Fayez Serraj, primer ministro del Gobierno de transición mediado por la ONU y reconocido internacionalmente, y el general Jalifa Haftar, un líder militar que no reconoce la soberanía de ese gobierno, llegaron a este acuerdo en un encuentro en La Celle Saint-Cloud, al oeste de París.
La implementación de la tregua, que excluye a los grupos terroristas, dependerá de todas formas de que sea aceptada por las innumerables milicias que operan a lo largo de Libia.
El plan acordado estipula que se realicen comicios presidenciales y parlamentarios lo antes posible. Macron sugirió que podrían tener lugar a principios de 2018.
El mandatario francés consideró que el acuerdo sobre el alto el fuego es "esencial para cualquier avance" en el país norteafricano, rico en petróleo, que está inmerso en el caos desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011.
"La solución de la crisis libia sólo puede ser política", señaló un comunicado tras el encuentro, en el que también participó el enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salamé.
Además, el texto indicó que el Ejército libio debe estar conformado por "fuerzas de seguridad regulares", que puedan garantizar la defensa del país.
Un acuerdo de 2015 mediado por Naciones Unidas sentó las bases para el Gobierno de unidad de Serraj, que buscaba reemplazar a dos gobiernos rivales en el este y oeste del país. Sin embargo, entre tanto no pudo imponerse su autoridad en todo el país.
Las unidades del general Haftar controlan amplias zonas en el este y aumentaron recientemente su influencia también en la occidental Trípoli, en detrimento de Serraj.
Además del Gobierno de transición y los seguidores de Haftar se disputa el control del país una milicia fiel al autodenominado Gobierno de Salvación Nacional, un gobierno anterior de tendencia islamista que se niega a reconocer la legitimidad del primero.
Haftar cuenta con el respaldo de Egipto y Estados árabes conservadores que desconfían de las milicias islamistas libias.
El vacío y las disputas de poder han convertido a Libia en punto de partida de migrantes y refugiados que llegan a Europa en peligrosas travesías por el Mediterráneo, muchos de ellos sufriendo maltratos y abusos por parte de los traficantes de personas.
La crisis migratoria y el establecimiento de una filial del Estado Islámico en la costa libia han acelerado el interés de los países europeos en buscar una solución al conflicto.