En competición en la Mostra de Venecia, "Francofonía" es un monólogo de cerca de una hora y media de Sokurov, León de Oro en 2011 por su película "Fausto". La nueva obra no es ni una película de ficción, ni un documental, sino un verdadero ovni cinematográfico.
"Hacer esta película fue una necesidad crítica y categórica absoluta, porque nosotros los seres humanos no sólo tenemos la necesidad fisiológica de reproducirnos, sino también el deber moral de vivir a través del arte, y los museos son la ilustración de eso", declara el realizador ruso a AFP-TV.
"Francofonía" abunda en relatos sobre la historia arquitectónica del Louvre y en travellings de algunas de las obras más conocidas: "La balsa de la Medusa", de Géricault, "La Libertad guiando al pueblo", de Delacroix, la Victoria de Samotracia, "la Gioconda", los toros alados de Khorsabad o la "Coronación de Napoleón", del pintor David.
También hay diálogos entre el autor y Napoleón. "Yo traje aquí todo. Todo. ¿Para qué habría hecho la guerra, si no es por el arte?", exclama el emperador, recordando que él hizo del Louvre un museo nacional y lo enriqueció con las obras expoliadas en Egipto, Italia y otros lugares.
A las imágenes actuales, en las que se ve también a Marianne, símbolo de la República francesa, caminando por el museo y repitiendo "Libertad, igualdad, fraternidad", se añaden fragmentos de películas de la Segunda Guerra Mundial, rodadas bajo la ocupación alemana.
En aquella época, por decisión de su director Jacques Jaujard, el Louvre fue vaciado y 6.000 cajones con los tesoros más valiosos fueron guardados en castillos situados en diversas provincias de Francia.
La relación de confianza de Jaujard con el conde de Metternich, responsable de preservar el patrimonio artístico en los países bajo ocupación nazi, es uno de los puntos fuertes de "Francofonía", la única parte estrictamente de ficción de la película.
Por miedo a los saqueos y la destrucción, Metternich se negó a devolver las obras a París, pretextando la carga burocrática que eso implicaría. Ese acto lo salvaría de ser condenado en el momento de la Liberación, e incluso fue condecorado con la Legión de Honor, con el apoyo de Jaujard.
"Francofonía" busca precisamente homenajear esa resistencia, al mismo tiempo a la cultura dominante estadounidense y sobre todo a la barbarie del grupo Estado Islámico, que ha destruido varios tesoros arqueológicos en Palmira, Siria.
Refiriéndose al caso de Palmira, Sokurov, de 64 años, asegura que los yihadistas son "animales, monstruos. Tengo más en común con un lobo de Siberia que con esos monstruos".
"Que Dios me perdone, pero deseo que sean aniquilados, porque ahora está claro que se trata de ellos o nosotros", añade este 'habitué' del festival de Cannes, donde presentó sus largometrajes intimistas "Padre e hijo" y "Alexandra".
El objetivo de la película, explica el director, autor de "El arca rusa"(2002), una plano secuencia de 96 minutos rodado en el museo del Ermitage de San Petersburgo, era "poner en valor cierta tendencia universal a celebrar la cultura francesa, aunque esté en declive".
Esa cultura francesa, y en general europea, ha sido "traicionada" según él, que termina sentenciando: "Si no hacemos nada para defenderla, dentro de poco ya no existirá".
"Hacer esta película fue una necesidad crítica y categórica absoluta, porque nosotros los seres humanos no sólo tenemos la necesidad fisiológica de reproducirnos, sino también el deber moral de vivir a través del arte, y los museos son la ilustración de eso", declara el realizador ruso a AFP-TV.
"Francofonía" abunda en relatos sobre la historia arquitectónica del Louvre y en travellings de algunas de las obras más conocidas: "La balsa de la Medusa", de Géricault, "La Libertad guiando al pueblo", de Delacroix, la Victoria de Samotracia, "la Gioconda", los toros alados de Khorsabad o la "Coronación de Napoleón", del pintor David.
También hay diálogos entre el autor y Napoleón. "Yo traje aquí todo. Todo. ¿Para qué habría hecho la guerra, si no es por el arte?", exclama el emperador, recordando que él hizo del Louvre un museo nacional y lo enriqueció con las obras expoliadas en Egipto, Italia y otros lugares.
A las imágenes actuales, en las que se ve también a Marianne, símbolo de la República francesa, caminando por el museo y repitiendo "Libertad, igualdad, fraternidad", se añaden fragmentos de películas de la Segunda Guerra Mundial, rodadas bajo la ocupación alemana.
En aquella época, por decisión de su director Jacques Jaujard, el Louvre fue vaciado y 6.000 cajones con los tesoros más valiosos fueron guardados en castillos situados en diversas provincias de Francia.
La relación de confianza de Jaujard con el conde de Metternich, responsable de preservar el patrimonio artístico en los países bajo ocupación nazi, es uno de los puntos fuertes de "Francofonía", la única parte estrictamente de ficción de la película.
- Una cultura francesa "traicionada" -
Por miedo a los saqueos y la destrucción, Metternich se negó a devolver las obras a París, pretextando la carga burocrática que eso implicaría. Ese acto lo salvaría de ser condenado en el momento de la Liberación, e incluso fue condecorado con la Legión de Honor, con el apoyo de Jaujard.
"Francofonía" busca precisamente homenajear esa resistencia, al mismo tiempo a la cultura dominante estadounidense y sobre todo a la barbarie del grupo Estado Islámico, que ha destruido varios tesoros arqueológicos en Palmira, Siria.
Refiriéndose al caso de Palmira, Sokurov, de 64 años, asegura que los yihadistas son "animales, monstruos. Tengo más en común con un lobo de Siberia que con esos monstruos".
"Que Dios me perdone, pero deseo que sean aniquilados, porque ahora está claro que se trata de ellos o nosotros", añade este 'habitué' del festival de Cannes, donde presentó sus largometrajes intimistas "Padre e hijo" y "Alexandra".
El objetivo de la película, explica el director, autor de "El arca rusa"(2002), una plano secuencia de 96 minutos rodado en el museo del Ermitage de San Petersburgo, era "poner en valor cierta tendencia universal a celebrar la cultura francesa, aunque esté en declive".
Esa cultura francesa, y en general europea, ha sido "traicionada" según él, que termina sentenciando: "Si no hacemos nada para defenderla, dentro de poco ya no existirá".