José Sacristán, en una escena de El muerto y ser feliz.
Sacristán interpreta a Santos, un enternecedor sicario afectado por un cáncer terminal que ya no logra asesinar ni recordar el nombre del primer hombre al que hace años mató por dinero.
Tras pasar media vida en Argentina y decidido a no morir en un hospital, emprende un periplo por carretera que lo llevará hacia el norte y en el que pronto se le unirá Erika, una chica que anda huyendo de su pasado.
Mientras se inyecta morfina para escapar a un dolor cada vez más fuerte, Santos irá descubriendo con grandes dosis de humor la riqueza del interior argentino y sus pobladores.
"¡Qué gran país!", afirma tras sobornar a un policía con una estatuilla de una virgen y una casete de chistes.
"Los argentinos son así de surrealistas, de locos, de maravillosos", aseguró Rebollo tras la proyección de la cinta -que calificó de "paradójica y contradictoria"- en la sección oficial del festival, donde compite por la Concha de Oro al mejor filme.
Pero "la película no trata de hacer un retrato realista de un país concreto" sino "una interpretación", subraya Sacristán, que conocía sobre todo Buenos Aires antes de realizar esta particular 'road movie' con la que descubrió una Argentina diferente.
"El rodaje de la película fue toda una experiencia" y el papel resultó ser "como un traje hecho a medida", reconoce el actor español, que junto a Cecilia Roth y Federico Luppi protagonizó en 1992 "Un lugar en el mundo" de Adolfo Aristarain, ganadora del máximo galardón del festival donostiarra ese año.
"Hubo un momento en la vida de Pepe que si se hubiera presentado a presidente de Argentina hubiera ganado", bromea Rebollo.
Agregando surrealismo a la historia, la película está narrada por una extraña voz en off que parece leer el guión, aunque incurriendo en falsedades.
"Lo que buscábamos es crear una sospecha de lo real: la voz empieza describiendo lo que sucede pero poco a poco va cambiando para decir 'ojo, no se fie de todo lo que está viendo'", explica el cineasta.
Para el rodaje el equipo tuvo que recorrer 6.000 km por el norte de Argentina y eso "te da tiempo para conocer a mucha gente, muchas cosas", afirma Rebollo, que en un primer momento pensó en ambientar su cinta en Francia: "pero era demasiado higiénica y demasiado chiquita", dice.
Conscientes de que no conocían bien el país, Rebollo y su coguionista, la española Lola Mayo, trabajaron codo con codo con el argentino Salvador Roselli, colaborador de cineastas como Carlos Sorín.
Y para reflejar con fidelidad la riqueza del país, "fuimos desplazándonos a lo largo de miles de kilómetros y tomando a actores de cada lugar", explica el director. Así, a lo largo del viaje "cambian el paisaje, el paisanaje y el color de los acentos", concluye.
En su tercera jornada, el festival proyecta también el domingo, en su sección oficial a competición, la película francesa "Dans la maison" de François Ozon, sobre la intromisión de un joven estudiante en la vida de dos familias muy diferentes.
Tras pasar media vida en Argentina y decidido a no morir en un hospital, emprende un periplo por carretera que lo llevará hacia el norte y en el que pronto se le unirá Erika, una chica que anda huyendo de su pasado.
Mientras se inyecta morfina para escapar a un dolor cada vez más fuerte, Santos irá descubriendo con grandes dosis de humor la riqueza del interior argentino y sus pobladores.
"¡Qué gran país!", afirma tras sobornar a un policía con una estatuilla de una virgen y una casete de chistes.
"Los argentinos son así de surrealistas, de locos, de maravillosos", aseguró Rebollo tras la proyección de la cinta -que calificó de "paradójica y contradictoria"- en la sección oficial del festival, donde compite por la Concha de Oro al mejor filme.
Pero "la película no trata de hacer un retrato realista de un país concreto" sino "una interpretación", subraya Sacristán, que conocía sobre todo Buenos Aires antes de realizar esta particular 'road movie' con la que descubrió una Argentina diferente.
"El rodaje de la película fue toda una experiencia" y el papel resultó ser "como un traje hecho a medida", reconoce el actor español, que junto a Cecilia Roth y Federico Luppi protagonizó en 1992 "Un lugar en el mundo" de Adolfo Aristarain, ganadora del máximo galardón del festival donostiarra ese año.
"Hubo un momento en la vida de Pepe que si se hubiera presentado a presidente de Argentina hubiera ganado", bromea Rebollo.
Agregando surrealismo a la historia, la película está narrada por una extraña voz en off que parece leer el guión, aunque incurriendo en falsedades.
"Lo que buscábamos es crear una sospecha de lo real: la voz empieza describiendo lo que sucede pero poco a poco va cambiando para decir 'ojo, no se fie de todo lo que está viendo'", explica el cineasta.
Para el rodaje el equipo tuvo que recorrer 6.000 km por el norte de Argentina y eso "te da tiempo para conocer a mucha gente, muchas cosas", afirma Rebollo, que en un primer momento pensó en ambientar su cinta en Francia: "pero era demasiado higiénica y demasiado chiquita", dice.
Conscientes de que no conocían bien el país, Rebollo y su coguionista, la española Lola Mayo, trabajaron codo con codo con el argentino Salvador Roselli, colaborador de cineastas como Carlos Sorín.
Y para reflejar con fidelidad la riqueza del país, "fuimos desplazándonos a lo largo de miles de kilómetros y tomando a actores de cada lugar", explica el director. Así, a lo largo del viaje "cambian el paisaje, el paisanaje y el color de los acentos", concluye.
En su tercera jornada, el festival proyecta también el domingo, en su sección oficial a competición, la película francesa "Dans la maison" de François Ozon, sobre la intromisión de un joven estudiante en la vida de dos familias muy diferentes.