El descubrimiento de una nueva partícula, anunciada el 4 de julio tras décadas de búsqueda, "abre un campo de investigaciones apasionante", declaró a la AFP Bernard Ille, uno de los investigadores del CERN y director de investigación en el CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica, en Francia).
"El LHC está hecho para durar todavía una veintena de años, justo para profundizar en esta disciplina, de la que apenas arañamos la superficie", prosiguió.
A 100 metros bajo tierra, bajo el municipio de Cessy (Francia), cerca de Ginebra, en la "caverna" del CMS (Solenoide compacto de Muones), el contraste entre el gran tamaño de la instalación y el objeto de sus experimentos, los componentes fundamentales de la materia, lo infinitamente pequeño, es sobrecogedor. Lo que está en juego es la comprensión del Universo.
Con sus 15 metros de diámetro y 14.000 toneladas, el CMS es un de los cuatro detectores (los físicos les llaman también "experimentos") sobre el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), este tubo de 27 km de circunferencia que corre, profundamente enterrado, bajo la frontera franco-suiza.
Resulta difícil imaginar, al contemplar lo que parece un simple tubo, que haces de protones circulan por su interior a velocidades cercanas a la de la luz, en un vacío comparable al del espacio interestelar.
Los detectores repartidos sobre el LHC observan las colisiones frontales entre los haces. Así fue como los dos gigantes CMS y ATLAS pudieron observar, de manera independiente, una nueva partícula, un bosón cuyas características son compatibles con las del bosón de Higgs.
Actualmente, los físicos acumulan las colisiones para almacenar las estadísticas, con el objetivo de asegurar que se trata del famoso bosón de Higgs y tratar de entender la naturaleza.
"El hecho de que la materia se pueda organizar está directamente ligado a la existencia de esta nueva partícula", explicó Yves Sirois, responsable del CMS para Francia.
"Una vez que hayamos comprendido esto, se abren muchas posibilidades porque el bosón en sí mismo plantea un serio problema teórico", prosiguió el físico.
"Aparentemente es una puerta hacia una nueva física", se entusiasmó, citando el ejemplo de la supersimetría (especie de universo paralelo de súper-partículas). "Es bastante probable que incrementando la energía en el LHC, en algunos años, estemos en condiciones de descubrir la materia negra".