El líder independentista, quien permanece prófugo en Bruselas desde octubre, lleva meses jugando al despiste. El lunes, un día antes de la supuesta sesión que pretendía investirlo en Barcelona jefe del Ejecutivo regional, publicó en las redes sociales una fotografía de una avenida de la capital catalana, lo que suscitó elucubraciones.
El gesto recordaba a otro que sembró las dudas sobre su ubicación un día después de su destitución como jefe del Gobierno catalán, cuando publicó en Instagram una imagen tomada desde la sede del Ejecutivo. Poco después, se confirmaba que el político había huido a Bélgica.
Desde entonces, la gran incógnita del proceso independentista catalán (el "procès") ha sido los planes de Puigdemont. Durante días, los medios de comunicación y los ciudadanos se han preguntado si volverá a España para ponerse nuevamente al frente del Gobierno catalán pese a la orden de detención que hay contra él en el país.
El despliegue policial para tratar de detectarlo en las fronteras españolas y en los alrededores de el "Parlament" fue tal que los agentes registraron el martes el maletero de un taxi en el que viajaba el diputado izquierdista Xavier Domènech, quien denunció los hechos.
Los partidos independentistas han sido especialmente celosos en sus comunicaciones y su seguridad durante el "procès". Tanto Puigdemont como sus colaboradores suelen utilizar una aplicación de mensajería cifrada llamada Signal, que en su día recomendó el informante estadounidense Edward Snowden.
A través de esta "app" envió Puigdemont una serie de mensajes el martes por la noche a una de los diputados catalanes que lo acompañan en Bruselas, Toni Comín, de Esquerra Republicana (ERC), partido independentista que en las últimas horas abrió la puerta a "sacrificar" políticamente al candidato a la investidura.
"Supongo que tienes claro que esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí", escribió Puigdemont a Comín. "Me han hecho mucho daño con calumnias, rumores, mentiras que he aguantado por un objetivo común. Esto ahora ha caducado y me tocará dedicar mi vida a la defensa propia", añadía en otro mensaje de texto.
Las cámaras del canal de televisión Telecinco grabaron la pantalla del celular de Comín mientras leía las palabras de Puigdemont, lo que provocó hoy un terremoto en España, que llevó al Gobierno de Rajoy a pedir a los independentistas que asuman la derrota del "procès".
Como suele ocurrir cuando se produce este tipo de filtraciones, las teorías de la conspiración no tardaron en aflorar. "¿Posado o robado?", se preguntaba hoy el diario español "El Mundo" en un artículo que destacaba que Comín estaba "rodeado de cámaras" cuando sacó su celular para leer los mensajes sin ninguna precaución.
"¿Traición de Comín? ¿Golpe definitivo de ERC (...) para forzar a Puigdemont a dar un paso atrás? ¿Estrategia desesperada de ambas partes para transmitir que la situación es límite y que o es investido o se acabó todo?", especulaba el rotativo.
La exclusiva del canal Telecinco generó también polémica por la forma como se obtuvieron los mensajes. Algunas voces consideraron poco ético que se grabara sin consentimiento una conversación privada y que se hiciera pública.
El propio Puigdemont, quien trabajó como periodista antes de despuntar en política, sostuvo hoy a través de Twitter que "hay límites, como la privacidad, que nunca se deben violar".
Comín, por su parte, recordó en la red social que "la revelación de secretos (obtener subrepticiamente las conversaciones de terceros) es delito en España y en Bélgica, merecedor por tanto de las pertinentes acciones legales".
La filtración de hoy abrió un nuevo capítulo de tensión y suspense en el "thriller" catalán. El guión todavía está abierto.
El gesto recordaba a otro que sembró las dudas sobre su ubicación un día después de su destitución como jefe del Gobierno catalán, cuando publicó en Instagram una imagen tomada desde la sede del Ejecutivo. Poco después, se confirmaba que el político había huido a Bélgica.
Desde entonces, la gran incógnita del proceso independentista catalán (el "procès") ha sido los planes de Puigdemont. Durante días, los medios de comunicación y los ciudadanos se han preguntado si volverá a España para ponerse nuevamente al frente del Gobierno catalán pese a la orden de detención que hay contra él en el país.
El despliegue policial para tratar de detectarlo en las fronteras españolas y en los alrededores de el "Parlament" fue tal que los agentes registraron el martes el maletero de un taxi en el que viajaba el diputado izquierdista Xavier Domènech, quien denunció los hechos.
Los partidos independentistas han sido especialmente celosos en sus comunicaciones y su seguridad durante el "procès". Tanto Puigdemont como sus colaboradores suelen utilizar una aplicación de mensajería cifrada llamada Signal, que en su día recomendó el informante estadounidense Edward Snowden.
A través de esta "app" envió Puigdemont una serie de mensajes el martes por la noche a una de los diputados catalanes que lo acompañan en Bruselas, Toni Comín, de Esquerra Republicana (ERC), partido independentista que en las últimas horas abrió la puerta a "sacrificar" políticamente al candidato a la investidura.
"Supongo que tienes claro que esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí", escribió Puigdemont a Comín. "Me han hecho mucho daño con calumnias, rumores, mentiras que he aguantado por un objetivo común. Esto ahora ha caducado y me tocará dedicar mi vida a la defensa propia", añadía en otro mensaje de texto.
Las cámaras del canal de televisión Telecinco grabaron la pantalla del celular de Comín mientras leía las palabras de Puigdemont, lo que provocó hoy un terremoto en España, que llevó al Gobierno de Rajoy a pedir a los independentistas que asuman la derrota del "procès".
Como suele ocurrir cuando se produce este tipo de filtraciones, las teorías de la conspiración no tardaron en aflorar. "¿Posado o robado?", se preguntaba hoy el diario español "El Mundo" en un artículo que destacaba que Comín estaba "rodeado de cámaras" cuando sacó su celular para leer los mensajes sin ninguna precaución.
"¿Traición de Comín? ¿Golpe definitivo de ERC (...) para forzar a Puigdemont a dar un paso atrás? ¿Estrategia desesperada de ambas partes para transmitir que la situación es límite y que o es investido o se acabó todo?", especulaba el rotativo.
La exclusiva del canal Telecinco generó también polémica por la forma como se obtuvieron los mensajes. Algunas voces consideraron poco ético que se grabara sin consentimiento una conversación privada y que se hiciera pública.
El propio Puigdemont, quien trabajó como periodista antes de despuntar en política, sostuvo hoy a través de Twitter que "hay límites, como la privacidad, que nunca se deben violar".
Comín, por su parte, recordó en la red social que "la revelación de secretos (obtener subrepticiamente las conversaciones de terceros) es delito en España y en Bélgica, merecedor por tanto de las pertinentes acciones legales".
La filtración de hoy abrió un nuevo capítulo de tensión y suspense en el "thriller" catalán. El guión todavía está abierto.