María Luisa Rayan-Forero
Estaba de visita en la escuela de música en la que estudiaba su mamá y una profesora la llamó para que conociera el instrumento y, de paso, la ayudara modelando para una improvisada sesión de fotos. La niña hizo caso. Corrió el asiento, se dio cuenta de que le colgaban los pies y se aproximó a esa imponente estructura elaborada a partir de cuerdas y madera. Ella sonrió para inmortalizar la imagen, pero la maestra le dijo que debía entrar en actitud y eso significaba casi abrazar el instrumento, acariciarlo, rodearlo y recorrerlo. Por supuesto no lo logró, pero cumplió con la idea inicial de la foto, y fue mucho más allá, porque a partir de entonces esa butaca al lado del arpa ha sido su lugar de preferencia. La conversación adulta después de la sesión fotográfica tuvo un único tema: las habilidades innatas de la niña para enfrentarse a un instrumento desconocido, que la superaba en tamaño y en peso. La disposición de sus manos diminutas, que sin ninguna instrucción previa conocían el camino para llegar hasta las cuerdas, sabiendo que había que ejecutarlas con la yema de los dedos y no con las uñas. Se habló de la relación de María Luisa Rayan-Forero con las artes, pues su mamá es música de conservatorio, y se especuló sobre el futuro de la pequeña en el ámbito sonoro, así que no fue sorpresa cuando manifestó su inclinación hacia esta forma etérea del arte.
Lo que sí ha resultado extraño para todos sus seres cercanos es identificarla ahora como una investigadora consumada del arpa, porque, además de interpretar todo el repertorio escrito para su instrumento, Rayan-Forero ha realizado adaptaciones memorables de piezas de los grandes compositores clásicos. Así, lo que estaba diseñado para escucharse como un piano, un violín o una viola, ella lo ha transformado en un lenguaje apto para el arpa, y todo eso lo ha hecho porque siente que su instrumento es muy humano y no está tan de acuerdo con el lugar común que equipara el arpa con el sonido favorito de los ángeles.
“A través de los siglos, el arpa ha estado representada en la pintura y en la literatura, y también en la religión, como un instrumento de los ángeles. Eso es absolutamente cierto. Pero para mí la de instrumento celestial no es la única definición que la enmarca, tiene un alcance mucho más amplio y, definitivamente, mucho más terrenal”, comenta María Luisa Rayan-Forero. Su primera participación destacada fue cuando tenía once años. En ese entonces estuvo invitada al Foro Mundial Económico de Davos, Suiza, en donde se presentaron los seis músicos jóvenes más talentosos de Occidente.
Esa fue una experiencia muy especial para ella, porque le abrió muchas puertas. En ese evento internacional, la argentina era la más pequeña y la que tocaba el instrumento distinto, pues los demás se destacaban en el violín y el piano. En Suiza conoció a una arpista que le facilitó el instrumento para el concierto y que luego se convirtió en una de sus tutoras más relevantes. Además de ese roce artístico, su intervención ante tanta gente la conectó con la música fuera de su país.
Muy temprano dedujo que además del amplio panorama académico que le ofrecía la música, le traía la imponencia de los sonidos populares de América Latina, que si bien no tenían algunas armonías ajustadas al pentagrama oficial, lograban comunicar emociones, pasiones y sentimientos.
“Yo me dedico al estudio e interpretación de la música clásica, pero me ha gustado mucho incorporar elementos populares en lo que toco. Para mí, un componente fundamental de nuestro arte es el ritmo, y la música popular de cualquier parte del mundo ofrece una riqueza rítmica increíblemente fuerte. Las tradiciones de cada país o región del continente americano, especialmente en Latinoamérica, tienen melodías muy completas. Hay una variedad enorme, y me gusta mucho poder incorporar música considerada popular en mis conciertos, porque así se logra acercar a la gente”, dice la arpista cuyos primeros arreglos estuvieron relacionados con Las cuatro estaciones porteñas, de Astor Piazzolla.
Para este ejercicio, María Luisa Rayan-Forero tuvo que aprender a conjugar la situación de leer lo que decía la partitura, escuchar grabaciones para determinar qué fragmentos eran más prominentes, y luego formar su propio criterio para determinar qué podía seleccionar para el arpa. Tanto con Piazzolla como en los demás arreglos, su manera de encararlos es muy escolástica. Dedica mucho tiempo de investigación, no sólo a la pieza que quiere ejecutar, sino también a su estilo, a su entorno. Por eso escucha grabaciones, analiza y compara distintas versiones ya hechas para otros instrumentos, y así establece la calidad de su adaptación.
