Un gol de Sergey Ignashevich en propia en el minuto 12 y un penal convertido por Artem Dzyuba en el 41 llevaron el partido a la prórroga, pero el tiempo adicional tampoco deshizo el empate. En los penales, los errores de Koke y de Iago Aspas enviaron a España a la lona.
El estadio Luzhniki explotó de alegría con la última parada del meta Igor Akinfeev al disparo de Aspas. No es para menos: Rusia llegaba al torneo como la peor selección del ranking y está en cuartos de final. Ahí se medirá el próximo sábado en Sochi a Croacia o Dinamarca.
España protagonizó un nuevo patinazo. Tras encadenar dos Eurocopas y un Mundial entre 2008 y 2012, "La Roja" cayó en la fase de grupos de Brasil 2014 y en los octavos de la Eurocopa 2016. Hoy, ante la selección número 70 del escalafón de la FIFA, dijo adiós a Rusia por la puerta de atrás tras semanas de máxima tensión.
Nada empezó bien para España en el Mundial, pues a dos días de su debut el técnico Julen Lopetegui fue despedido por haber llegado a un acuerdo con el Real Madrid para después del torneo. Pese a tener a los jugadores en contra, la federación optó por echar al líder del barco y nombrar como técnico a Fernando Hierro.
Y después llegó una fase de grupos en la que ofreció una imagen melancólica. Aquella España que enamoraba con un fútbol de toque y velocidad parece un vago recuerdo.
Tuvo como siempre la posesión, pero fue un ejercicio estéril. Apagada y sin desequilibrio, chocó una y otra vez contra las ordenadas defensas que le pusieron delante.
El partido en el Luzhniki le brindaba la oportunidad de dar un puñetazo sobre la mesa. Olvidar el terremoto de Lopetegui, disipar las dudas que dejó en la primera fase. Ante la anfitriona y con casi 80.000 gargantas enfrente. Pero encontró lo contrario: la puerta de salida del Mundial.
Advertido de la falta de chispa que mostró su equipo ante Irán y Marruecos en la fase de grupos, Hierro sentó al legendario Andrés Iniesta. También dejó en el banco a Dani Carvajal y Thiago Alcántara para dar entrada a Marco Asensio, Nacho y Koke.
Rostros nuevos, pero el mismo juego plano. España se encontró desde el minuto 1 con una defensa rusa de cinco hombres que le costó un mundo entender. El planteamiento de los locales obligaba a España a hacer un ejercicio al que está acostumbrada: paciencia, más paciencia y no cometer errores. Pero hoy lo llevó al límite, pues tenía tanto miedo a las contras que no arriesgaba nada en campo rival.
España encontró el camino al gol a balón parado. Asensio botó una falta desde el costado derecho y el balón acabó golpeando en el pie a Ignashevich para acabar en el fondo de las redes. Sergio Ramos, que estaba peleando con el ruso por el centro, lo celebró como suyo y el banquillo español explotó.
Ningún equipo cambió el plan tras el gol. Rusia siguió defendiendo y España controlando el balón. Fue una primera parte soporífera, con largas posesiones del equipo de Hierro pero sin crear nada de peligro. De hecho, tardó 15 minutos en volver a pisar el área de Rusia.
Un tiro de Aleksandr Golovin, el más talentoso de una Rusia bastante pobre en cuanto a imaginación, que se fue un poco desviado en el minuto 36 actuó como despertador. La grada, hasta entonces más atenta a la ola que al fútbol, volvió a poner la mirada sobre el césped.
Apenas cuatro minutos después llegó el tanto del empate. Piqué cometió un penal absurdo al saltar con el brazo extendido y taponar el remate de cabeza de Artem Dzyuba. El potente delantero, 1,94 metros, se encargó de transformarlo.
Para entonces, España todavía no había tirado entre los tres palos de la portería defendida por Igor Akinfeev. Pero la estadística quedó maquillada en el descanso porque Isco y Diego Costa en dos ocasiones probaron al guardameta.
La segunda parte arrancó con más ritmo y Rusia, ahora sí, echó el resto. En el 65' ya había hecho los tres cambios, entre ellos Cheryshev. Hierro tardó en mover piezas y poco después llamó a Iniesta.
Campeón de dos Eurocopas y un Mundial con España, el centrocampista entró por Silva con casi 25 minutos por delante. Mente fresca para intentar cambiar el rumbo del partido con algún truco de la chistera.
Pudo marcar el gol de la victoria en el 85', cuando disparó desde fuera del área tras una dejada sensacional con el pecho de Iago Aspas. El delantero gallego, que había sustituido poco antes a Diego Costa, pescó el rebote pero tampoco tuvo fortuna.
Si estar en octavos ya era un premio para Rusia, llevar a España hasta la prórroga era un regalo. Y allá que se fueron, con algunos futbolistas con los músculos al límite. No tardaron los técnicos en hacer el cuarto cambio, una de las novedades de este Mundial.
Rodrigo, el cuarto cambio español, tuvo la mejor oportunidad de la prórroga en el minuto 109, cuando tras una gran jugada individual se internó en el área. Salvó Akinfeev a los rusos antes que empezara a diluviar.
