En este punto, hace menos de 30 años, Aidan McAnespie, de 24 años, fue abatido por soldados cuando iba de camino a un partido de fútbol. Por error, según dijeron. También aquí, hace menos de 20 años, las barreras de hormigón y los soldados obligaban a parar a los irlandeses y norirlandeses y a veces desmontaban su vehículo buscando armas y explosivos.
Son historias de las épocas más oscuras del conflicto con Irlanda del Norte que ahora vuelven a ser recordadas, pues en este cruce de Aughnacloy y en los otros 300 que hoy se pueden atravesar prácticamente sin darse cuenta, se encontrará en 2019, tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), una frontera exterior del bloque.
Para los irlandeses y los norirlandeses esta frontera es un trauma, una larga sombra de un pasado no muy lejano y nadie quiere que vuelva. Pero para los negociadores del "Brexit" en Bruselas es una pesadilla: nadie sabe cómo se puede evitar la frontera si Reino Unido saldrá de la UE, del mercado único y de la unión aduanera. Si el lunes no se alcanza un acuerdo en este punto, no se comenzará a hablar de la futura relación comercial entre Europa y Reino Unido.
Gabriel D'Arcy creció en Irlanda en los años 60, después de que el país se independizara en 1949. Recuerda que cruzaban la frontera a Irlanda del Norte para comprar, pues con el cambio de moneda era mucho más barato.
La aduana desapareció en 1973, cuando ambos países entraron en la UE. "Por desgracia fue sustituida por controles militares. Y después comenzaron los 30 años de horrible desesperación y violencia", cuenta.
Se originó un sangriento conflicto entre los católicos, que ansiaban la reunificación de las dos Irlandas, y los protestantes unionistas, que querían pertenecer al Reino Unido. Hasta que se firmó el acuerdo de paz en 1998, alrededor de 3.600 personas fueron asesinadas, casi 50.000 resultaron heridas y 500.000 quedaron traumatizadas.
Con el Acuerdo de Viernes Santo todos los ciudadanos podían elegir su propia identidad y vivir en comunidad bajo el manto de la UE. Ahora, ni Irlanda, ni sus aliados europeos ni Reino Unido quieren una frontera firme. Sin embargo, nadie sabe cómo es esto compatible con el divorcio de los británicos de la UE.
En el mejor de los casos el problema se solucionaría con unas relaciones comerciales extremadamente estrechas. Sin embargo, harían falta meses o incluso años para alcanzar un acuerdo así, si es que finalmente se logra.
Por esta razón Irlanda no se la juega y exige a Reino Unido una garantía inmediata, antes de que comience a negociar con la UE su futura relación comercial.
Son historias de las épocas más oscuras del conflicto con Irlanda del Norte que ahora vuelven a ser recordadas, pues en este cruce de Aughnacloy y en los otros 300 que hoy se pueden atravesar prácticamente sin darse cuenta, se encontrará en 2019, tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), una frontera exterior del bloque.
Para los irlandeses y los norirlandeses esta frontera es un trauma, una larga sombra de un pasado no muy lejano y nadie quiere que vuelva. Pero para los negociadores del "Brexit" en Bruselas es una pesadilla: nadie sabe cómo se puede evitar la frontera si Reino Unido saldrá de la UE, del mercado único y de la unión aduanera. Si el lunes no se alcanza un acuerdo en este punto, no se comenzará a hablar de la futura relación comercial entre Europa y Reino Unido.
Gabriel D'Arcy creció en Irlanda en los años 60, después de que el país se independizara en 1949. Recuerda que cruzaban la frontera a Irlanda del Norte para comprar, pues con el cambio de moneda era mucho más barato.
La aduana desapareció en 1973, cuando ambos países entraron en la UE. "Por desgracia fue sustituida por controles militares. Y después comenzaron los 30 años de horrible desesperación y violencia", cuenta.
Se originó un sangriento conflicto entre los católicos, que ansiaban la reunificación de las dos Irlandas, y los protestantes unionistas, que querían pertenecer al Reino Unido. Hasta que se firmó el acuerdo de paz en 1998, alrededor de 3.600 personas fueron asesinadas, casi 50.000 resultaron heridas y 500.000 quedaron traumatizadas.
Con el Acuerdo de Viernes Santo todos los ciudadanos podían elegir su propia identidad y vivir en comunidad bajo el manto de la UE. Ahora, ni Irlanda, ni sus aliados europeos ni Reino Unido quieren una frontera firme. Sin embargo, nadie sabe cómo es esto compatible con el divorcio de los británicos de la UE.
En el mejor de los casos el problema se solucionaría con unas relaciones comerciales extremadamente estrechas. Sin embargo, harían falta meses o incluso años para alcanzar un acuerdo así, si es que finalmente se logra.
Por esta razón Irlanda no se la juega y exige a Reino Unido una garantía inmediata, antes de que comience a negociar con la UE su futura relación comercial.