“Las obras que he arreglado y publicado son de estilo variado. He hecho Piazzolla, Bach, Mozart, Villa-Lobos, Debussy. Las escogí más que nada porque son obras que me encantan y quería tocarlas en el arpa. Cada una de ellas me presenta enfoques distintos para encarar la adaptación a mi instrumento. En todo este proceso he aprendido que de verdad no hay límites. Muchas veces hablo con otros músicos y me dicen de tocar tal o cual obra, algo que no fue escrito para el arpa, entonces yo les digo que no se preocupen, que mi lema es ‘si no existe para el arpa, lo arreglamos y tocamos’”, cuenta María Luisa Rayan-Forero quien comenzó su historia discográfica con el álbum Latin Fire, y a partir de él, más que publicar y presentarse en conciertos, ha optado por explorar las posibilidades musicales de su instrumento.
Sin embargo, como invitada por segundo año consecutivo al Cartagena Festival Internacional de Música, asiste con más que agrado, pues eso le da la oportunidad de relacionarse con otros artistas y puede mostrar que el arpa no es un convidado de piedra en las orquestas sinfónicas y que, si su intérprete se lo propone, logra un lugar relevante. Rayan-Forero lo ha conseguido y, además de figurar en formatos sinfónicos, también participa en formatos de cámara y en recitales como solista.
“Todas las formas de hacer música me gustan mucho, y cada una tiene su encanto. La música de cámara tiene la complicidad del entendimiento y la comunicación con otro u otros artistas. Tocar con orquesta da una sensación de plenitud de sonido, ya que poder tocar con todos los instrumentos juntos es absolutamente indescriptible. Y la actuación de solista da mucha flexibilidad en el escenario, aunque uno también se encuentra a veces como perdido cuando los espacios son muy amplios. Yo particularmente disfruto mucho todas estas posibilidades de interpretación, mientras tenga la oportunidad de comunicarme con el público. Eso me hace muy feliz”, dice la argentina. Rayan-Forero tiene varias arpas y cada una representa un sonido particular. No hay dos instrumentos iguales. Además, cada una cumple una función específica. Por ejemplo, tiene una pequeña que utiliza para enseñarles a los alumnos más jóvenes, pero también tiene otras de uso particular, ya sea para viajar o para los recitales.
“El arpa tiene una gran diversidad de sonidos. Por un momento puede ser agua, luego truenos, o pájaros. El agua se puede escuchar en una obra que voy a tocar en el festival que se llama En el bosque, a la orilla de un arroyo, una obra de estilo clásico del compositor Marcel Tournier. Los truenos estarán presentes en el Quinteto, del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos, que tocaré el 14 de enero, junto a otros músicos invitados. Y los pájaros los podemos escuchar con sus trinos en el registro más agudo del arpa en las Variaciones, de Carlos Salzedo, que también hacen parte del repertorio que tengo pensado interpretar en Cartagena”, concluye la artista.
Ahora María Luisa Rayan-Forero está en plena preparación de un nuevo registro discográfico, pero mientras sale publicado tiene un compromiso docente con la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, y figura como profesora invitada a la Royal Academy of Music en Londres, además de cientos de adaptaciones al lenguaje particular de su instrumento, que no es ni tan celestial como creen los demás, ni tan terrestre como le gustaría a ella.
Lo que sí ha resultado extraño para todos sus seres cercanos es identificarla ahora como una investigadora consumada del arpa, porque, además de interpretar todo el repertorio escrito para su instrumento, Rayan-Forero ha realizado adaptaciones memorables de piezas de los grandes compositores clásicos. Así, lo que estaba diseñado para escucharse como un piano, un violín o una viola, ella lo ha transformado en un lenguaje apto para el arpa, y todo eso lo ha hecho porque siente que su instrumento es muy humano y no está tan de acuerdo con el lugar común que equipara el arpa con el sonido favorito de los ángeles.
“A través de los siglos, el arpa ha estado representada en la pintura y en la literatura, y también en la religión, como un instrumento de los ángeles. Eso es absolutamente cierto. Pero para mí la de instrumento celestial no es la única definición que la enmarca, tiene un alcance mucho más amplio y, definitivamente, mucho más terrenal”, comenta María Luisa Rayan-Forero. Su primera participación destacada fue cuando tenía once años. En ese entonces estuvo invitada al Foro Mundial Económico de Davos, Suiza, en donde se presentaron los seis músicos jóvenes más talentosos de Occidente.
Esa fue una experiencia muy especial para ella, porque le abrió muchas puertas. En ese evento internacional, la argentina era la más pequeña y la que tocaba el instrumento distinto, pues los demás se destacaban en el violín y el piano. En Suiza conoció a una arpista que le facilitó el instrumento para el concierto y que luego se convirtió en una de sus tutoras más relevantes. Además de ese roce artístico, su intervención ante tanta gente la conectó con la música fuera de su país.
