El encuentro tendrá lugar en la localidad fronteriza de Panmunjon a partir de las las 18H00 (09H00 GMT), indicó a la AFP un portavoz de la presidencia surcoreana.
El Sur estará representado por el ministro de Unificación Hong Young-Pyo y el director de la Oficina Nacional de Seguridad Kim Kwan-Jin.
Corea del Norte enviará a sus oficiales militares de más alto rango, Hwang Pyong-So --considerado el número dos del régimen--, y el secretario del Partido de los Trabajadores Kim Yong-Gon, que está a cargo de las relaciones con su vecino del Sur.
Las tropas surcoreanas se encontraban este sábado en alerta máxima ante la inminente expiración del ultimátum de Corea del Norte, que amenazó a su rival con una "guerra total" si no cesaba sus operaciones propagandísticas.
Antes de la expiración de ese ultimátum, las cinco de la tarde (08H30 GMT), el Ejército Popular Coreano (EPC) aseguró que sus unidades desplegadas en la frontera se encontraban "en estado de guerra", siguiendo órdenes del líder Kim Jong-un, listas para responder si Seúl no obedece.
"Hemos llegado al alba de una guerra y la situación es irreversible", declaró amenazante el ministro norcoreano de Relaciones Exteriores en un comunicado difundido a primera hora de la mañana.
En este contexto de tensión, Estados Unidos reiteró su compromiso con la defensa de Corea del Sur, según aseguró este sábado el jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, en conversación con un alto cargo militar de ese país.
En conversación telefónica, Dempsey "reiteró la fortaleza de la alianza EEUU-Corea del Sur", informó un comunicado del Pentágono. Estados Unidos mantiene 30.000 efectivos militares estacionados permanentemente en Corea del Sur.
Sin embargo, los expertos tienden a relativizar los anuncios belicosos que Pyongyang acostumbra lanzar y, aunque el riesgo de escala siempre existe, algunos ven más bien una enésima provocación del régimen norcoreano.
"A la vista de sus métodos de negociación en el pasado, la probabilidad de que ejecuten su amenaza parece escasa", estima James Kim, del Instituto Asan de estudios políticos de Seúl.
Pero al mismo tiempo, reconoce que no es fácil adivinar las intenciones de Kim Jong-un y las posibilidades de un ataque no se pueden excluir del todo.
"Estamos preparados para responder con firmeza a cualquier provocación norcoreana", declaró una portavoz de la presidenta surcoreana.
Antes del anuncio de las conversaciones, Seúl no tenía intención de ceder a las demandas de su vecino y se negaba a apagar los altavoces que difunden a todo volumen mensajes de propaganda en la frontera.
Vestida con uniforme militar, la presidenta surcoreana Park Geun-Hye habló ante un grupo de altos comandantes del ejército para decirles que "no tolerará ninguna provocación de Corea del Norte", según imágenes de la televisión surcoreana.
Corea del Sur reanudó su guerra propagandística - una práctica que ambos países suspendieron en 2004 - en represalia a un ataque con minas antipersona en la que dos de sus soldados que patrullaban en la zona desmilitarizada (DMZ) resultaron heridos a principios de agosto. Seúl acusa al Norte de haber colocado dichas minas.
La puesta en servicio de los altavoces en la frontera ha provocado la ira de Pyongyang, que niega su implicación en las explosiones. La escalada de tensión desembocó el jueves en un intercambio de disparos de artillería entre los dos enemigos.
Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU han manifestado su preocupación por la situación. China, principal apoyo de Corea del Norte, lanzó también llamados a la calma.
Los dos países siguen técnicamente en guerra desde hace 65 años ya que la contienda de la península de Corea (1950-53) acabó con un simple alto el fuego, que nunca fue formalizado por un tratado de paz.
El Sur estará representado por el ministro de Unificación Hong Young-Pyo y el director de la Oficina Nacional de Seguridad Kim Kwan-Jin.
Corea del Norte enviará a sus oficiales militares de más alto rango, Hwang Pyong-So --considerado el número dos del régimen--, y el secretario del Partido de los Trabajadores Kim Yong-Gon, que está a cargo de las relaciones con su vecino del Sur.
Las tropas surcoreanas se encontraban este sábado en alerta máxima ante la inminente expiración del ultimátum de Corea del Norte, que amenazó a su rival con una "guerra total" si no cesaba sus operaciones propagandísticas.
Antes de la expiración de ese ultimátum, las cinco de la tarde (08H30 GMT), el Ejército Popular Coreano (EPC) aseguró que sus unidades desplegadas en la frontera se encontraban "en estado de guerra", siguiendo órdenes del líder Kim Jong-un, listas para responder si Seúl no obedece.
"Hemos llegado al alba de una guerra y la situación es irreversible", declaró amenazante el ministro norcoreano de Relaciones Exteriores en un comunicado difundido a primera hora de la mañana.
En este contexto de tensión, Estados Unidos reiteró su compromiso con la defensa de Corea del Sur, según aseguró este sábado el jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, en conversación con un alto cargo militar de ese país.
En conversación telefónica, Dempsey "reiteró la fortaleza de la alianza EEUU-Corea del Sur", informó un comunicado del Pentágono. Estados Unidos mantiene 30.000 efectivos militares estacionados permanentemente en Corea del Sur.
- Relativizar las amenazas -
Sin embargo, los expertos tienden a relativizar los anuncios belicosos que Pyongyang acostumbra lanzar y, aunque el riesgo de escala siempre existe, algunos ven más bien una enésima provocación del régimen norcoreano.
"A la vista de sus métodos de negociación en el pasado, la probabilidad de que ejecuten su amenaza parece escasa", estima James Kim, del Instituto Asan de estudios políticos de Seúl.
Pero al mismo tiempo, reconoce que no es fácil adivinar las intenciones de Kim Jong-un y las posibilidades de un ataque no se pueden excluir del todo.
"Estamos preparados para responder con firmeza a cualquier provocación norcoreana", declaró una portavoz de la presidenta surcoreana.
Antes del anuncio de las conversaciones, Seúl no tenía intención de ceder a las demandas de su vecino y se negaba a apagar los altavoces que difunden a todo volumen mensajes de propaganda en la frontera.
Vestida con uniforme militar, la presidenta surcoreana Park Geun-Hye habló ante un grupo de altos comandantes del ejército para decirles que "no tolerará ninguna provocación de Corea del Norte", según imágenes de la televisión surcoreana.
Corea del Sur reanudó su guerra propagandística - una práctica que ambos países suspendieron en 2004 - en represalia a un ataque con minas antipersona en la que dos de sus soldados que patrullaban en la zona desmilitarizada (DMZ) resultaron heridos a principios de agosto. Seúl acusa al Norte de haber colocado dichas minas.
La puesta en servicio de los altavoces en la frontera ha provocado la ira de Pyongyang, que niega su implicación en las explosiones. La escalada de tensión desembocó el jueves en un intercambio de disparos de artillería entre los dos enemigos.
Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU han manifestado su preocupación por la situación. China, principal apoyo de Corea del Norte, lanzó también llamados a la calma.
Los dos países siguen técnicamente en guerra desde hace 65 años ya que la contienda de la península de Corea (1950-53) acabó con un simple alto el fuego, que nunca fue formalizado por un tratado de paz.