Pero, más allá de la propaganda, lo cierto es que Ciudadanos, con todo en contra, obtuvo más de tres millones de votos. Y el PP, con todo a favor, empezando por las encuestas anunciando la ruina sociata y el Gobierno podemita (que eso sí que fue un pucherazo) no llega a ocho millones. El espacio de centro-derecha sigue, pues, siendo el mismo. Y para una generación de votantes de ese ámbito, Rajoy sigue siendo un candidato indeseable. Eso no quita que tenga derecho a formar Gobierno, sin vetos ni vetas, pero ¿qué Gobierno? ¿Con qué apoyos? ¿Y por cuánto tiempo? Ciento treinta y siete escaños, aunque rujan cien mil opinadores, siguen siendo ciento treinta y siete escaños. Con eso no se gobierna un año.
Rajoy será malo pero no tonto y lo sabe perfectamente. De ahí las dos tentaciones que rondan su grisácea testa. La primera es ir otra vez a elecciones, echándoles la culpa a Ciudadanos y al PSOE. La pésima gestión del resultado electoral por Rivera y Sánchez, uno por la rabieta D'Hondt y otro por la confusión propia y de partido, permiten a Mariano abrigar la hipótesis de quitarle un millón de votos a C's,telerreflotando a Podemos para mantener a raya al PSOE. Por supuesto, si lo consiguiera, la diferencia entre 8+3 y 9+2 seguiría siendo nula. No mejoraría la posibilidad de un gobierno estable y C's estaría en guerra total con el PP. Eso, sin contar con la posibilidad de que Rivera despierte y rentabilice la parálisis de Rajoy. La ventaja de esa tentación es que le permite tirar medio año sin control del Parlamento y no asumir las obligaciones que, por el déficit disparado, nos impondrá la UE. La desventaja, que se rompería la tendencia actual, que favorece al PP.
Y aquí llega la segunda tentación: gobernar en minoría gracias a la abstención de C's y PSOE, sin hacer reforma alguna y con el mismo Gobierno de amigotes, cloacas incluidas, mientras prescriben o se agostan en los juzgados los casos de corrupción del PP. Ésta tentación es peor que la primera. Temo que es en la que caerá.
Federico Jiménez Losantos