El ministro interino de Defensa surcoreano, Song Young-moo, y su homólogo norteño, No Kwang-chol, firmaron el acuerdo en el marco de la cumbre que los líderes de ambos países, técnicamente aún en guerra, celebran hasta el jueves en Pionyang.
Según el documento, los dos países suspenderán desde el 1 de noviembre sus respectivas maniobras junto a la frontera terrestre, de la cual ambos eliminarán además 11 puestos de guardia fronterizos antes de final de año.
Las dos Coreas también establecerán una zona de restricción de vuelo junto a la línea divisoria y un área en torno a su frontera marítima occidental en la que se prohibirán las maniobras y los ejercicios con fuego real.
El histórico documento supone hasta la fecha el acuerdo de mayor relieve para rebajar la tensión militar entre dos países que permanecen en guerra desde 1950.
El presidente surcoreano, Moon Jae-in, insistió antes de viajar a Pionyang en que la activación de un mecanismo de este tipo supone un paso enorme para el establecimiento de la paz en la península y para mejorar los lazos entre ambos países, algo que favorece a su vez el diálogo del Norte con EEUU sobre desnuclearización.
En la declaración conjunta firmada hoy por Moon y el líder norcoreano, Kim Jong-un, Pionyang se compromete a dar nuevos pasos simbólicos, como el cierre permanente de su central de Yongbyon, epicentro de su programa nuclear, si Washington cumple con lo acordado en la cumbre de junio en Singapur.
A su vez, en la declaración conjunta las dos Coreas acordaron además incrementar los intercambios transfronterizos para impulsar el desarrollo económico común, y en concreto emprenderán antes de final de año la conexión de sus vías férreas y carreteras.
Queda por ver el alcance de este proyecto, ya que la utilización de estas vías de transporte -que ya están de facto conectadas desde hace muchos años- podría suponer una vulneración de las sanciones que pesan sobre Pionyang.
Por último, se acordó celebrar reuniones por vídeo de familias separadas por la Guerra de Corea (1950-1953) y la apertura de una oficina en la ciudad fronteriza norcoreana de Kaesong a la que norteños y sureños puedan acudir para tratar de localizar a familiares que viven al otro lado de la frontera.