El descubrimiento de agua en estado líquido expande a nuevas direcciones la investigación sobre la existencia de vida extraterrestre en el Sistema Solar, dijo la agencia espacial estadounidense NASA, responsable de esta observación.
"Creemos que en un pasado lejano, este océano podía haber estado en contacto con la superficie de la luna", explicó el director de la división de ciencia planetaria de la NASA, Jim Green, en una conferencia de prensa.
Según los científicos, este océano tiene una profundidad de cien kilómetros, diez veces más que los de la Tierra, y está enterrado bajo una corteza de 150 km formada principalmente por hielo.
Desde los años '70, los planetólogos han sospechado que Ganímedes --descubierta en 1610 por Galileo-- podría tener un océano.
La sonda Galileo de la NASA que estudia Júpiter y sus lunas desde hace ocho años, había hecho un sobrevuelo de acercamiento a Ganímedes y detectó un campo magnético en 2002, lo cual fue un indicio que confirmaba la hipótesis de la existencia de un océano.
Estas nuevas observaciones hechas con el Hubble a partir de rayos ultravioletas permitieron detectar y estudiar las auroras boreales de las regiones polares de Ganímedes que, así como las de la Tierra, son provocadas por los campos magnéticos.
Ganímedes también está bajo la influencia del campo magnético de Júpiter del cual está muy cerca. Cada vez que el campo magnético de éste cambia, las auroras boreales de Ganímedes también cambian.
Fue gracias a la observación de este movimiento de las auroras boreales que los científicos pudieron determinar la existencia de un gran océano de agua salada bajo la corteza, que afecta el campo magnético de la luna.
Debido a que el agua salada conduce electricidad, el movimiento del océano ejerce influencia sobre el campo magnético.