Antes incluso de la conquista total de la ciudad de Alepo por el régimen del presidente sirio, Bashar Al Asad, que la república islámica apoya militarmente, los responsables iraníes cantaron victoria.
"La liberación de Alepo [...] reforzará el peso político de la república islámica en la región", declaró la semana pasada el general Yahya Safavi, un importante consejero del guía supremo, Ali Jamenei, en temas de política exterior.
"El nuevo presidente estadounidense electo [Donald Trump] tendrá que aceptar esta realidad, que Irán es la primera potencia en la región", afirmó.
Como en Siria, los acontecimientos recientes en la región han tomado un cariz favorable para Irán.
En Irak, el apoyo en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) empieza a dar sus frutos, a pesar de que la conquista de Mosul todavía llevará tiempo.
Además, Líbano eligió como presidente a un exgeneral aliado del Hezbolá libanés, un movimiento chiita apoyado por Irán, y en Yemen, los rebeldes hutíes, que Teherán respalda, siguen resistiendo tras más de un año de bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí, rival regional de Irán.
Por otro lado, gracias al levantamiento de una parte de las sanciones internacionales por el acuerdo nuclear alcanzado en 2015, Teherán recuperó miles de millones de dólares de capital bloqueado en el extranjero y pudo aumentar sus exportaciones de crudo.
Unos logros que se produjeron antes de la inminente llegada de Donald Trump al poder de Estados Unidos, el próximo enero.
Trump se ha rodeado de colaboradores conocidos por su hostilidad hacia Irán pero también ha criticado a Arabia Saudí por su dependencia de Estados Unidos y su apoyo a un islam fundamentalista.
"Para Irán, será mucho más simple no tener que contar con Estados Unidos, pues es lo que hacen desde hace tres décadas, mientras que para Arabia Saudí, sería un cambio importante que ambos se dejaran de apoyar mutuamente", explicó Adnan Tabatabai, experto en Irán del centro de reflexión CARPO, con sede en Alemania.
El reino saudí se ha visto debilitado por la bajada de los precios del petróleo, el fracaso de los rebeldes que apoyan en Siria y también por las críticas occidentales contra su campaña de bombardeos en Yemen.
"Muchos éxitos de Irán en la región se deben a los fracasos de otros países. No debemos sobrestimar las capacidades iraníes", advirtió Tabatabai.
Para Fuad Izadi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Teherán, el apoyo a Bashar Al Asad es una necesidad y constituye una acción de defensa.
"Si Siria se desintegra, Irak se desintegrará a continuación, ante nuestras puertas. No es una cuestión de dominación en la región, es una cuestión de evitar una guerra permanente", declaró a la AFP.
Aún así, el aumento de la potencia de Irán tiene unos límites muy claros.
"Eso no cambia el hecho de que Irán sea una potencia chiita en una región de mayoría sunita", afirmó Aram Nerguizian, experto en Oriente Medio del Center for Strategic and International Studies (CSIS) en Washington.
Mientras que los saudíes y sus aliados del Golfo pueden contar con el "apoyo de los países occidentales", Irán sólo puede apoyarse en Rusia y China, unos países con "sus propias prioridades en la región", cuyos intereses difieren de los de Teherán, salvo en el caso de Siria, apuntó Nerguizian.
"La liberación de Alepo [...] reforzará el peso político de la república islámica en la región", declaró la semana pasada el general Yahya Safavi, un importante consejero del guía supremo, Ali Jamenei, en temas de política exterior.
"El nuevo presidente estadounidense electo [Donald Trump] tendrá que aceptar esta realidad, que Irán es la primera potencia en la región", afirmó.
Como en Siria, los acontecimientos recientes en la región han tomado un cariz favorable para Irán.
En Irak, el apoyo en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) empieza a dar sus frutos, a pesar de que la conquista de Mosul todavía llevará tiempo.
Además, Líbano eligió como presidente a un exgeneral aliado del Hezbolá libanés, un movimiento chiita apoyado por Irán, y en Yemen, los rebeldes hutíes, que Teherán respalda, siguen resistiendo tras más de un año de bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí, rival regional de Irán.
Por otro lado, gracias al levantamiento de una parte de las sanciones internacionales por el acuerdo nuclear alcanzado en 2015, Teherán recuperó miles de millones de dólares de capital bloqueado en el extranjero y pudo aumentar sus exportaciones de crudo.
Unos logros que se produjeron antes de la inminente llegada de Donald Trump al poder de Estados Unidos, el próximo enero.
Trump se ha rodeado de colaboradores conocidos por su hostilidad hacia Irán pero también ha criticado a Arabia Saudí por su dependencia de Estados Unidos y su apoyo a un islam fundamentalista.
"Para Irán, será mucho más simple no tener que contar con Estados Unidos, pues es lo que hacen desde hace tres décadas, mientras que para Arabia Saudí, sería un cambio importante que ambos se dejaran de apoyar mutuamente", explicó Adnan Tabatabai, experto en Irán del centro de reflexión CARPO, con sede en Alemania.
El reino saudí se ha visto debilitado por la bajada de los precios del petróleo, el fracaso de los rebeldes que apoyan en Siria y también por las críticas occidentales contra su campaña de bombardeos en Yemen.
"Muchos éxitos de Irán en la región se deben a los fracasos de otros países. No debemos sobrestimar las capacidades iraníes", advirtió Tabatabai.
Para Fuad Izadi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Teherán, el apoyo a Bashar Al Asad es una necesidad y constituye una acción de defensa.
"Si Siria se desintegra, Irak se desintegrará a continuación, ante nuestras puertas. No es una cuestión de dominación en la región, es una cuestión de evitar una guerra permanente", declaró a la AFP.
Aún así, el aumento de la potencia de Irán tiene unos límites muy claros.
"Eso no cambia el hecho de que Irán sea una potencia chiita en una región de mayoría sunita", afirmó Aram Nerguizian, experto en Oriente Medio del Center for Strategic and International Studies (CSIS) en Washington.
Mientras que los saudíes y sus aliados del Golfo pueden contar con el "apoyo de los países occidentales", Irán sólo puede apoyarse en Rusia y China, unos países con "sus propias prioridades en la región", cuyos intereses difieren de los de Teherán, salvo en el caso de Siria, apuntó Nerguizian.