Ken Loach
En una entrevista en un viejo cine del Barrio Latino de París, Loach habló de su último filme, un brillante y conmovedor documental sobre los años posteriores a la segunda guerra mundial, cuando el gobierno laborista electo tras ese conflicto creó el "Estado del bienestar".
Pero el realizador también se refirió, sin pelos en la lengua, a la situación actual del cine y de la televisión, que "no reflejan", dijo, el "caos" que se vive en Gran Bretaña y Europa, con un desempleo galopante y un auge de la extrema derecha.
"La sociedad no funciona, es un caos", afirmó Loach, cuya película echa una mirada teñida de nostalgia sobre las esperanzas y sueños de una vida mejor generadas por la instauración de medidas como "seguro médico para todos".
Fiel a su visión del cine como arma de lucha política y social, Loach expresó la esperanza de que su "Espíritu del 45" pueda "ofrecer pistas para salir" de la situación actual, que se asemeja, opinó, a la de esos terribles años de antes de la guerra, cuando una gran parte de la población vivía sumida en el desempleo y atenazada por la pobreza.
Con este filme, "quiero recordar que garantías como un seguro médico para todos, vivienda decente y ayudas a los desempleados y a los ancianos son posibles, y que no son un acto de Dios", declaró Loach, para quien "el libre mercado y el capitalismo nunca pueden proveer una vida digna y segura para la mayoría de la gente".
Sus declaraciones, y sobre todo el aliento y el espíritu que lo animan, recuerdan por qué el nombre de Loach es desde hace años sinónimo de un cine comprometido con la realidad y con la lucha por construir un mundo mejor.
Una de las cosas que duelen más al cineasta británico es la falta de esperanza de los jóvenes, no sólo en Gran Bretaña sino también en muchos países, entre ellos España.
En los tiempos que corren, "los jóvenes no creen que podrán tener un empleo, una casa, o proveer para una familia", lamenta el realizador, que en el 2006 fue coronado en el Festival de cine de Cannes con una Palma de Oro por "El viento que agita la cebada", sobre el conflicto de la independencia de Irlanda.
La mirada de Loach es también muy crítica respecto a la industria del cine y la televisión, donde los ejecutivos y productores están "obsesionados", dice, con las tasas de audiencia.
La consigna dominante parece ser hacer "cine feliz para gente feliz", observa Loach, cuyo cine tiene siempre un sabor de veracidad y naturalidad.
Sin embargo, pese al mundo crecientemente conservador que le rodea, Loach no pierde el ánimo, ni las ganas de trabajar.
"Hay tanto aún por hacer", dice, adelantando que está trabajando ya en su próxima película con su guionista Paul Laverty, un abogado y cineasta escocés que ha colaborado con él en nueve filmes, entre ellos "La canción de Carla", que transcurre en Nicaragua.
El cineasta confiesa empero que a veces sí piensa en el retiro. "A ratos me siento como un viejo caballo de carrera, que no está seguro que podrá completar la carrera", confía el cineasta con más películas premiadas en el Festival de cine de Cannes.
Ese récord lo impuso el año pasado, cuando conquistó el Premio del Jurado del Festival de Cannes con "The angel's share", una comedia agridulce y tierna que habla de la dificultad para los jóvenes de hacerse un lugar al sol en una Europa devastada por el desempleo.
Loach ya había sido galardonado dos veces con el Premio del Jurado de Cannes, por "Lloviendo piedras", en 1993, y en 1990 por "Agenda oculta". También recibió el premio al mejor guión en 2002 por "Sweet sixteen".
Y aunque esta vez el realizador británico no participará en el próximo Festival de Cannes, que se abre el 15 de mayo, su huella y su manera de hacer un cine arraigado en la realidad sí estará presente a través de la cinta mexicana "La Jaula de oro", ópera prima del español Diego Queimada-Diez, que trabajó con Loach en 1995.
Queimada Diez fue asistente de cámara de "Tierra y Libertad", la pelicula de Loach sobre la guerra civil española.
