Saint Tropez, de Pierre Bonnard.
Más de 200 cuadros, entre ellos algunos de gran renombre, se exponen en una exposición, concebida como un "díptico", en el Museo de Bellas Artes de Marsella y en el Museo Granet de Aix-en-Provence, del 13 de junio al 13 de octubre.
En Marsella se presenta el brillo del color y en Aix la precisión de las formas, a través del dibujo que reconstituyen el fantástico laboratorio que resultó ser el sur de Francia para el surgimiento de la pintura moderna.
"El color revela la luz, por lo que hay que ser un gran colorista para transcribir y 'subir el tono', como dice Bonnard, que era de hecho un gran dibujante", explica Marie-Paule Vial, directora del museo de la Orangerie de París y comisaria de la parte marsellesa de la exposición. La luz de Normandía y de la Provenza se tratan de manera diferente.
Vincent Van Gogh es uno de los primeros en llegar a Arles en 1888, donde "sueña con crear un gran estudio para trabajar en la luz del sur", dice Luc Georget, director del Museo marsellés de Bellas Artes.
"Se inicia una historia que va a unir los acontecimientos de la historia de la pintura a nuestro territorio", agrega.
"Tropicalismo solar"
Como faros de luz, los pequeños puertos, aldeas tradicionales y paisajes provenzales atraen a los fauvistas y expresionistas: Cézanne se instala en la Estaque, y le siguen Dufy y Derain, que compara los colores con "descargas de dinamita".
Signac descubre un pequeño puerto de pescadores, accesible sólo por barco: Saint-Tropez. Y Matisse, tras vivir en Córcega en 1898 y en Collioure, cerca de la frontera española, se da cuenta de que la luz del sur es fundamental para su arte.
Escribe: "En vez de dibujar el contorno e instalar en éste el color -uno modifica al otro- pinto directamente en color, no es un inicio sino la culminación".
"Los pintores vienen a buscar aquí el placer de vivir, la vegetación frondosa. Y en la necesidad de encontrarse, con el gusto de compartir su felicidad de crear, van a lanzar esta moda del sur, este tropicalismo solar, que todavía existe", subraya Georget.
Todos estos artistas de formación clásica están en busca de un sueño hedonista y tienen la impresión de encontrar en esta tierra mediterránea "la Grecia antigua mítica habitada por los dioses". En el sur, "el tiempo se ha parado, es como si se hubiese suspendido", explica Vial.
En la Costa Azul, Monet está deslumbrado: "Es tan bonito, tan claro, tan luminoso, uno nada en el aire azul, es aterrador", afirma.
"En este mismo lugar, se encontraron las mayores personalidades de la pintura del siglo XX que revolucionaron nuestra forma de ver: como la Florencia en el siglo XV y la Roma en el XVI. Se trata de un gran momento de la historia del arte", exclama Georget.
En Marsella se presenta el brillo del color y en Aix la precisión de las formas, a través del dibujo que reconstituyen el fantástico laboratorio que resultó ser el sur de Francia para el surgimiento de la pintura moderna.
"El color revela la luz, por lo que hay que ser un gran colorista para transcribir y 'subir el tono', como dice Bonnard, que era de hecho un gran dibujante", explica Marie-Paule Vial, directora del museo de la Orangerie de París y comisaria de la parte marsellesa de la exposición. La luz de Normandía y de la Provenza se tratan de manera diferente.
Vincent Van Gogh es uno de los primeros en llegar a Arles en 1888, donde "sueña con crear un gran estudio para trabajar en la luz del sur", dice Luc Georget, director del Museo marsellés de Bellas Artes.
"Se inicia una historia que va a unir los acontecimientos de la historia de la pintura a nuestro territorio", agrega.
"Tropicalismo solar"
Como faros de luz, los pequeños puertos, aldeas tradicionales y paisajes provenzales atraen a los fauvistas y expresionistas: Cézanne se instala en la Estaque, y le siguen Dufy y Derain, que compara los colores con "descargas de dinamita".
Signac descubre un pequeño puerto de pescadores, accesible sólo por barco: Saint-Tropez. Y Matisse, tras vivir en Córcega en 1898 y en Collioure, cerca de la frontera española, se da cuenta de que la luz del sur es fundamental para su arte.
Escribe: "En vez de dibujar el contorno e instalar en éste el color -uno modifica al otro- pinto directamente en color, no es un inicio sino la culminación".
"Los pintores vienen a buscar aquí el placer de vivir, la vegetación frondosa. Y en la necesidad de encontrarse, con el gusto de compartir su felicidad de crear, van a lanzar esta moda del sur, este tropicalismo solar, que todavía existe", subraya Georget.
Todos estos artistas de formación clásica están en busca de un sueño hedonista y tienen la impresión de encontrar en esta tierra mediterránea "la Grecia antigua mítica habitada por los dioses". En el sur, "el tiempo se ha parado, es como si se hubiese suspendido", explica Vial.
En la Costa Azul, Monet está deslumbrado: "Es tan bonito, tan claro, tan luminoso, uno nada en el aire azul, es aterrador", afirma.
"En este mismo lugar, se encontraron las mayores personalidades de la pintura del siglo XX que revolucionaron nuestra forma de ver: como la Florencia en el siglo XV y la Roma en el XVI. Se trata de un gran momento de la historia del arte", exclama Georget.