Matthieu Gounelle, del centro francés de investigación CNRS, y Georges Meynet, del Observatorio de Ginebra, lograron establecer la "genealogía" del Sol a partir de la presencia de un elemento radiactivo, el aluminio 26 (26Al), al inicio del sistema solar, hace 4.500 millones de años, explicó el Museo Nacional francés de Historia Natural en un comunicado.
Durante mucho tiempo se atribuyó la existencia de este isótopo radiactivo de aluminio en el incipiente sistema solar a la presencia de una supernova, que habría estallado junto al Sol cuando éste se estaba formando. La rareza del fenómeno implicaría la concurrencia de "condiciones excepcionales" en la formación del sistema solar.
Sin embargo, fundándose en observaciones astronómicas de estrellas jóvenes y en cálculos, los investigadores demostraron que el aluminio 26 procede del viento de una gran estrella nacida millones de años antes que el Sol.
Según ellos, esta estrella no sólo sintetizó el aluminio 26 luego encontrado en los meteoritos, sino que también propició la formación del Sol. Éste, además, no sería un astro único, sino que habría nacido junto con cientos de "hermanos y hermanas gemelos", de composición química idéntica, que se dispersaron por la Galaxia.
Los autores del estudio muestran que esa estrella "progenitora" del Sol, que se proponen llamar Coatlicue (la madre del Sol en la cosmogonía azteca), tenía una masa unas 30 veces superior a la del Sol. Nacida al mismo tiempo que otras 2.000 estrellas, era la más pesada de su generación, y murió en una gigantesca explosión de supernova.
Según el Museo Nacional de Historia Natural, al tratarse en definitiva de un mecanismo genérico de formación de estrellas, el Sol resulta pues "una estrella banal".