Muy temprano dedujo que además del amplio panorama académico que le ofrecía la música, le traía la imponencia de los sonidos populares de América Latina, que si bien no tenían algunas armonías ajustadas al pentagrama oficial, lograban comunicar emociones, pasiones y sentimientos.
“Yo me dedico al estudio e interpretación de la música clásica, pero me ha gustado mucho incorporar elementos populares en lo que toco. Para mí, un componente fundamental de nuestro arte es el ritmo, y la música popular de cualquier parte del mundo ofrece una riqueza rítmica increíblemente fuerte. Las tradiciones de cada país o región del continente americano, especialmente en Latinoamérica, tienen melodías muy completas. Hay una variedad enorme, y me gusta mucho poder incorporar música considerada popular en mis conciertos, porque así se logra acercar a la gente”, dice la arpista cuyos primeros arreglos estuvieron relacionados con Las cuatro estaciones porteñas, de Astor Piazzolla.
Para este ejercicio, María Luisa Rayan-Forero tuvo que aprender a conjugar la situación de leer lo que decía la partitura, escuchar grabaciones para determinar qué fragmentos eran más prominentes, y luego formar su propio criterio para determinar qué podía seleccionar para el arpa. Tanto con Piazzolla como en los demás arreglos, su manera de encararlos es muy escolástica. Dedica mucho tiempo de investigación, no sólo a la pieza que quiere ejecutar, sino también a su estilo, a su entorno. Por eso escucha grabaciones, analiza y compara distintas versiones ya hechas para otros instrumentos, y así establece la calidad de su adaptación.
“Las obras que he arreglado y publicado son de estilo variado. He hecho Piazzolla, Bach, Mozart, Villa-Lobos, Debussy. Las escogí más que nada porque son obras que me encantan y quería tocarlas en el arpa. Cada una de ellas me presenta enfoques distintos para encarar la adaptación a mi instrumento. En todo este proceso he aprendido que de verdad no hay límites. Muchas veces hablo con otros músicos y me dicen de tocar tal o cual obra, algo que no fue escrito para el arpa, entonces yo les digo que no se preocupen, que mi lema es ‘si no existe para el arpa, lo arreglamos y tocamos’”, cuenta María Luisa Rayan-Forero quien comenzó su historia discográfica con el álbum Latin Fire, y a partir de él, más que publicar y presentarse en conciertos, ha optado por explorar las posibilidades musicales de su instrumento.
Sin embargo, como invitada por segundo año consecutivo al Cartagena Festival Internacional de Música, asiste con más que agrado, pues eso le da la oportunidad de relacionarse con otros artistas y puede mostrar que el arpa no es un convidado de piedra en las orquestas sinfónicas y que, si su intérprete se lo propone, logra un lugar relevante. Rayan-Forero lo ha conseguido y, además de figurar en formatos sinfónicos, también participa en formatos de cámara y en recitales como solista.
“Todas las formas de hacer música me gustan mucho, y cada una tiene su encanto. La música de cámara tiene la complicidad del entendimiento y la comunicación con otro u otros artistas. Tocar con orquesta da una sensación de plenitud de sonido, ya que poder tocar con todos los instrumentos juntos es absolutamente indescriptible. Y la actuación de solista da mucha flexibilidad en el escenario, aunque uno también se encuentra a veces como perdido cuando los espacios son muy amplios. Yo particularmente disfruto mucho todas estas posibilidades de interpretación, mientras tenga la oportunidad de comunicarme con el público. Eso me hace muy feliz”, dice la argentina. Rayan-Forero tiene varias arpas y cada una representa un sonido particular. No hay dos instrumentos iguales. Además, cada una cumple una función específica. Por ejemplo, tiene una pequeña que utiliza para enseñarles a los alumnos más jóvenes, pero también tiene otras de uso particular, ya sea para viajar o para los recitales.
“El arpa tiene una gran diversidad de sonidos. Por un momento puede ser agua, luego truenos, o pájaros. El agua se puede escuchar en una obra que voy a tocar en el festival que se llama En el bosque, a la orilla de un arroyo, una obra de estilo clásico del compositor Marcel Tournier. Los truenos estarán presentes en el Quinteto, del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos, que tocaré el 14 de enero, junto a otros músicos invitados. Y los pájaros los podemos escuchar con sus trinos en el registro más agudo del arpa en las Variaciones, de Carlos Salzedo, que también hacen parte del repertorio que tengo pensado interpretar en Cartagena”, concluye la artista.
Ahora María Luisa Rayan-Forero está en plena preparación de un nuevo registro discográfico, pero mientras sale publicado tiene un compromiso docente con la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, y figura como profesora invitada a la Royal Academy of Music en Londres, además de cientos de adaptaciones al lenguaje particular de su instrumento, que no es ni tan celestial como creen los demás, ni tan terrestre como le gustaría a ella.