Fue elegido en segunda vuelta por 86 votos a favor, contra 36 en blanco y 8 nulos, anunció el presidente de la Cámara de diputados, Nabih Berri. En la primera vuelta, había obtenido 84 votos, pero necesitaba dos tercios de los 127 diputados para ser elegido, es decir, 86.
El nuevo presidente prestó juramento para inaugurar un mandato de seis años, no renovable, que ejercerá desde el palacio presidencial de Baabda, de donde fue expulsado hace 26 años por el ejército sirio. Es el tercer general que accede a la magistratura suprema.
En 1988, el presidente Amine Gamayel, que dejó el poder sin sucesor, lo nombró al frente de un gobierno militar y lo instaló en el palacio presidencial, donde estuvo dos años.
"Juro ante Dios que respetaré la Constitución y sus leyes y que preservaré la independencia de la nación libanesa y la paz sobre su tierra", declaró Aoun frente a los diputados.
Su elección es el fruto de un laborioso compromiso entre las principales facciones políticas, que suelen mostrar posturas opuestas ante casi cualquier tema.
En su discurso de investidura, insistió en la necesidad de proteger a su país de la guerra de Siria, mientras que su principal aliado, el movimiento chiita Hezbolá, combate desde hace tres años en el país vecino junto a las fuerzas del régimen de Bashar al Asad.
"Líbano se ha librado hasta ahora de los incendios que consumen la región, y nuestra prioridad es impedir que cualquier chispa alcance [a Líbano]. Es necesario alejar a Líbano de los conflictos regionales", recalcó.
También aseguró que el gobierno debía asegurar "el retorno rápido a su país de los desplazados sirios", de los que hay más de un millón en Líbano.
En un contexto de bloqueo institucional, el presidente destacó la necesidad de llevar a cabo reformas económicas y asegurar la estabilidad política.
En Jedidé, el suburbio este de la capital donde vive Michel Aoun, miles de conductores tocaban los cláxones de sus autos y sus simpatizantes portaban su retrato o abrían botellas de champán.
"Estoy muy feliz, tras 25 años hemos cumplido el sueño, no llego a creérmelo", afirmó Gisèle Tamam, una contable de 33 años.
Bajito y regordete, Michel Aoun es alabado por sus partidarios y odiado por sus adversarios.
Fue elegido gracias al apoyo de dos de sus adversarios políticos, el jefe cristiano maronita de las Fuerzas Libanesas (FL), Samir Geagea, y el ex primer ministro musulmán sunita Saad Hariri. Ambos son hostiles a Hezbolá y al presidente sirio, Bashar al Asad.
El Parlamento de Líbano está repartido a partes iguales entre cristianos y musulmanes. Según el pacto nacional de 1943, el presidente debe ser un cristiano maronita, el primer ministro, un musulmán sunita, y el presidente del Parlamento, chiita.
El presidente juega un papel de árbitro pero sus prerrogativas fueron fuertemente limitadas al término de la guerra civil (1975-1990).
Por su parte, Irán "felicitó" al pueblo libanés, y vio en la elección de Aoun "un paso importante para enraizar la democracia y asegurar la estabilidad de Líbano".
"Será un presidente para todos los libaneses, no sólo para su partido", dijo entusiasmado el exministro de Telecomunicaciones Nicolas Sehnaui, simpatizante de Aoun.
Sus detractores, en cambio, lo describen como un hombre colérico, capaz de llevar a cabo audaces artimañas políticas.
Por otro lado, la elección de Aoun debería permitir a Hariri convertirse en primer ministro, un cargo que ya ocupó entre 2009 y 2011.
El nuevo presidente prestó juramento para inaugurar un mandato de seis años, no renovable, que ejercerá desde el palacio presidencial de Baabda, de donde fue expulsado hace 26 años por el ejército sirio. Es el tercer general que accede a la magistratura suprema.
En 1988, el presidente Amine Gamayel, que dejó el poder sin sucesor, lo nombró al frente de un gobierno militar y lo instaló en el palacio presidencial, donde estuvo dos años.
"Juro ante Dios que respetaré la Constitución y sus leyes y que preservaré la independencia de la nación libanesa y la paz sobre su tierra", declaró Aoun frente a los diputados.
Su elección es el fruto de un laborioso compromiso entre las principales facciones políticas, que suelen mostrar posturas opuestas ante casi cualquier tema.
En su discurso de investidura, insistió en la necesidad de proteger a su país de la guerra de Siria, mientras que su principal aliado, el movimiento chiita Hezbolá, combate desde hace tres años en el país vecino junto a las fuerzas del régimen de Bashar al Asad.
"Líbano se ha librado hasta ahora de los incendios que consumen la región, y nuestra prioridad es impedir que cualquier chispa alcance [a Líbano]. Es necesario alejar a Líbano de los conflictos regionales", recalcó.
También aseguró que el gobierno debía asegurar "el retorno rápido a su país de los desplazados sirios", de los que hay más de un millón en Líbano.
En un contexto de bloqueo institucional, el presidente destacó la necesidad de llevar a cabo reformas económicas y asegurar la estabilidad política.
- Un 'sueño cumplido' -
En Jedidé, el suburbio este de la capital donde vive Michel Aoun, miles de conductores tocaban los cláxones de sus autos y sus simpatizantes portaban su retrato o abrían botellas de champán.
"Estoy muy feliz, tras 25 años hemos cumplido el sueño, no llego a creérmelo", afirmó Gisèle Tamam, una contable de 33 años.
Bajito y regordete, Michel Aoun es alabado por sus partidarios y odiado por sus adversarios.
Fue elegido gracias al apoyo de dos de sus adversarios políticos, el jefe cristiano maronita de las Fuerzas Libanesas (FL), Samir Geagea, y el ex primer ministro musulmán sunita Saad Hariri. Ambos son hostiles a Hezbolá y al presidente sirio, Bashar al Asad.
El Parlamento de Líbano está repartido a partes iguales entre cristianos y musulmanes. Según el pacto nacional de 1943, el presidente debe ser un cristiano maronita, el primer ministro, un musulmán sunita, y el presidente del Parlamento, chiita.
El presidente juega un papel de árbitro pero sus prerrogativas fueron fuertemente limitadas al término de la guerra civil (1975-1990).
Por su parte, Irán "felicitó" al pueblo libanés, y vio en la elección de Aoun "un paso importante para enraizar la democracia y asegurar la estabilidad de Líbano".
"Será un presidente para todos los libaneses, no sólo para su partido", dijo entusiasmado el exministro de Telecomunicaciones Nicolas Sehnaui, simpatizante de Aoun.
Sus detractores, en cambio, lo describen como un hombre colérico, capaz de llevar a cabo audaces artimañas políticas.
Por otro lado, la elección de Aoun debería permitir a Hariri convertirse en primer ministro, un cargo que ya ocupó entre 2009 y 2011.