Algo de eso es lo que busca desmentir en el Museo de Artes Visuales (Mavi) Valentina Cruz con Líneas y sombras (1965-2009), cuyo trabajo rescata y enaltece el dibujo artístico, ya no como la base de otras expresiones plásticas, sino como una reflexión sobre el objeto no preexistente en la realidad, constituyendo una interpretación propia. La artista revela un extraordinario dominio: conoce a la perfección la gama de posibilidades estilísticas que la línea ofrece como medio expresivo. A través de diferentes técnicas crea composiciones donde prima el ritmo y el movimiento. Distorsiona y fragmenta, creando volúmenes a través del achurado con una fina urdiembre lineal y la técnica del puntillismo. No usa el dibujo de contorno preciso como límite de las formas, sólo excepcionalmente recurre a la línea continua.
En la colección que parte hoy hay obras que corresponden a series elaboradas en diferentes periodos, como también aspectos que reitera Cruz a lo largo de su amplia trayectoria. La temática se relaciona directamente con el mundo que la rodea, trasladando la realidad cotidiana al dibujo en un registro de hechos y situaciones.
En la retrospectiva se destacan piezas realizadas con tinta china, donde la precisión otorga a lo representado una sensación definitiva. La unión de la tinta concreta con el lápiz o la acuarela evanescentes, que le permiten resultados atmosféricos. Se propone así el desafío frente a elementos considerados antagónicos. Con frecuencia utiliza destellos amarillos, que junto con el negro, aproximan sus creaciones a la estética del cómic. En algunas de sus obras los colores interactúan entre si, produciendo composiciones muy vitales.
A lo largo de la vasta trayectoria de Valentina Cruz, hay en su producción artística un constante movimiento que se traduce en espacios inestables. El ritmo lineal se incorpora al discurso visual de sus obras, el que es acentuado a través de la repetición de las formas para reforzar el significado de la imagen. En su obra exorciza lo que no podemos conjurar con palabras. Esta exposición es una aventura visual que revela la maestría de una de nuestras más connotadas dibujantes y principales exponentes de la gráfica nacional actual.
En la colección que parte hoy hay obras que corresponden a series elaboradas en diferentes periodos, como también aspectos que reitera Cruz a lo largo de su amplia trayectoria. La temática se relaciona directamente con el mundo que la rodea, trasladando la realidad cotidiana al dibujo en un registro de hechos y situaciones.
En la retrospectiva se destacan piezas realizadas con tinta china, donde la precisión otorga a lo representado una sensación definitiva. La unión de la tinta concreta con el lápiz o la acuarela evanescentes, que le permiten resultados atmosféricos. Se propone así el desafío frente a elementos considerados antagónicos. Con frecuencia utiliza destellos amarillos, que junto con el negro, aproximan sus creaciones a la estética del cómic. En algunas de sus obras los colores interactúan entre si, produciendo composiciones muy vitales.
A lo largo de la vasta trayectoria de Valentina Cruz, hay en su producción artística un constante movimiento que se traduce en espacios inestables. El ritmo lineal se incorpora al discurso visual de sus obras, el que es acentuado a través de la repetición de las formas para reforzar el significado de la imagen. En su obra exorciza lo que no podemos conjurar con palabras. Esta exposición es una aventura visual que revela la maestría de una de nuestras más connotadas dibujantes y principales exponentes de la gráfica nacional actual.