Carlos, cuyo verdadero nombre es Ilich Ramírez Sánchez, fue una figura conocida en todo el mundo en los años setenta y ochenta, considerado por unos como el líder del terrorismo internacional y por otros como un revolucionario de leyenda.
Desde el lunes comparece ante un tribunal penal de París por un atentado con granada perpetrado en 1974 contra una galería comercial de la capital francesa.
Detenido 20 años después en Sudán por agentes de inteligencia francesa, Carlos, hoy de 67 años, tiene nacionalidad venezolana y se autoproclama "revolucionario profesional".
Ya está cumpliendo dos condenas a cadena perpetua en una cárcel en las afueras de París por un triple homicidio y cuatro atentados en trenes y estaciones de trenes que dejaron once muertos y unos 150 heridos.
Esta vez está acusado de "asesinato e intento de asesinato, daño de propiedad y transporte de material de guerra, en relación a una empresa terrorista" y se enfrenta a una nueva condena a cadena perpetua.
Citado como testigo por la fiscalía en el cuarto día del juicio que se celebra en un tribunal competente para juzgar "actos de terrorismo", Hans-Joachim Klein, exmiembro de las células revolucionarias alemanas, se mostró severo respecto a su otrora compañero de armas.
"En mi opinión Carlos es un asesino de masas, con problemas de salud mental", zanjó Klein en respuesta a una pregunta del presidente del tribunal François Sottet.
Klein, alias "Angie", participó y llevó a cabo entre 1974 y 1976 varias operaciones armadas bajo la dirección de Carlos.
Entre éstas figura la espectacular toma de rehenes de la OPEP en diciembre de 1975 en Viena durante una reunión de ministros del Petróleo que dejó tres muertos.
- Contradicciones -
El testimonio de Klein es uno de los elementos claves de la acusación.
Según este alemán de 69 años, que aún no conocía a Carlos en el momento del atentado contra la galería parisina ubicada en el bulevar Saint-Germain, el sudamericano le contó años más tarde que fue él quien cometió el ataque.
Para la fiscalía, el atentado estaba conectado con una toma de rehenes en curso en la embajada de Francia en La Haya.
Un comando del Ejército Rojo Japonés, grupo ligado al Frente de Liberación de Palestina (FPLP) —del que Carlos formaba parte— realizó esta toma de rehenes para exigir la liberación de uno de sus miembros detenidos en París.
"Carlos me contó que lanzó la granada para que liberaran al japonés detenido en París", dijo Klein. "Me dijo que pensaba lanzar otras contra teatros o cines si no lo liberaban", agregó este hombre delgado y canoso, vestido con una chaqueta de jean desgastada, que habla con un fuerte acento alemán.
"Es lo único que me contó, pero no tengo ninguna prueba", señaló este "arrepentido", que se instaló en Francia después de haber cumplido una pena de cárcel en Alemania por la toma de rehenes de la OPEP.
Sin embargo, durante la audiencia, Klein no logró determinar cuándo y dónde Carlos le hizo estas confidencias, lo que fragilizó su testimonio.
"Quiero ayudar, pero después de tanto tiempo es difícil", se justificó este sexagenario, pidiendo disculpas al tribunal.
En cambio, relató sin problemas su primer encuentro con Carlos en marzo de 1975 en un apartamento parisino colmado de armas, donde "El Chacal" le mostró cómo utilizar una pistola ametralladora Skorpion.
"Era un hombre muy elegante, llevaba perfume y hablaba en inglés. Me di cuenta más tarde que era un hombre al que le gustaba el lujo y las mujeres", declaró.
Este juicio se abre al término de una larga batalla legal de varias décadas tras la cual la justicia francesa rechazó la prescripción invocada por la defensa de Carlos al considerar que este atentado se inscribía "en la perseverancia de un compromiso terrorista".