¿Es posible un desenlace en las negociaciones sobre el "Brexit"?


Bruselas/Londres. - Dos semanas son 14 días o 336 horas o 20.160 minutos. Este es el plazo que la Unión Europea (UE) dio al Gobierno británico para que haga concesiones en las negociaciones sobre el "Brexit", la salida del Reino Unido del bloque comunitario, previsto para marzo de 2019. Sin embargo, ¿quién va a tomar al pie de la letra tal plazo cuando ya han pasado más de 500 días desde que los electores británicos optaron por la salida de la UE?



Philip Hammond en el parlamento británico.
Philip Hammond en el parlamento británico.
Diplomáticos europeos explican ahora que el ultimátum que el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, dio hace dos semanas a Londres no es tan rígido. Sin embargo, desde el punto de vista de Bruselas, la fijación del plazo ha surtido efecto.
Las señales que esta semana han llegado desde Londres son interpretadas como una intención de romper por fin el estancamiento de las conversaciones iniciadas hace cinco meses. La entrevista que la primera ministra británica, Theresa May, mantendrá el viernes con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, podría al menos dar un indicio de si va a ser posible lograr un avance sustancial en las negociaciones como muy tarde a mediados de diciembre, tal como está previsto.
Todo sigue girando en torno a tres cuestiones fundamentales, en las que la UE espera compromisos por parte de Londres antes de que puedan comenzar las conversaciones sobre las futuras relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea: garantías para los 3,2 millones de ciudadanos de la UE radicados en el Reino Unido, la futura frontera entre Irlanda, país miembro de la UE, e Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, y la factura que Londres tiene que pagar a la UE después de haber pertenecido al bloque durante más de 40 años.
Solo si se logra un acuerdo de principio sobre esas tres cuestiones, la UE estará dispuesta a atender el deseo británico de hablar de las futuras relaciones comerciales y diplomáticas.
Desde hace algún tiempo se ha avanzado bastante en acordar las condiciones bajo las cuales los ciudadanos de la UE podrán seguir viviendo en el Reino Unido. Todavía hay detalles por aclarar, pero, según fuentes diplomáticas en Bruselas, no se trata de un obstáculo insalvable. Y desde esta semana también hay más optimismo en la UE respecto al polémico tema de la factura que tiene que pagar Londres.
Bruselas no ha ocultado su satisfacción ante informaciones procedentes de Londres que aseguran que May ha recabado el apoyo de miembros importantes de su gabinete para mejorar la oferta financiera a la UE. El Gobierno británico no ha mencionado una suma concreta, que medios británicos cifran en 40.000 millones de euros. Esta cantidad duplicaría la oferta hecha hasta ahora y se acercaría al monto señalado de forma no oficial por fuentes de la UE, de al menos 60.000 millones de euros.
Diplomáticos de la UE subrayan que lo importante no es una cantidad fija sino el reconocimiento de compromisos asumidos en el pasado por el Reino Unido como miembro de la UE, tales como gastos en materia de pensiones y compromisos financieros que van más allá de la fecha de salida de la UE, en marzo de 2019.
Irlanda quiere evitar que se cree una frontera con Irlanda del Norte para no romper el espacio económico común en la isla irlandesa y reabrir viejas heridas políticas. El Reino Unido tampoco quiere eso, pero las iniciativas para resolver el problema aún son vagas. El Gobierno irlandés pide con una insistencia creciente, respaldada por los socios de la UE, que Londres ofrezca por escrito garantías.
La extrema lentitud con la que se desarrollan las negociaciones se debe, entre otros factores, a la precaria situación política interna en la que se encuentra la primera ministra May. A no pocos observadores el gabinete británico les parece un castillo de naipes que se tambalea y que podría derrumbarse al menor movimiento.
Es cada vez menor el apoyo que recibe May dentro de su Partido Conservador desde la debacle de los "tories" en las elecciones adelantadas del pasado mes de junio. La premier es apoyada por el Partido Unionista Democrático (DUP), una formación norirlandesa ultraconservadora para la que justamente la cuestión irlandesa es muy delicada.
A su vez, la transferencia a Bruselas de otros miles de millones de euros enfurece a los más acérrimos defensores del "Brexit". Entre ellos el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, aunque parece haber dado su aprobación ahora a una oferta financiera mejorada por parte de Londres. A Johnson se le atribuyen ambiciones para ocupar la jefatura del Gobierno y una y otra vez pone palos a las ruedas de May.
Al parecer, Johnson y el ministro de Medio Ambiente, Michael Grove, exigieron hace poco a May que, de ser necesario, imponga un "Brexit duro". May tiene problemas para lograr un consenso entre los defensores de un "Brexit duro" y los que abogan por una salida más suave de la UE.
Además del "Brexit", May se enfrenta a otras cuestiones. Michael Fallon, quien durante años ha sido un importante apoyo para ella, renunció a su cargo de ministro de Defensa tras recibir acusaciones de acoso sexual. También se encuentra bajo presión otro destacado aliado de May, el viceprimer ministro Damian Green, igualmente salpicado por el escándalo sobre abusos sexuales. La ministra de Cooperación Internacional, Priti Patel, se vio obligada a dimitir por haberse reunido, sin previo acuerdo con el Gobierno, con el primer ministro Benjamin Netanyahu durante unas vacaciones en Israel. El gabinete de May se está tambaleando.
Pese a los tonos más optimistas que se escuchan en Bruselas, la situación en torno al "Brexit" sigue siendo muy confusa. El Gobierno en Londres se mueve de aquí para allá. Para la UE, la situación desoladora del Ejecutivo británico azuza el temor de que al final todo vaya mal y el Reino Unido decida abandonar la UE sin acuerdo.
Jueves, 23 de Noviembre 2017
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
           


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