Dieciocho años después, "La Jaula de oro", sobre el viaje de un grupo de inmigrantes centroamericanos en busca de un mundo mejor en Estados Unidos, fue elegida por los organizadores del Festival de Cannes para competir en la sección oficial Una Cierta Mirada, que tiene por misión descubrir nuevos talentos,
Pero el realizador también se refirió, sin pelos en la lengua, a la situación actual del cine y de la televisión, que "no reflejan", dijo, el "caos" que se vive en Gran Bretaña y Europa, con un desempleo galopante y un auge de la extrema derecha.
"La sociedad no funciona, es un caos", afirmó Loach, cuya película echa una mirada teñida de nostalgia sobre las esperanzas y sueños de una vida mejor generadas por la instauración de medidas como "seguro médico para todos".
Fiel a su visión del cine como arma de lucha política y social, Loach expresó la esperanza de que su "Espíritu del 45" pueda "ofrecer pistas para salir" de la situación actual, que se asemeja, opinó, a la de esos terribles años de antes de la guerra, cuando una gran parte de la población vivía sumida en el desempleo y atenazada por la pobreza.
Con este filme, "quiero recordar que garantías como un seguro médico para todos, vivienda decente y ayudas a los desempleados y a los ancianos son posibles, y que no son un acto de Dios", declaró Loach, para quien "el libre mercado y el capitalismo nunca pueden proveer una vida digna y segura para la mayoría de la gente".
Sus declaraciones, y sobre todo el aliento y el espíritu que lo animan, recuerdan por qué el nombre de Loach es desde hace años sinónimo de un cine comprometido con la realidad y con la lucha por construir un mundo mejor.
Una de las cosas que duelen más al cineasta británico es la falta de esperanza de los jóvenes, no sólo en Gran Bretaña sino también en muchos países, entre ellos España.
En los tiempos que corren, "los jóvenes no creen que podrán tener un empleo, una casa, o proveer para una familia", lamenta el realizador, que en el 2006 fue coronado en el Festival de cine de Cannes con una Palma de Oro por "El viento que agita la cebada", sobre el conflicto de la independencia de Irlanda.
La mirada de Loach es también muy crítica respecto a la industria del cine y la televisión, donde los ejecutivos y productores están "obsesionados", dice, con las tasas de audiencia.
La consigna dominante parece ser hacer "cine feliz para gente feliz", observa Loach, cuyo cine tiene siempre un sabor de veracidad y naturalidad.
Sin embargo, pese al mundo crecientemente conservador que le rodea, Loach no pierde el ánimo, ni las ganas de trabajar.
"Hay tanto aún por hacer", dice, adelantando que está trabajando ya en su próxima película con su guionista Paul Laverty, un abogado y cineasta escocés que ha colaborado con él en nueve filmes, entre ellos "La canción de Carla", que transcurre en Nicaragua.
El cineasta confiesa empero que a veces sí piensa en el retiro. "A ratos me siento como un viejo caballo de carrera, que no está seguro que podrá completar la carrera", confía el cineasta con más películas premiadas en el Festival de cine de Cannes.
Ese récord lo impuso el año pasado, cuando conquistó el Premio del Jurado del Festival de Cannes con "The angel's share", una comedia agridulce y tierna que habla de la dificultad para los jóvenes de hacerse un lugar al sol en una Europa devastada por el desempleo.
Loach ya había sido galardonado dos veces con el Premio del Jurado de Cannes, por "Lloviendo piedras", en 1993, y en 1990 por "Agenda oculta". También recibió el premio al mejor guión en 2002 por "Sweet sixteen".
Y aunque esta vez el realizador británico no participará en el próximo Festival de Cannes, que se abre el 15 de mayo, su huella y su manera de hacer un cine arraigado en la realidad sí estará presente a través de la cinta mexicana "La Jaula de oro", ópera prima del español Diego Queimada-Diez, que trabajó con Loach en 1995.
Queimada Diez fue asistente de cámara de "Tierra y Libertad", la pelicula de Loach sobre la guerra civil española.
Dieciocho años después, "La Jaula de oro", sobre el viaje de un grupo de inmigrantes centroamericanos en busca de un mundo mejor en Estados Unidos, fue elegida por los organizadores del Festival de Cannes para competir en la sección oficial Una Cierta Mirada, que tiene por misión descubrir nuevos talentos,