El barco, con cientos de cadáveres en descomposición, fue recuperado la semana pasada por la marina italiana a 370 metros de profundidad y transportado a Sicilia, en donde comenzaron la inédita y compleja operación para dar identidad genética a esos muertos.
"Estamos trabajando sin parar, hasta recuperar el último cuerpo," informó a la AFP Luca Cari, vocero de los bomberos, quien estima que esa fase durará unos diez días.
Los bomberos empezaron a limpiar la cubierta, donde encontraron numerosos restos, "probablemente de decenas de personas", contó Cari.
Dos entradas por las paredes laterales de la embarcación fueron abiertas para facilitar el acceso directo a la bodega, donde viajaban hacinados la mayoría de los migrantes, casi todos africanos.
A partir del martes, los bomberos equipados con trajes de buceo y tanques de oxígeno se turnarán sin parar, con turnos de 30 minutos, para recuperar los cuerpos del interior.
Una cámara introducida en la bodega reveló que debajo de la primera capa de esqueletos, los cuerpos parecen estar en mejor estado de conservación, en particular los de muchos niños.
"Se trata de una intervención especial sea desde el punto de vista técnico que emocional. El ser humano no está preparado para ese horror", comentó Cari.
Un equipo de expertos forenses registra todos las etapas de la operación con el fin de establecer la identidad de las víctimas, las cuales serán luego enterradas en Sicilia.
Las autoridades italianas autorizaron y financiaron la compleja operación de rescate con la idea de crear una red europea para identificar a las víctimas que pierden la vida en el Mediterráneo.
En la noche del 18 al 19 de abril de 2015, el pesquero que había zarpado de Libia se hundió después de chocar con un carguero portugués que intentaba rescatarlo. Sólo 28 personas sobrevivieron a la tragedia de las cerca de 700 a 800 que viajaban a bordo.
El día de la tragedia, la marina italiana recuperó más de 169 cuerpos.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 10.000 migrantes han perdido la vida en el Mediterráneo desde el 2014 al intentar entrar en Europa por mar.