'El problema del cine español no es piratería sino falta de talento'


Sabe que la cazadora amarilla le sienta mejor que el chaqué, pero Juan Marsé está dispuesto a bordar el papel protagonista en esta semana de celebraciones del premio Cervantes. Está agradecido, pero no quiere "dar la lata".



El escritor leerá en Alcalá un discurso para la polémica sobre su "dualidad lingüística". Antes, y ya metido en prisas, nos deja en 'El Cultural' perlas como sables sobre el cine español y la clase política. El eterno finalista sube al estrado. Ya era hora.
PREGUNTA.- ¿Qué cree que dirán el Pijoaparte o Jan Julivert, el próximo 23 de abril, en Alcalá, cuando le vean recibir el Cervantes? ¿Les prestará un chaqué, o la cazadora amarilla con la que recibió el Planeta?
RESPUESTA.- Me dirán: sé breve y no des la lata. Es gente con sentido común. No todos mis personajes pueden presumir de sentido común, pero ellos sí, sobre todo, Jan Julivert Mon... La cazadora amarilla me sienta mejor que el chaqué.
P.- Demasiados años, sin comerlo ni beberlo, en el sillón de eterno finalista, ¿no?
R.-Demasiados años son los que tengo yo. Ser finalista en el mejor premio de literatura en lengua española ya es un honor.
El escritor quiere mostrarse agradecido, eso lo primero, y asume con disciplina y amabilidad todas las peplas más o menos sociales que se le avecinan. "No sabes cómo se me ha comprimido el tiempo desde que me cayó encima el Cervantes". Pero cuando la conversación recala en determinados puertos, el cine o la política, por ejemplo, sale ese Marsé sincero y bronco que nos gusta, poco dado a las contemplaciones, nada fan de sí mismo, que entra a matar directamente.
P.- En todas las entrevistas deja siempre claro que no se considera un intelectual, e incluso soporta mal que le traten como si lo fuera. ¿Por qué?
R.- Porque no lo soy. Porque no me siento a gusto en la piel de un intelectual. Porque considero que el intelecto no le ha hecho ningún bien a la novela. Porque prefiero trabajar sobre emociones y sentimientos, y no sobre ideas y conceptos. Porque me fío más del instinto que de las ideas a la hora de contar una historia.
-En su afán por no complacerse, se define también como un gandúl. ¿Cómo soporta un gandul este trajín que acarrea ser premio Cervantes?
-Con un gran esfuerzo. Se suponen que los gandules tenemos que sacar fuerzas de donde no las tenemos. Aunque digamos que yo soy un gandúl con vocación de trabajador y éste al final suele imponerse.

Polémico discurso de un catalán que escribe en castellano
El discurso que Marsé leerá el próximo 23 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá será corto, naturalmente cervantino y bastante polémico. Comenzará con “tres o cuatro párrafos sobre mí”, que es decir mucho, dada la poco afición que tiene el escritor a hablar de si mismo, y después se referirá a “mi doble vida, a mi dualidad lingöística”, es decir, se detendrá Marsé en explicar qué hace un escritor catalán como él escribiendo en castellano y recibiendo el premio Cervantes, “el primer catalán que lo recibe, creo”.

-Hablaré de ello porque me atañe muy de cerca. Llevo años contestando a esas preguntas y creo que es el momento y el lugar para hacerlo. Diré, en primer lugar, que no acabo de ver el conflicto, no veo donde está el problema. La lengua es siempre enriquecimiento y aunque es cierto que se han cometido errores y excesos, gracias a la llamada inmersión lingöística se ha recuperado la lengua catalana, que había sido durante años maltratada. ¿Que ahora en las escuelas pueden haberse pasado un pelín? No lo dudo. Pero puedo asegurarle que el castellano goza de buena salud, tanto en la calle, como en los espectáculos, en la televisión y en los cines. El castellano, créame, no corre el menor peligro.

-En la calle nunca ha habido problema. El problema lo han creado los políticos, que impiden que la gente hable y estudie en la lengua que quiera.
-Cuando la clase política esgrime la lengua como si fuera una bandera, hay que salir corriendo. Es una señal de patriotismo que me asusta. Me acuerdo siempre de una escena de esa gran película de Hitchcock, Encadenados, cuando Ingrid Bergman le dice a Cary Grant: “No me interesa el patriotismo ni los patriotas. Llevan una bandera en una mano y con la otra van vaciando los bolsillos de la gente”.
-Soportará mal, imagino, esa general impostura política que nos rodea.
-Políticos ineficientes y jerarquía católica belicosa. Sí, quién los soporta. La derecha de este país es impresentable, y la izquierda en el poder, timorata. Pero como dice Stephen Dedalus: Me estás hablando de política, de nacionalidad, de lengua, de religión. Estas son las redes de las que yo he de procurar escapar. Así que ya he dicho bastante.

-Dejó los estudios a los 13 años y comenzó a trabajar en un taller de joyería. ¿recuerda cuándo y por qué decidió que sería escritor?
- Decidí ser escritor después de leer un relato de Hemingway, a los catorce años. Pero no lo vi claro hasta que escribí mi tercera novela, Últimas tardes con Teresa, a mi vuelta de París.

-¿Qué tienen que ver en su obra infancia, memoria e imaginación?
- Todo. No hay escritor sin memoria, pero tampoco sin imaginación. Y por supuesto no hay escritor sin infancia. Ha citado los tres pilares sobre los que se asienta toda obra de creación.

-¿De qué siente nostalgia hoy Juan Marsé?
-Del pianista que quería haber sido.


Viernes, 17 de Abril 2009
El Mundo, España
           


Nuevo comentario:

Noticias | Política | Ideas | Personalidades | Doctrinas | Cultura | Patrimonio cultural | Libros | Diálogo | Investigación | Literatura | Artes | Educación | Comunicación | Ciencia | Entretenimiento | Turismo | Sociedad | Deporte