reactivar la producción petrolera.
Si Sarraj no abandonó todavía la base naval, desde su llegada a Trípoli se reunió con varios miembros de su gobierno, y con personalidades políticas y económicas, entre ellas el gobernador del Banco Central, con quien evocó "la falta de liquidez".
"Es el efecto espiral que muchos esperaban", dijo Mattia Toaldo del European Council on Foreign Relations, para explicar los sucesivos apoyos al gobierno de unidad. Este gobierno junto a "las fuerzas (locales) que lo apoyan consiguieron convencer a una gran parte de los que integraban Fajr Libya para que los siguieran".
Para ayudar al gobierno de unidad, la Unión Europea impuso sanciones el jueves a responsable relacionados con Fajr Libya así como al presidente del parlamento de Tobruk (este), Aguila Saleh, que todavía no reaccionó a la llegada de Sarraj.
Obama recalcó la necesidad de respaldar a este gobierno para impedir el auge del Estado Islámico.
Su llegada estuvo marcada por una fuerte tensión en la capital, con el cierre de las carreteras y disparos que presagiaban lo peor entre sus habitantes.
Pero contra todo pronóstico, Sarraj recibió múltiples apoyos. Las milicias de la capital juraron el jueves lealtad a Sarraj, así como las autoridades de diez ciudades del oeste.
Sarraj también recibió el apoyo de guardias de instalaciones petroleras. Y unos 300 libios, desafiando el despliegue de seguridad, se manifestaron en el centro de Trípoli gritando "¡El pueblo quiere un gobierno de unión! ¡Fuera Ghweil!", en alusión al jefe del gobierno no reconocido Jalifa al Ghweil.
En un comunicado, las municipalidades de diez ciudades, situadas entre Trípoli y la frontera tunecina, entre ellas Sabratha, Zawiya y Zuara, hicieron un llamado para "apoyar al gobierno de unión" a quien han pedido que "ponga fin inmediatamente a los conflictos en el país".
- 'Falta de liquidez' -
Desde la caída del régimen del dictador Muamar Gadafi en 2011, Libia se encuentra sumida en un caos donde las milicias imponen su ley. Esta violencia ha favorecido la implantación del grupo yihadista Estado Islámico en la región de Sirte, al este de Trípoli.
Los apoyos a Sarraj se pueden explicar por el cansancio de los libios de este caos y por la esperanza que suscita el gobierno de unidad, que prometió unificar el país, crear un ejército fuerte y mejorar la economía, totalmente debilitada por la falta de liquidez.
Para Husein Dawwadi, jefe de la municipalidad de Sabratha, "la situación es mala, la vida se ha vuelto demasiado cara, no hay dinero al contado".
"Creemos que es hora de apoyar al gobierno (...) No va a cambiar las cosas inmediatamente pero confiamos en que empezará al menos a solucionar los problemas uno a uno", dijo el viernes.
Desde hace meses, la comunidad internacional apuesta por una autoridad unificada que pueda frenar la influencia yihadista, la crisis migratoria y reactivar la producción petrolera.
Si Sarraj no abandonó todavía la base naval, desde su llegada a Trípoli se reunió con varios miembros de su gobierno, y con personalidades políticas y económicas, entre ellas el gobernador del Banco Central, con quien evocó "la falta de liquidez".
"Es el efecto espiral que muchos esperaban", dijo Mattia Toaldo del European Council on Foreign Relations, para explicar los sucesivos apoyos al gobierno de unidad. Este gobierno junto a "las fuerzas (locales) que lo apoyan consiguieron convencer a una gran parte de los que integraban Fajr Libya para que los siguieran".
Para ayudar al gobierno de unidad, la Unión Europea impuso sanciones el jueves a responsable relacionados con Fajr Libya así como al presidente del parlamento de Tobruk (este), Aguila Saleh, que todavía no reaccionó a la llegada de Sarraj.
Obama recalcó la necesidad de respaldar a este gobierno para impedir el auge del Estado Islámico.