Patricio Guzmán
Guzmán sorprendió con su "Nostalgia de la luz", presentada en la sección oficial, un nuevo salto cualitativo en la dilatada carrera del director, marcada por títulos emblemáticos del cine político como "La batalla de Chile" o más recientemente "Pinochet" y "Allende".
Apasionado de astronomía, fan de la ciencia-ficción, Guzmán traslada su cámara al desierto de Atacama, observatorio privilegiado del firmamento a 3.000 metros de altitud, y establece un paralelo entre tres búsquedas que coexisten allí: arqueólogos y geólogos, que miran hacia el pasado, familiares que excavan en busca de sus desaparecidos de la dictadura, astrónomos que miran a millones de años-luz del pasado.
"Mientras Chile buscaba dramáticamente un nuevo modelo de sociedad, en Atacama se instalaron los principales observatorios astronómicos del mundo. Los astrofísicos buscaban en lo más profundo del cosmos y los chilenos trataban de buscar una nueva sociedad. Estos grupos nunca se encontraron, siempre trabajaron en paralelo, y yo quise unir las dos búsquedas", explica a la AFP.
El resultado es impactante por la belleza de las imágenes, por la calidad de las reflexiones de los tres colectivos contenidas en este documental que parece marcar un nuevo rumbo en la manera de entender el cine político.
También "La mirada invisible", de Diego Lerman, adaptación de la novela "Ciencias morales", tiene un contexto político muy concreto, año 1982, etapa declinante de la dictadura argentina, guerra de las Malvinas.
La joven preceptora de un centro educativo muy rígido se siente atraída por un alumno, el jefe paternalista de la preceptora se siente atraído por ella y la acaba violando en el retrete mismo de los chicos donde ella se encierra para observarlos con la excusa de descubrir si fuman a escondidas.
"Una historia muy chiquita, casi minimalista, siguiendo un proceso metonímico de contar exhaustivamente una parte para narrar el todo, y en ese todo entra en juego la historia nacional", explicó a la AFP.
Un relato clásico, narración lineal impecable, "La mirada invisible", presentada en la Quincena de Realizadores en compañía de los actores Julieta Zylberberg y Osmar Núñez, es seguramente lo más depurado del director de "Tan de repente" y "Mientras tanto".
Clásica también, pero con tema y tratamiento muy diferentes, la propuesta del actor mexicano Diego Luna, que había realizado un documental sobre el boxeador Julio César Chávez y dirige "Abel", su primera ficción.
El Abel del título es un niño autista y extraño que se ha criado en un centro y vuelve a casa con su madre y sus dos hermanos. Se toma por el jefe de la familia, sin que nadie se lo discuta, hasta que un día el padre vuelve a casa.
Curiosa película, descubierta en el pasado Festival de Sundance, que es tanto una observación de la infancia como un cuestionamiento de la paternidad, bien filmada, con gran delicadeza.
"Me pasó que me estaba volviendo papá en el proceso y es una reflexión sobre eso, qué significa la paternidad, a veces se nos olvida que todo lo que hacemos tiene una relación directa con nuestro hijos", explicó a la AFP.
"También habla de mí de niño: yo empecé a trabajar a los 6 años y creía que era un adulto. Con la distancia, creo que empujamos a los niños a dejar de ser niños antes de tiempo, los confrontamos con temas como la muerte, la conciencia, la guerra, la separación de los padres, sin siquiera darnos cuenta", agregó.
Apasionado de astronomía, fan de la ciencia-ficción, Guzmán traslada su cámara al desierto de Atacama, observatorio privilegiado del firmamento a 3.000 metros de altitud, y establece un paralelo entre tres búsquedas que coexisten allí: arqueólogos y geólogos, que miran hacia el pasado, familiares que excavan en busca de sus desaparecidos de la dictadura, astrónomos que miran a millones de años-luz del pasado.
"Mientras Chile buscaba dramáticamente un nuevo modelo de sociedad, en Atacama se instalaron los principales observatorios astronómicos del mundo. Los astrofísicos buscaban en lo más profundo del cosmos y los chilenos trataban de buscar una nueva sociedad. Estos grupos nunca se encontraron, siempre trabajaron en paralelo, y yo quise unir las dos búsquedas", explica a la AFP.
El resultado es impactante por la belleza de las imágenes, por la calidad de las reflexiones de los tres colectivos contenidas en este documental que parece marcar un nuevo rumbo en la manera de entender el cine político.
También "La mirada invisible", de Diego Lerman, adaptación de la novela "Ciencias morales", tiene un contexto político muy concreto, año 1982, etapa declinante de la dictadura argentina, guerra de las Malvinas.
La joven preceptora de un centro educativo muy rígido se siente atraída por un alumno, el jefe paternalista de la preceptora se siente atraído por ella y la acaba violando en el retrete mismo de los chicos donde ella se encierra para observarlos con la excusa de descubrir si fuman a escondidas.
"Una historia muy chiquita, casi minimalista, siguiendo un proceso metonímico de contar exhaustivamente una parte para narrar el todo, y en ese todo entra en juego la historia nacional", explicó a la AFP.
Un relato clásico, narración lineal impecable, "La mirada invisible", presentada en la Quincena de Realizadores en compañía de los actores Julieta Zylberberg y Osmar Núñez, es seguramente lo más depurado del director de "Tan de repente" y "Mientras tanto".
Clásica también, pero con tema y tratamiento muy diferentes, la propuesta del actor mexicano Diego Luna, que había realizado un documental sobre el boxeador Julio César Chávez y dirige "Abel", su primera ficción.
El Abel del título es un niño autista y extraño que se ha criado en un centro y vuelve a casa con su madre y sus dos hermanos. Se toma por el jefe de la familia, sin que nadie se lo discuta, hasta que un día el padre vuelve a casa.
Curiosa película, descubierta en el pasado Festival de Sundance, que es tanto una observación de la infancia como un cuestionamiento de la paternidad, bien filmada, con gran delicadeza.
"Me pasó que me estaba volviendo papá en el proceso y es una reflexión sobre eso, qué significa la paternidad, a veces se nos olvida que todo lo que hacemos tiene una relación directa con nuestro hijos", explicó a la AFP.
"También habla de mí de niño: yo empecé a trabajar a los 6 años y creía que era un adulto. Con la distancia, creo que empujamos a los niños a dejar de ser niños antes de tiempo, los confrontamos con temas como la muerte, la conciencia, la guerra, la separación de los padres, sin siquiera darnos cuenta", agregó.