La memoria del terror


Pese a que el Museo de la Memoria todavía continúa levantando pasiones, la salomónica decisión del gobierno de nombrar a alguien que está, para la mayoría de peruanos por encima del bien y el mal, para liderar el proyecto, debe llevar a que este pueda ser discutido con más objetividad y se pueda concretar.



La memoria del terror
Evidentemente, en la situación en que se encontraba la apasionada discusión entre los bandos no se iba a llegar a ningún lado. Por ello se requería de un liderazgo sereno que pueda proponer un museo más amplio que el originalmente planteado, a fin de que lo puedan sentir como suyo todos los segmentos de la población sin excepción.

Para muchos de nosotros es evidente que si lo que realmente se quiere con un Museo de la Memoria es unir al país, alrededor de una repulsa colectiva al terror, esto no se iba a lograr si una parte importante de la población –principalmente aquella vinculada a las Fuerzas Armadas– siente que el horror que sufrió no está totalmente reflejado en el Informe Final de la Comisión de la Verdad, que consideran sesgado. Más aún, no tendría ningún sentido permitir que se vuelva a repetir la polarización que generó su publicación, porque en ese caso estaríamos retrocediendo hacia la confrontación en lugar de avanzar hacia la reconciliación.

Claramente, Mario Vargas Llosa tiene la ascendencia suficiente para lograr que todas las partes aporten a un proyecto conjunto, y que la exposición final con la que cuente ese eventual museo sea un fiel reflejo de la pesadilla que sufrimos todos los peruanos. Al visitarlo, deberíamos poder sentir el terror de las comunidades cuando percibían que columnas terroristas se acercaban en la noche. El terror de los comuneros apresados por patrullas militares camino a ser interrogados. El terror de los secuestrados en inhumanos huecos que llamaban cárceles del pueblo. El terror de la población en la oscuridad, escuchando y sintiendo explosiones. El terror de las familias de soldados y oficiales esperando saber si estaban entre las víctimas de los frecuentes atentados.

Por ello, no tengo duda de que es fundamental contar con un Museo de la Memoria del terror, para que nuestra nación tenga un punto focal de reflexión y, de esa manera, nunca olvide la espantosa pesadilla que significó para todos los peruanos haber tenido que vivir ese horror.
Fritz Du Bois
Jueves, 2 de Abril 2009
Peru21, Perú
           


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