Los evacuaron a hospitales desbordados de la región vecina del Kurdistán iraquí, donde los médicos temen quedarse sin medios para curar a los heridos.
Mohammed Abderrazaq estaba cargado con bidones de agua cuando -dice- oyó un "enorme bum" que lo dejó sordo de un oído. Luego "vio la sangre brotar" de sus piernas.
Ahora, en la cama de un hospital de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, a menos de un centenar de kilómetros de Mosul, espera poder caminar de nuevo algún día.
Con las piernas vendadas y llenas de tornillos, Mohamed cuenta el horror de su día a día en Mosul, el feudo del grupo yihadista Estado Islámico (EI) atacado por las fuerzas iraquíes que ya reconquistaron varios barrios al este del río Tigris.
"Allí hay una guerra callejera terrible", cuenta este exempleado de una fábrica de cemento de 43 años.
En el hospital, "todos los días veo llegar a decenas de heridos, ya estamos apretujados y habrá todavía muchos más", predice. Se le llenan los ojos de lágrimas pensando en su mujer, sus cinco hijos y su madre minusválida de 80 años que dejó en Mosul hace casi un mes.
Sadam Georgis vivió dos semanas bajo la "liberación". Como los demás, recibió con alegría la llegada de los blindados iraquíes a Al Ilam, en la parte oriental de Mosul, controlada desde hace dos años y medio por los yihadistas.
Pero aunque no quedan hombres del EI en su barrio, el sector sigue al alcance de sus obuses de mortero.
"No son humanos, no son musulmanes, golpean a los civiles, disparan a sus casas", acusa este comerciante de 45 años todavía un poco aturdido por la anestesia.
Él también recuerda el ruido de la explosión, de las esquirlas --"como si fuera una piedra contra el muslo"--, la sangre, el transporte en una camilla improvisada por los vecinos.
Luego no se acuerda de nada. "Ni siquiera sé si mis cuatro hijos pequeños pudieron contactar con familiares en Mosul", dice mirando a su esposa, sentada a su lado.
Zineb, de 10 años, fue alcanzado por esquirlas de obuses en las piernas, al igual que su hermana de dos años y medio, con la frente vendada. "Nuestro barrio fue liberado pero los disparos continúan", explica su madre a la AFP. Y en Mosul no hay hospitales, aseguran estos desplazados, porque los yihadistas los ocupan.
El problema, explica Rauf Karim, enfermero jefe de las urgencias de Erbil, es que "el hospital es pequeño y no tenemos espacio". "Algunos días recibimos a 25 nuevos pacientes, otros a más de 30", muchos de ellos niños, añade.
Para Saman Barzanji, director general de Salud en Erbil, esta nueva afluencia de heridos -que va en aumento- se añade a "varias crisis" que ya pesan sobre el sector.
El personal está agotado desde la llegada del EI a la región, dice. Tuvieron que lidiar con la llegada masiva de desplazados, de las víctimas de los combates en las filas de los peshmergas, los combatientes kurdos, y todo ello con un trasfondo de crisis económica latente en esta región autónoma que obtiene la mayoría de sus ingresos del petróleo.
Erbil, con tres servicios de urgencias y varios hospitales especializados, era "la única salida posible" para los heridos de las zonas controladas por el EI, explica Barzanji. Y ahora que las fuerzas kurdas y federales iraquíes lanzaron una ofensiva contra Mosul -hace dos meses- la situación podría degenerar en hacinamiento.
"Nuestras salas de operaciones afrontan fuertes penurias de instrumentos y equipamientos", advierte. "Ya hay crisis y pronto podríamos tener un desastre", afirma este médico. "¿Cuánto tiempo podremos todavía aguantar?".
Mohammed Abderrazaq estaba cargado con bidones de agua cuando -dice- oyó un "enorme bum" que lo dejó sordo de un oído. Luego "vio la sangre brotar" de sus piernas.
Ahora, en la cama de un hospital de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, a menos de un centenar de kilómetros de Mosul, espera poder caminar de nuevo algún día.
Con las piernas vendadas y llenas de tornillos, Mohamed cuenta el horror de su día a día en Mosul, el feudo del grupo yihadista Estado Islámico (EI) atacado por las fuerzas iraquíes que ya reconquistaron varios barrios al este del río Tigris.
"Allí hay una guerra callejera terrible", cuenta este exempleado de una fábrica de cemento de 43 años.
En el hospital, "todos los días veo llegar a decenas de heridos, ya estamos apretujados y habrá todavía muchos más", predice. Se le llenan los ojos de lágrimas pensando en su mujer, sus cinco hijos y su madre minusválida de 80 años que dejó en Mosul hace casi un mes.
- Bombardeos contra civiles -
Sadam Georgis vivió dos semanas bajo la "liberación". Como los demás, recibió con alegría la llegada de los blindados iraquíes a Al Ilam, en la parte oriental de Mosul, controlada desde hace dos años y medio por los yihadistas.
Pero aunque no quedan hombres del EI en su barrio, el sector sigue al alcance de sus obuses de mortero.
"No son humanos, no son musulmanes, golpean a los civiles, disparan a sus casas", acusa este comerciante de 45 años todavía un poco aturdido por la anestesia.
Él también recuerda el ruido de la explosión, de las esquirlas --"como si fuera una piedra contra el muslo"--, la sangre, el transporte en una camilla improvisada por los vecinos.
Luego no se acuerda de nada. "Ni siquiera sé si mis cuatro hijos pequeños pudieron contactar con familiares en Mosul", dice mirando a su esposa, sentada a su lado.
Zineb, de 10 años, fue alcanzado por esquirlas de obuses en las piernas, al igual que su hermana de dos años y medio, con la frente vendada. "Nuestro barrio fue liberado pero los disparos continúan", explica su madre a la AFP. Y en Mosul no hay hospitales, aseguran estos desplazados, porque los yihadistas los ocupan.
El problema, explica Rauf Karim, enfermero jefe de las urgencias de Erbil, es que "el hospital es pequeño y no tenemos espacio". "Algunos días recibimos a 25 nuevos pacientes, otros a más de 30", muchos de ellos niños, añade.
- ¿De la 'crisis' al 'desastre'? -
Para Saman Barzanji, director general de Salud en Erbil, esta nueva afluencia de heridos -que va en aumento- se añade a "varias crisis" que ya pesan sobre el sector.
El personal está agotado desde la llegada del EI a la región, dice. Tuvieron que lidiar con la llegada masiva de desplazados, de las víctimas de los combates en las filas de los peshmergas, los combatientes kurdos, y todo ello con un trasfondo de crisis económica latente en esta región autónoma que obtiene la mayoría de sus ingresos del petróleo.
Erbil, con tres servicios de urgencias y varios hospitales especializados, era "la única salida posible" para los heridos de las zonas controladas por el EI, explica Barzanji. Y ahora que las fuerzas kurdas y federales iraquíes lanzaron una ofensiva contra Mosul -hace dos meses- la situación podría degenerar en hacinamiento.
"Nuestras salas de operaciones afrontan fuertes penurias de instrumentos y equipamientos", advierte. "Ya hay crisis y pronto podríamos tener un desastre", afirma este médico. "¿Cuánto tiempo podremos todavía aguantar?".