Entrevista: El fenómeno Netrebko


Desde que cantó Guerra y paz por todo el mundo y La traviata en Salzburgo, el éxito no le ha dado tregua a la diva rusa. "Sólo deseo cantar. No quiero ser una estrella", dice. Ella encabeza una nueva generación que ya está bajo los focos.



Entrevista: El fenómeno Netrebko
Prefiere, por el momento, el bel canto y cosas exquisitas de Mozart, un compositor que para ella ha sido talismán. "Son buenos para la voz, la mantienen sana y en forma". Aunque no todo en esa especialidad le vale. Uno de sus mayores deseos es actuar con algunos tenores grandes, pero a veces no encajan las cosas. "Me gustaría cantar más con Dieguito (Juan Diego Flórez). Es adorable. Pero nuestras voces no se compenetran bien. No sé muy bien por qué. Una pena porque es el mejor cantante rossiniano, no de ahora, sino de la historia".
Otra cosa es Rolando Villazón, junto a quien muchos vieron la pareja soñada. "Ya no. Hace tiempo que no hacemos cosas juntos...", zanja con una gotita de misterio. Fueron el gran tándem en el escenario, no en la vida real. Aunque Netrebko ha demostrado para su matrimonio predilección latina con el barítono uruguayo Erwin Schrott, junto a quien acaba de tener un niño. También eso le ha obligado a frenar. "Ves las cosas con más cuidado. Hay cantantes que creen que se puede hacer de todo, todo el tiempo, y se equivocan". Con juicios así, Netrebko muestra que se acerca cada día más hacia una sensata madurez a sus 38 años.
Ese punto en la vida en el que empiezas a sospechar que no todo es posible, que no todo vale, pese a lo que te pidan las discográficas, los directores de los teatros y algunos agentes. Su regreso tras la maternidad ha sido reposado. "Empecé con Lucia di Lammermoor. Nada fácil. I Capuleti e i Montecchi es la segunda". Luego pasará a otras cosas. Huye de la especialización, aunque sabe que es buena. "Me aburriría siempre cantando lo mismo", se excusa.
En esta nueva etapa de relativa calma, Netrebko sabe bien lo que quiere. Una cosa es el estrellato que ahora exigen en su mundo y otra, bien diferente, la legítima aspiración al divismo bien entendido. "Todos aquellos jóvenes que aspiran en este mundo a la fama deben saber que ésta tiene un lado oscuro que no puedes controlar, que te desborda. Este mundo te ahoga, te chupa la sangre". La lucha es complicada porque algo de fama no sobra. "Debes conservarla para atraer a la gente a los teatros, pero no hasta el punto de volverse loco. No me puedo imaginar a las estrellas de rock y de cine. Debe ser un infierno".
Hay países en los que Netrebko no se aleja del foco. En la misma Rusia, donde se enfadaron muchísimo al enterarse de que había decidido aceptar la ciudadanía austriaca, algo muy práctico para quien reparte su vida entre Viena y Nueva York. "Ya se sabe, los rusos somos así. Cuando todo va perfectamente, tenemos la sensación de que algo falla. Creían que renunciaba a mi pasaporte ruso, pero no. Se equivocaban. Tengo las dos nacionalidades. No sabes lo que me ha arreglado la vida un pasaporte de la UE".
Sin embargo, existen lugares en los que escapa a todo eso. "En España, por ejemplo. Nadie me conoce. Puedo ir tranquilamente de compras". Otro de sus vicios compulsivos. Es toda una fashion victim y no lo oculta. Volverá a Madrid. "En tres años, con Anna Bolena. Me lo ha propuesto Gérard Mortier. Me llevo muy bien con él, aunque parezca raro", comenta. Bien es sabido que Mortier no suele pasar una a los divos caprichosos. "Lo que no es mi caso, por cierto. Creo que le gusto", aclara ella. "Hace las cosas bien. Es el hombre indicado para dirigir un teatro".
No todos los cantantes dirían lo mismo. Sonadas han sido sus trifulcas con muchos de ellos. En un pulso con el nuevo director artístico del Real llevan las de perder. Más si alardeas de altivez. Aunque Netrebko defiende ese halo especial de los cantantes. "Somos diferentes. Tenemos un aura y un carácter, una determinación. No por divismo, sino porque sabemos lo que nos conviene a nosotros y al montaje".
Las cuestiones de imagen las tiene muy estudiadas. Y eso que muchos la han acusado de haberse dejado dominar por su discográfica, Deutsche Grammophon, para que le creara un icono agresivo. "Yo he fabricado mi imagen. Muchos dicen que no me parezco a la que ven por ahí. Yo contesto: '¿Y qué? ¿Acaso Madonna se parece a esa que sale en las fotos?". Lo que no soporta es la vulgaridad. "A esas cantantes que parece que acaban de salir de la cocina de cortar chuletas. Hay que cuidarse un poco, hombre. Arreglarse para salir al escenario. La gente que viene a vernos quiere algo especial".
I Capuleti e i Montecchi, de Bellini. The Royal Opera House. Dirección: Pier Luigi Pizzi. Anna Netrebko (Giulietta), Elina Garanca (Romeo). 30 de marzo; 2, 7 y 11 de abril. Londres. www.roh.org.uk. I Capuleti e i Montecchi. Anna Netrebko / Elina Garanca. Deutsche Grammophon. www.annanetrebko.com/
Viernes, 27 de Marzo 2009
El País, España
           


Nuevo comentario:

Noticias | Política | Ideas | Personalidades | Doctrinas | Cultura | Patrimonio cultural | Libros | Diálogo | Investigación | Literatura | Artes | Educación | Comunicación | Ciencia | Entretenimiento | Turismo | Sociedad | Deporte