espiral de guerra abierta por la competencia del primero en la causa contra el franquismo. La contención inicial, con mensajes incluidos para preservar la amistad entre ambos, ha dado paso a un enfrentamiento con gruesos términos que suponen la descalificación profesional del otro e incluso con maniobras y triquiñuelas jurídicas que ha sembrado un campo de minas en las relaciones personales que será muy difícil de superar.
Zaragoza ha llegado a promover un incidente para declarar la incompetencia objetiva y funcional del juez en el caso, previsto en el artículo 23 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pero que por lo violento y estigmatizante del procedimiento nunca se había invocado antes en los 31 años de existencia de la Audiencia Nacional. La tradicional cortesía -y Garzón y Zaragoza no es que fueran corteses entre ellos, sino que eran buenos amigos y existía una relación de complicidad desde hace 20 años- se ha ido al garete.
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