Corbyn, de 67 años, obtuvo 61,8% de los votos, superando a su único rival, el diputado Owen Smith, de 46, que consiguió 38,2% de los sufragios.
Gracias al apoyo de las bases, Corbyn afianzó su poder, cuestionado por la mayoría de los diputados laboristas, pero nada indica que la crisis que vive el partido desde el triunfo del Brexit haya quedado superada.
A pesar de la resistencia de los diputados y de una parte del aparato del partido, Corbyn, paladín de la izquierda laborista, mejoró en cantidad de votos y en porcentaje el resultado de 2015, cuando fue electo jefe de la oposición por primera vez.
Esta vez obtuvo 313.209 votos, contra 251.417 en 2015, o sea 61,8% de los sufragios desde 59,48% hace un año.
"Trabajemos juntos por un verdadero cambio" y "hagamos tabla rasa del pasado", declaró Corbyn inmediatamente después del anuncio de los resultados, saludado por un prolongado aplauso de los congresistas.
Su triunfo zanja definitivamente la herencia de Tony Blair, ex primer ministro laborista, cuyo viraje hacia el centro y la decisión de participar en la guerra de Irak en 2003 alejaron a gran parte de la militancia.
Corbyn debe gran parte de su victoria a los nuevos miembros. En el último año, 300.000 personas han obtenido el carné del partido, doblando así el número de los militantes de la formación, la mayor de Europa.
A muchos los convenció el proyecto de "revolución democrática" y las ideas de izquierdas del "camarada Corbyn", lo que comportó las denuncias de que se habían infiltrado en el partido militantes trotskistas y ecologistas.
"Por toda Europa hemos visto emerger partidos construidos sobre una base activista, como Podemos, en España, el movimiento Cinco Estrellas, en Italia, o Syriza, en Grecia", destacó Patrick Dunleavy, profesor de la London School of Economics. "Con Jeremy Corbyn, el laborismo se acerca a esta tendencia", sentenció.
Los moderados, según los sondeos, consideran que esta estrategia condena al partido a varios años, o décadas, en la oposición.
"Los laboristas no ganarán ninguna elección en un futuro cercano", afirmó Anand Menon, profesor de Ciencias Políticas en el King's College de Londres.
Para los analistas, las próximas legislativas, previstas para 2020, darán la victoria a los conservadores, en el poder, considerados como los verdaderos vencedores de este fin de semana.
Corbyn, por supuesto, no está de acuerdo. "Pelearemos para ganar las próximas elecciones de 2020", recalcó.
Antes incluso de su previsible reelección, ya había anunciado que iba a tender la mano a los diputados díscolos con su gestión.
Según el entorno de Corbyn, varios rebeldes ya están dispuestos a volver a las filas.
Pero los insultos y las amenazas vertidas durante la campaña podrían dejar cicatrices profundas.
Ni siquiera una reconciliación arreglaría el problema, aparentemente insalvable, de un líder indeseado a ojos de la élite pero respaldado por los militantes.
Las posiciones de ambas facciones parecen tan irreconciliables que algunos temen por la supervivencia del partido. Convencidos de que la presencia de Corbyn es una traba para su vuelta al poder, los diputados moderados podrían estar tentados de crear un nuevo partido de centro-izquierda.
Aún así, la mayoría de los analistas no se plantean esta hipótesis, al menos a corto plazo. Tony Travers, de la London School of Economics, recuerda que, en 1981, la creación del Partido socialdemócrata acabó en fracaso para quienes eligieron esta vía.
"El laborismo me parece como una familia miserable e infeliz que trata de convivir", dijo el experto.
Gracias al apoyo de las bases, Corbyn afianzó su poder, cuestionado por la mayoría de los diputados laboristas, pero nada indica que la crisis que vive el partido desde el triunfo del Brexit haya quedado superada.
A pesar de la resistencia de los diputados y de una parte del aparato del partido, Corbyn, paladín de la izquierda laborista, mejoró en cantidad de votos y en porcentaje el resultado de 2015, cuando fue electo jefe de la oposición por primera vez.
Esta vez obtuvo 313.209 votos, contra 251.417 en 2015, o sea 61,8% de los sufragios desde 59,48% hace un año.
"Trabajemos juntos por un verdadero cambio" y "hagamos tabla rasa del pasado", declaró Corbyn inmediatamente después del anuncio de los resultados, saludado por un prolongado aplauso de los congresistas.
Su triunfo zanja definitivamente la herencia de Tony Blair, ex primer ministro laborista, cuyo viraje hacia el centro y la decisión de participar en la guerra de Irak en 2003 alejaron a gran parte de la militancia.
Corbyn debe gran parte de su victoria a los nuevos miembros. En el último año, 300.000 personas han obtenido el carné del partido, doblando así el número de los militantes de la formación, la mayor de Europa.
A muchos los convenció el proyecto de "revolución democrática" y las ideas de izquierdas del "camarada Corbyn", lo que comportó las denuncias de que se habían infiltrado en el partido militantes trotskistas y ecologistas.
- 'Como Podemos o Syriza' -
"Por toda Europa hemos visto emerger partidos construidos sobre una base activista, como Podemos, en España, el movimiento Cinco Estrellas, en Italia, o Syriza, en Grecia", destacó Patrick Dunleavy, profesor de la London School of Economics. "Con Jeremy Corbyn, el laborismo se acerca a esta tendencia", sentenció.
Los moderados, según los sondeos, consideran que esta estrategia condena al partido a varios años, o décadas, en la oposición.
"Los laboristas no ganarán ninguna elección en un futuro cercano", afirmó Anand Menon, profesor de Ciencias Políticas en el King's College de Londres.
Para los analistas, las próximas legislativas, previstas para 2020, darán la victoria a los conservadores, en el poder, considerados como los verdaderos vencedores de este fin de semana.
Corbyn, por supuesto, no está de acuerdo. "Pelearemos para ganar las próximas elecciones de 2020", recalcó.
Antes incluso de su previsible reelección, ya había anunciado que iba a tender la mano a los diputados díscolos con su gestión.
Según el entorno de Corbyn, varios rebeldes ya están dispuestos a volver a las filas.
Pero los insultos y las amenazas vertidas durante la campaña podrían dejar cicatrices profundas.
Ni siquiera una reconciliación arreglaría el problema, aparentemente insalvable, de un líder indeseado a ojos de la élite pero respaldado por los militantes.
Las posiciones de ambas facciones parecen tan irreconciliables que algunos temen por la supervivencia del partido. Convencidos de que la presencia de Corbyn es una traba para su vuelta al poder, los diputados moderados podrían estar tentados de crear un nuevo partido de centro-izquierda.
Aún así, la mayoría de los analistas no se plantean esta hipótesis, al menos a corto plazo. Tony Travers, de la London School of Economics, recuerda que, en 1981, la creación del Partido socialdemócrata acabó en fracaso para quienes eligieron esta vía.
"El laborismo me parece como una familia miserable e infeliz que trata de convivir", dijo el experto.