Los propios productores abandonan sus películas» a su suerte demasiado pronto. Por lo proyectado en Berlín, «habría podido haber dos españolas».
Jurado en esta Berlinale, «si les pides estar en los festivales, tienes que asumir que ellos te pidan participar», su opinión «es la de una espectadora más» y avisa que es «muy buena espectadora, ante el esfuerzo de otros me vuelvo más benévola», una vez asumido que «ya no hay obras maestras» y se juzga inevitablemente «aunque no debamos, desde el contexto en que se produce» cada cinematografía.
Cuando abandona la óptica del espectador y le sale el director que es, «el yo esto lo haría distinto, es que me he salido de la película y algo no funciona». De lo visto en Berlín le preocupa las películas «destrozadas por un exceso de presupuesto, parece que hay que echarte a la cara todo lo que han gastado», le interesa últimamente el empleo del sonido y, con ello, le molesta «la sobredósis de música y, además, canciones» que introducen cada cambio de escena.