Irán emprende pasos para salvar el régimen ayatolá


La situación en la República Islámica de Irán se aproxima a su desenlace, y como ocurre la mayoría de las veces, se perfila un desenlace inesperado. La élite religiosa de Irán puede estudiar la destitución del líder espiritual de la república islámica, el ayatolá Ali Jamenei.



Irán emprende pasos para salvar el régimen ayatolá
Según informaciones difundidas por la prensa occidental, la dirección iraní fragmentada por una escisión en las capas altas del gobierno, sopesa las posibilidades y consecuencias que puede acarrear la destitución del líder espiritual.
En principio, la Constitución iraní prevé esa posibilidad. En este caso, la estructura política de la república islámica puede acudir al Consejo de Expertos integrado por 86 altos jerarcas religiosos cuya competencia incluye la sustitución del líder espiritual en caso de incapacidad física o debido a  la implantación del estado de excepción en el país.
Indudablemente, en este caso, la figura del ex presidente iraní Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, rival principal del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y del propio Jamenei se convierte en una figura clave de la élite política iraní.
Actualmente, Rafsanjani preside dos organismos influyentes, el Consejo de Expertos y la Asamblea de Discernimiento, entidad que falla sobre la conveniencia de las resoluciones adoptadas, y desempeña un papel de intermediario entre el parlamento y el Consejo de  Observadores en asuntos relacionados con el cumplimiento de la Constitución.
La destitución del líder espiritual iraní es un acontecimiento  excepcional en los 30 años de historia del Irán islamista, y no porque Jamenei sea el segundo después del gran Imán fundador de la república islámica, el  ayatolá Ruhollah Musavi Jomeini, considerado el Rahbar (en persa, dirigente).
Lo que pasa es que nadie se pudo imaginar que la situación en Irán pudo desembocar en una posible destitución del líder espiritual, el "más creyente de todos los creyentes". El estatuto del ayatolá tiene la connotación de perfección e infalibilidad, y esto lo excluye de cualquier tipo de duda, y ahora se habla de su destitución, ¿qué ocurrió?
Las pasadas  elecciones presidenciales demostraron que el país está dividido  y no sólo la élite política y el clero, sino toda la sociedad iraní en general.
La base de la crisis en la sociedad iraní radica no tanto en las discrepancias entre los reformistas y los conservadores por la gestión de la economía o la  política exterior, sino por la indignación de la población que se siente engañada.
Los manifestantes, en primer lugar los estudiantes, que actualmente determinan el grado de confrontación entre los reformistas y los conservadores desconocen los detalles de la "gran política". Las manifestaciones en las calles rugen porque los han engañado. ¿Hasta qué punto corre peligro el régimen?
Elaborado por el clero shiíta iraní, el sistema del poder popular islámico es único, porque supone una simbiosis de elementos de democracia de orientación  social bajo la supremacía indiscutible de los valores morales del Islam.
Y a pesar de que la democracia está representada con instituciones como la república, el presidente, la Constitución, elecciones, y el parlamento, el Islam regula toda la esfera social e individual, hasta la vida intima de los ciudadanos.
Bajo la supremacía absoluta de los postulados del Islam, Irán se convirtió en un estado teocrático porque su ideología y política quedaron supeditadas exclusivamente a la ley islámica o sharia.
Y todo esto es normal, pero en condiciones de inflación progresiva y aumento del desempleo el enfrentamiento entre la población y el gobierno es cuestión de tiempo. Hacía falta un detonante que pusiera en movimiento a la población.
Y los comicios presidenciales fueron ese catalizador. Por primera vez en toda la historia del irán islámico la población exigió que sus votos tuvieran más peso que las decisiones del consejo de los ayatolás. La consigna ¿dónde está mi voto? de hecho se convirtió en símbolo de las manifestaciones ocurridas en Teherán.
Al respecto, cabe destacar lo que dijo el primer presidente de la republica islámica iraní, Abolhassan Bani Sadr, considerado uno de los arquitectos de la revolución iraní de 1979, y ahora, exiliado en Francia.
Según sus palabras, el factor que garantizó el éxito de aquella revolución fue la reacción espontánea con que se manifestó la población.
La situación actual en Irán se desarrolla exactamente de acuerdo con el mismo escenario de la revolución de hace 30 años. En la sede del candidato reformista Mir Hussein Mousavi en cuya defensa salió la población confiesan que ellos mismos no esperaban semejante desenlace  de los acontecimientos, que ellos quieren apaciguar los ánimos pero que no saben cómo hacerlo porque las protestas están fuera de su control.
En estas circunstancias, el gobierno prefiere que el ruido de la disputa no salga de casa. El ministerio de Cultura de Irán cuya denominación oficial es ministerio de Cultura para la Orientación Islámica prohibió a los medios de información extranjeros hacer reportajes desde el lugar de las demostraciones sin una autorización especial de las autoridades iraníes.
La policía detuvo a reporteros locales y extranjeros o simplemente les decomisaron sus cámaras de fotografía o televisión. Desde el inicio de las demostraciones y desórdenes en Teherán, las autoridades no vacilaron en detener a por lo menos una veintena de periodistas entre ellos,  el presidente de la asociación de periodistas de Irán,  el corresponsal canadiense de la revista Newsweek, mientras que el corresponsal de la radio y televisión británicas BBC sencillamente fue declarado "persona non grata".
Actualmente, y en igual medida, todas las partes implicadas están interesadas en salvar al régimen. Y Jamenei, que apostó por Ahmadineyad, y Rafsanjani, que en los  comicios apoyó al candidato reformista moderado Mousavi. Sin embargo, los prejuicios personales y la antipatía recíproca hacen imposible su consolidación y la búsqueda de un compromiso.
Como declaró un funcionario de alto rango en Kum (ciudad santa de los chiítas), Rafsanjani ya cuenta con el respaldo de la Asamblea de Discernimiento, en potestad de tomar decisiones y también del Consejo de Expertos sobre la observancia de la Constitución en el caso de que el Consejo examine la destitución de Jamenei.
Probablemente, Rafsanjani obtendrá también el apoyo del ayatolá Sayid Ali al-Sistaní uno de los líderes chiítas más influyentes del momento, con gran influencia y autoridad tanto en Irán como en Iraq.
Según otras fuentes, por el momento, no se ha planteado el nombramiento de Sistaní como líder espiritual de Irán. En lugar de un nuevo Rahbar se planea establecer una dirección espiritual colegiada. De acuerdo a otras fuentes, se puede optar por una figura de compromiso, el ayatolá Sanei, el más anciano del clan de los ayatolás.
La destitución de Jamenei obligatoriamente conllevará al retiro de Ahmadineyad de la presidencia de Irán. La agitación callejera se tranquilizará, el asunto será durante cuanto tiempo.
A partir de este momento, es muy difícil suponer que el régimen de los ayatolás podrá mantenerse en el poder únicamente con una reparación superficial del "poder popular islámico".
Sábado, 27 de Junio 2009
RIA Novosti, Rusia
           


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