Por si le faltaba algo al partido, se llegó a los penales. Ahí Rusia se mostró infalible y el portero Akinfeev hizo el resto.
El estadio Luzhniki explotó de alegría con la última parada del meta Igor Akinfeev al disparo de Aspas. No es para menos: Rusia llegaba al torneo como la peor selección del ranking y está en cuartos de final. Ahí se medirá el próximo sábado en Sochi a Croacia o Dinamarca.
España protagonizó un nuevo patinazo. Tras encadenar dos Eurocopas y un Mundial entre 2008 y 2012, "La Roja" cayó en la fase de grupos de Brasil 2014 y en los octavos de la Eurocopa 2016. Hoy, ante la selección número 70 del escalafón de la FIFA, dijo adiós a Rusia por la puerta de atrás tras semanas de máxima tensión.
Nada empezó bien para España en el Mundial, pues a dos días de su debut el técnico Julen Lopetegui fue despedido por haber llegado a un acuerdo con el Real Madrid para después del torneo. Pese a tener a los jugadores en contra, la federación optó por echar al líder del barco y nombrar como técnico a Fernando Hierro.
Y después llegó una fase de grupos en la que ofreció una imagen melancólica. Aquella España que enamoraba con un fútbol de toque y velocidad parece un vago recuerdo.
Tuvo como siempre la posesión, pero fue un ejercicio estéril. Apagada y sin desequilibrio, chocó una y otra vez contra las ordenadas defensas que le pusieron delante.
El partido en el Luzhniki le brindaba la oportunidad de dar un puñetazo sobre la mesa. Olvidar el terremoto de Lopetegui, disipar las dudas que dejó en la primera fase. Ante la anfitriona y con casi 80.000 gargantas enfrente. Pero encontró lo contrario: la puerta de salida del Mundial.
Advertido de la falta de chispa que mostró su equipo ante Irán y Marruecos en la fase de grupos, Hierro sentó al legendario Andrés Iniesta. También dejó en el banco a Dani Carvajal y Thiago Alcántara para dar entrada a Marco Asensio, Nacho y Koke.
Rostros nuevos, pero el mismo juego plano. España se encontró desde el minuto 1 con una defensa rusa de cinco hombres que le costó un mundo entender. El planteamiento de los locales obligaba a España a hacer un ejercicio al que está acostumbrada: paciencia, más paciencia y no cometer errores. Pero hoy lo llevó al límite, pues tenía tanto miedo a las contras que no arriesgaba nada en campo rival.
España encontró el camino al gol a balón parado. Asensio botó una falta desde el costado derecho y el balón acabó golpeando en el pie a Ignashevich para acabar en el fondo de las redes. Sergio Ramos, que estaba peleando con el ruso por el centro, lo celebró como suyo y el banquillo español explotó.
Ningún equipo cambió el plan tras el gol. Rusia siguió defendiendo y España controlando el balón. Fue una primera parte soporífera, con largas posesiones del equipo de Hierro pero sin crear nada de peligro. De hecho, tardó 15 minutos en volver a pisar el área de Rusia.
Un tiro de Aleksandr Golovin, el más talentoso de una Rusia bastante pobre en cuanto a imaginación, que se fue un poco desviado en el minuto 36 actuó como despertador. La grada, hasta entonces más atenta a la ola que al fútbol, volvió a poner la mirada sobre el césped.
Apenas cuatro minutos después llegó el tanto del empate. Piqué cometió un penal absurdo al saltar con el brazo extendido y taponar el remate de cabeza de Artem Dzyuba. El potente delantero, 1,94 metros, se encargó de transformarlo.
Para entonces, España todavía no había tirado entre los tres palos de la portería defendida por Igor Akinfeev. Pero la estadística quedó maquillada en el descanso porque Isco y Diego Costa en dos ocasiones probaron al guardameta.
La segunda parte arrancó con más ritmo y Rusia, ahora sí, echó el resto. En el 65' ya había hecho los tres cambios, entre ellos Cheryshev. Hierro tardó en mover piezas y poco después llamó a Iniesta.
Campeón de dos Eurocopas y un Mundial con España, el centrocampista entró por Silva con casi 25 minutos por delante. Mente fresca para intentar cambiar el rumbo del partido con algún truco de la chistera.
Pudo marcar el gol de la victoria en el 85', cuando disparó desde fuera del área tras una dejada sensacional con el pecho de Iago Aspas. El delantero gallego, que había sustituido poco antes a Diego Costa, pescó el rebote pero tampoco tuvo fortuna.
Si estar en octavos ya era un premio para Rusia, llevar a España hasta la prórroga era un regalo. Y allá que se fueron, con algunos futbolistas con los músculos al límite. No tardaron los técnicos en hacer el cuarto cambio, una de las novedades de este Mundial.
Rodrigo, el cuarto cambio español, tuvo la mejor oportunidad de la prórroga en el minuto 109, cuando tras una gran jugada individual se internó en el área. Salvó Akinfeev a los rusos antes que empezara a diluviar.
Por si le faltaba algo al partido, se llegó a los penales. Ahí Rusia se mostró infalible y el portero Akinfeev hizo el resto.