El teatro Bolshoi
La ópera del padre de la música rusa Mijail Ivanovich Glinka, basada en un poema de Alexander Pushkin, puesta en escena por el innovador Dmitri Cherniakov, arrancó en un decorado tradicional bastante kitsch.
Ludmila lleva un kokoshnik, cofia tradicional de las mujeres rusas, los atuendos de los invitados con brocado brillan multicolores y la ceremonia transcurre en una sala azul vivo decorada con jojloma (pintura expresiva rusa de color dorado, rojo y negro).
La acción se desplaza rápidamente a la época actual y expone tentaciones muy modernas de los protagonistas separados por pérfidos brujos: un "harem" con bellezas ligeras de ropa y en patines en el caso de Ruslan; un masaje tai y un atleta tatuado seductor para Ludmila.
Durante el cambio de decorados, primeros planos de otros héroes de edad se proyectan en la pantalla negra que sirve de telón, una técnica inédita en el Bolshoi, que no gustó a todos.
Varios espectadores silbaron y gritaron "¡vergüenza!", un comportamiento extendido en los otros teatros pero nunca visto en el Bolshoi.
Algunos gritaron tímidos "bravos".
El director Dmitri Tcherniakov aseguró el lunes, en el ensayo general, que no buscaba "el escándalo" con este estreno muy esperado después de la reapertura del teatro cerrado seis años por obras gigantescas.
"Ruslan y Ludmila", una obra "suntuosa, voluminosa, colorista y complicada", es "la producción más importante de mi vida", confió a la prensa, al tiempo que dijo estar "preparado para los ataques" de los aficionados más conservadores.
"El tema es totalmente moderno, la intensidad de las emociones será como en la vida misma", recalcó.
Para Mijail Petrenko, del teatro Mariinski de San Petersburgo, que encarna a Ruslan, el cuento se transforma en el escenario del Bolshoi en "un drama desgarrador", una interpretación radicalmente diferente de la propuesta en su teatro, donde la ópera se presenta desde hace un siglo en una versión accesible para un público infantil.
"Nunca había interpretado a una Ludmila así. Van a ver una coqueta exaltada pero con un carácter muy ruso", había prometido la cantante Albina Chaguimuratova.
Los críticos preguntados por la AFP después del espectáculo saludaron el nivel musical de la producción.
"La orquesta dirigida por Vladimir Yurovski y el coro son excelentes, como los cantantes", subrayó Piotr Pospelov.
"La puesta en escena es como un palo de ciego", en la medida en que choca con el carácter épico de la ópera", añadió.
Según el crítico del diario Kommersant Serguei Jodnev, "la apuesta del Bolshoi era arriesgada pero el espectáculo es un gran éxito".
El teatro criticado en el pasado por sus puestas en escena estáticas "manda un mensaje de que no se va a encorsetar con la tradición", subraya.
"También es muy interesante desde el punto de vista musical y muy diferente de las interpretaciones soviéticas. Con Yurovski, todo se vuelve más ligero y nervioso. Será más comprensible para los europeos", estimó.
Todas las entradas para este espectáculo, primera producción en el escenario histórico que se representará hasta el 10 de noviembre, se vendieron directamente en las taquillas del Bolshoi.
Solo se encuentran entradas, a precios astronómicos que pueden llegar a los 25.000 rublos (600 euros), en agencias especializadas de la red o revendidos por particulares en las inmediaciones del teatro, según la prensa.
Ludmila lleva un kokoshnik, cofia tradicional de las mujeres rusas, los atuendos de los invitados con brocado brillan multicolores y la ceremonia transcurre en una sala azul vivo decorada con jojloma (pintura expresiva rusa de color dorado, rojo y negro).
La acción se desplaza rápidamente a la época actual y expone tentaciones muy modernas de los protagonistas separados por pérfidos brujos: un "harem" con bellezas ligeras de ropa y en patines en el caso de Ruslan; un masaje tai y un atleta tatuado seductor para Ludmila.
Durante el cambio de decorados, primeros planos de otros héroes de edad se proyectan en la pantalla negra que sirve de telón, una técnica inédita en el Bolshoi, que no gustó a todos.
Varios espectadores silbaron y gritaron "¡vergüenza!", un comportamiento extendido en los otros teatros pero nunca visto en el Bolshoi.
Algunos gritaron tímidos "bravos".
El director Dmitri Tcherniakov aseguró el lunes, en el ensayo general, que no buscaba "el escándalo" con este estreno muy esperado después de la reapertura del teatro cerrado seis años por obras gigantescas.
"Ruslan y Ludmila", una obra "suntuosa, voluminosa, colorista y complicada", es "la producción más importante de mi vida", confió a la prensa, al tiempo que dijo estar "preparado para los ataques" de los aficionados más conservadores.
"El tema es totalmente moderno, la intensidad de las emociones será como en la vida misma", recalcó.
Para Mijail Petrenko, del teatro Mariinski de San Petersburgo, que encarna a Ruslan, el cuento se transforma en el escenario del Bolshoi en "un drama desgarrador", una interpretación radicalmente diferente de la propuesta en su teatro, donde la ópera se presenta desde hace un siglo en una versión accesible para un público infantil.
"Nunca había interpretado a una Ludmila así. Van a ver una coqueta exaltada pero con un carácter muy ruso", había prometido la cantante Albina Chaguimuratova.
Los críticos preguntados por la AFP después del espectáculo saludaron el nivel musical de la producción.
"La orquesta dirigida por Vladimir Yurovski y el coro son excelentes, como los cantantes", subrayó Piotr Pospelov.
"La puesta en escena es como un palo de ciego", en la medida en que choca con el carácter épico de la ópera", añadió.
Según el crítico del diario Kommersant Serguei Jodnev, "la apuesta del Bolshoi era arriesgada pero el espectáculo es un gran éxito".
El teatro criticado en el pasado por sus puestas en escena estáticas "manda un mensaje de que no se va a encorsetar con la tradición", subraya.
"También es muy interesante desde el punto de vista musical y muy diferente de las interpretaciones soviéticas. Con Yurovski, todo se vuelve más ligero y nervioso. Será más comprensible para los europeos", estimó.
Todas las entradas para este espectáculo, primera producción en el escenario histórico que se representará hasta el 10 de noviembre, se vendieron directamente en las taquillas del Bolshoi.
Solo se encuentran entradas, a precios astronómicos que pueden llegar a los 25.000 rublos (600 euros), en agencias especializadas de la red o revendidos por particulares en las inmediaciones del teatro, según la prensa.