En los puertos del Cantábrico los pescadores reparten las culpas. Han sido ellos, los armadores, los asentadores, y los pescadores franceses, que no utilizan el arte tradicional, los causantes del desastre. Basta con conocer un detalle: 80 barcos franceses pescaban más que los 300 españoles, pero la cuota asignada a los franceses en los caladeros era del 10%. Lo que no deja de ser curioso es que, tras cuatro años de veda, en bares y restaurantes se siguen ofreciendo anchoas del Cantábrico. Es un milagro que tiene su explicación en aguas del Pacifico, donde peruanos y ecuatorianos capturan las anchoas que se servirán en los aperitivos españoles. El 70% de ellas tienen menos de un año, lo que hace difícil su supervivencia.
Este año en el Mediterráneo catalán, por el contrario, la pesca de la anchoa ha sido buena. Los patrones dicen que siempre que llueve mucho y hay aporte de agua dulce al mar, la pesca es generosa. Se comenzó vendiendo en la lonja a 50 euros la caja de 11 kilos, para llegar a los ocho euros. La razón de este descenso de precio hay que buscarla en que la mayoría de grandes marcas de salazones ya tenían los contratos firmados en Suramérica.
La parte positiva, la que favorece al consumidor, es el precio, bastante asequible. Con las anchoas frescas se pueden preparar cazuelas sencillas, y con las saladas uno de los mejores aperitivos.
Unas anchoas de L’Escala, con pan con tomate, más una copa de cava, servidas a las doce de la mañana, deberían declararse como un sacramento laico.
Este año en el Mediterráneo catalán, por el contrario, la pesca de la anchoa ha sido buena. Los patrones dicen que siempre que llueve mucho y hay aporte de agua dulce al mar, la pesca es generosa. Se comenzó vendiendo en la lonja a 50 euros la caja de 11 kilos, para llegar a los ocho euros. La razón de este descenso de precio hay que buscarla en que la mayoría de grandes marcas de salazones ya tenían los contratos firmados en Suramérica.
La parte positiva, la que favorece al consumidor, es el precio, bastante asequible. Con las anchoas frescas se pueden preparar cazuelas sencillas, y con las saladas uno de los mejores aperitivos.
Unas anchoas de L’Escala, con pan con tomate, más una copa de cava, servidas a las doce de la mañana, deberían declararse como un sacramento laico.