Paolo Gabriele-derecha-durante el juicio.
"En lo que respecta al robo agravado, me declaro inocente. Me siento culpable de haber traicionado la confianza que me tuvo el Santo Padre, a quien quiero como (si fuera) su hijo", declaró ante la justicia Paolo Gabriele, quien también afirmó haber actuado "sin cómplices", si bien tuvo numerosos "contactos".
"Desde 1997, todos me conocían en el Vaticano, me tenían confianza", declaró. "No soy el único que ha brindado informaciones confidenciales a la prensa en estos años", agregó.
Gabriele también dijo haber actuado de ese modo porque el papa Benedicto XVI había sido "manipulado".
"Lo que realmente me horrorizaba era cuando me sentaba a almorzar con el Santo Padre y que, algunas veces, el Papa me preguntaba cosas sobre las que tenía que estar informado", indicó.
"En ese momento quedé firmemente convencido de que era fácil manipular a una persona con tan enormes poderes", agregó.
Cuando su abogada le preguntó si pensaba que el Papa estaba mal informado, el acusado contestó afirmativamente, pero el juez desestimó la pregunta.
El magistrado también interrumpió a Gabriele en repetidas oportunidades, cuando el acusado procuraba brindar detalles de su red de contactos en el Vaticano.
Durante la instrucción del caso, Gabriele había dicho querer combatir "el mal y la corrupción" en el Vaticano. No obstante, este martes, el juez Giuseppe Dalla Torre estimó sistemáticamente que las preguntas al respecto estaban "fuera de tema", ya que había que "limitarse al cargo de inculpación", o sea el "robo agravado".
Por otra parte, el Vaticano decidió realizar una investigación sobre las condiciones de detención de Gabriele, quien afirma haber sido sometido a "presiones psicológicas" desde su arresto, el pasado 23 de mayo. Según el exmayordomo del Papa, se lo encerró durante 15 días en una celda en la que no podía ni siquiera estirar el brazo, iluminada 24 horas sobre 24.
Gabriele, uno de los pocos ciudadanos laicos del estado más pequeño del mundo, podría ser condenado a una pena de hasta cuatro años de prisión.
El juicio estuvo abierto a la prensa, hecho inédito en la historia del Estado Pontificio. Sin embargo, la audiencia pública estaba estrictamente controlada: solo unos pocos periodistas fueron autorizados a entrar a la sala del tribunal y únicamente podían informar sobre el juicio a su salida. No podían utilizar cámaras de foto, ni de vídeo.
Fiel servidor de Benedicto XVI, el mayordomo le preparaba sus hábitos de ceremonia y le servía la comida. En las fotos oficiales se le veía siempre al lado del Papa, incluso junto al célebre papamóvil.
Está acusado de haber robado y fotocopiado durante meses decenas de documentos confidenciales del Papa y sus colaboradores. Después, bajo el seudónimo de "Maria", los transmitía al periodista Gianluigi Nuzzi, quien los utilizó en el libro "Sua Santità" (Su Santidad), donde quedaron al descubierto las rivalidades y la animosidad, especialmente contra el número dos del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone.
Entre la correspondencia del Papa destaca una carta de un ex responsable del Vaticano que se quejaba de haber sido apartado tras tratar de luchar contra la corrupción en el seno de la Iglesia Católica.
"Desde 1997, todos me conocían en el Vaticano, me tenían confianza", declaró. "No soy el único que ha brindado informaciones confidenciales a la prensa en estos años", agregó.
Gabriele también dijo haber actuado de ese modo porque el papa Benedicto XVI había sido "manipulado".
"Lo que realmente me horrorizaba era cuando me sentaba a almorzar con el Santo Padre y que, algunas veces, el Papa me preguntaba cosas sobre las que tenía que estar informado", indicó.
"En ese momento quedé firmemente convencido de que era fácil manipular a una persona con tan enormes poderes", agregó.
Cuando su abogada le preguntó si pensaba que el Papa estaba mal informado, el acusado contestó afirmativamente, pero el juez desestimó la pregunta.
El magistrado también interrumpió a Gabriele en repetidas oportunidades, cuando el acusado procuraba brindar detalles de su red de contactos en el Vaticano.
Durante la instrucción del caso, Gabriele había dicho querer combatir "el mal y la corrupción" en el Vaticano. No obstante, este martes, el juez Giuseppe Dalla Torre estimó sistemáticamente que las preguntas al respecto estaban "fuera de tema", ya que había que "limitarse al cargo de inculpación", o sea el "robo agravado".
Por otra parte, el Vaticano decidió realizar una investigación sobre las condiciones de detención de Gabriele, quien afirma haber sido sometido a "presiones psicológicas" desde su arresto, el pasado 23 de mayo. Según el exmayordomo del Papa, se lo encerró durante 15 días en una celda en la que no podía ni siquiera estirar el brazo, iluminada 24 horas sobre 24.
Gabriele, uno de los pocos ciudadanos laicos del estado más pequeño del mundo, podría ser condenado a una pena de hasta cuatro años de prisión.
El juicio estuvo abierto a la prensa, hecho inédito en la historia del Estado Pontificio. Sin embargo, la audiencia pública estaba estrictamente controlada: solo unos pocos periodistas fueron autorizados a entrar a la sala del tribunal y únicamente podían informar sobre el juicio a su salida. No podían utilizar cámaras de foto, ni de vídeo.
Fiel servidor de Benedicto XVI, el mayordomo le preparaba sus hábitos de ceremonia y le servía la comida. En las fotos oficiales se le veía siempre al lado del Papa, incluso junto al célebre papamóvil.
Está acusado de haber robado y fotocopiado durante meses decenas de documentos confidenciales del Papa y sus colaboradores. Después, bajo el seudónimo de "Maria", los transmitía al periodista Gianluigi Nuzzi, quien los utilizó en el libro "Sua Santità" (Su Santidad), donde quedaron al descubierto las rivalidades y la animosidad, especialmente contra el número dos del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone.
Entre la correspondencia del Papa destaca una carta de un ex responsable del Vaticano que se quejaba de haber sido apartado tras tratar de luchar contra la corrupción en el seno de la Iglesia Católica.