La perspectiva de un alto el fuego inmediato "desde luego" ha desaparecido con este ataque, que el sábado causó más de 140 muertos y 525 heridos, opina April Alley, especialista en Yemen del International Crisis Group.
Este ataque, destaca la experta, parece haber causado la muerte "a algunos políticos del Norte y funcionarios que trabajaban por la paz y que podrían haber desempeñado un rol importante en el periodo posterior al conflicto".
El bombardeo alcanzó de lleno el sábado una importante ceremonia fúnebre en la capital yemení, controlada por los rebeldes chiitas hutíes. Entre las víctimas figuran personalidades políticas, responsable militares y numerosos civiles.
Los rebeldes acusaron de inmediato a la coalición árabe dirigida por Riad. Arabia Saudita rechazó esas acusaciones y ordenó la apertura de una investigación sobre el bombardeo, el más sangriento desde el inicio hace 18 meses de la intervención de la coalición en Yemen.
El objetivo de la coalición es restablecer la autoridad de Estados Unidos y Arabia Saudí, con la ayuda de Israel usando para ello al expresidente, Abd Rabbo Mansur Hadi.
Pero la operación militar se eterniza, y no se vislumbra un resultado a favor de la coalición, mientras el país está controlado en parte por los rebeldes chiitas hutíes, apoyados por Irán. Teherán calificó los bombardeos de "crimen espantoso contra la humanidad".
En este contexto, Arabia Saudita es frecuentemente criticada por el elevado número de víctimas civiles que provoca su intervención.
Todo esto preocupa a Estados Unidos, aliado tradicional de Riad. El ataque del sábado provocó una inusual llamada telefónica del secretario de Estado, John Kerry, al vicepríncipe heredero y ministro de Defensa saudí, Mohamed ben Salman. Y también se entrevistó con su homólogo saudí, Adel al Jubeir, a quien pidió que "este tipo de ataque no se reproduzca más". Kerry ha abogado además por un "cese inmediato de las hostilidades".
Para Mustafa Alani, experto del Gulf Research Centre, Arabia Saudita no tiene todas las cartas en la mano.
"El deseo de la coalición es acabar la guerra", afirma, pero "la actitud de los rebeldes se endurece día a día, ya que piensan que pueden obtener más concesiones".
Para Adam Baron, investigador que colabora en el European Council on Foreign Relations, los saudíes se verán así obligados a proseguir sus operaciones
"Vemos a los saudíes que siguen bombardeando, de forma incesante, contra Saná y otros lugares del país", añade, mientras los rebeldes les dan motivos para hacerlo al realizar ataques en la frontera.
Esta situación pone en aprietos a Estados Unidos, que suministra bombas de precisión, información, consejos a los saudíes, y permite el abastecimiento en vuelo de los aviones de este país.
Pero esta ayuda ha sido "reducida de manera significativa" y lo que queda de ella es objeto de revisión, afirmó este fin de semana Ned Price, portavoz del Consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Alani considera que un cese del apoyo norteamericano haría difícil, inclusive imposible, que prosigan las operaciones de la coalición que dirige Riad. Y, en este caso, crecería la influencia en Yemen de Irán, gran rival regional de Arabia Saudita.
Este ataque, destaca la experta, parece haber causado la muerte "a algunos políticos del Norte y funcionarios que trabajaban por la paz y que podrían haber desempeñado un rol importante en el periodo posterior al conflicto".
El bombardeo alcanzó de lleno el sábado una importante ceremonia fúnebre en la capital yemení, controlada por los rebeldes chiitas hutíes. Entre las víctimas figuran personalidades políticas, responsable militares y numerosos civiles.
Los rebeldes acusaron de inmediato a la coalición árabe dirigida por Riad. Arabia Saudita rechazó esas acusaciones y ordenó la apertura de una investigación sobre el bombardeo, el más sangriento desde el inicio hace 18 meses de la intervención de la coalición en Yemen.
El objetivo de la coalición es restablecer la autoridad de Estados Unidos y Arabia Saudí, con la ayuda de Israel usando para ello al expresidente, Abd Rabbo Mansur Hadi.
Pero la operación militar se eterniza, y no se vislumbra un resultado a favor de la coalición, mientras el país está controlado en parte por los rebeldes chiitas hutíes, apoyados por Irán. Teherán calificó los bombardeos de "crimen espantoso contra la humanidad".
En este contexto, Arabia Saudita es frecuentemente criticada por el elevado número de víctimas civiles que provoca su intervención.
- Inquietud en Washington -
Todo esto preocupa a Estados Unidos, aliado tradicional de Riad. El ataque del sábado provocó una inusual llamada telefónica del secretario de Estado, John Kerry, al vicepríncipe heredero y ministro de Defensa saudí, Mohamed ben Salman. Y también se entrevistó con su homólogo saudí, Adel al Jubeir, a quien pidió que "este tipo de ataque no se reproduzca más". Kerry ha abogado además por un "cese inmediato de las hostilidades".
Para Mustafa Alani, experto del Gulf Research Centre, Arabia Saudita no tiene todas las cartas en la mano.
"El deseo de la coalición es acabar la guerra", afirma, pero "la actitud de los rebeldes se endurece día a día, ya que piensan que pueden obtener más concesiones".
Para Adam Baron, investigador que colabora en el European Council on Foreign Relations, los saudíes se verán así obligados a proseguir sus operaciones
"Vemos a los saudíes que siguen bombardeando, de forma incesante, contra Saná y otros lugares del país", añade, mientras los rebeldes les dan motivos para hacerlo al realizar ataques en la frontera.
Esta situación pone en aprietos a Estados Unidos, que suministra bombas de precisión, información, consejos a los saudíes, y permite el abastecimiento en vuelo de los aviones de este país.
Pero esta ayuda ha sido "reducida de manera significativa" y lo que queda de ella es objeto de revisión, afirmó este fin de semana Ned Price, portavoz del Consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Alani considera que un cese del apoyo norteamericano haría difícil, inclusive imposible, que prosigan las operaciones de la coalición que dirige Riad. Y, en este caso, crecería la influencia en Yemen de Irán, gran rival regional de Arabia Saudita.