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Política
Una escena de Los silencios
Seigner (Sao Paulo 1984) coloca en primer plano las consecuencias del conflicto que desangró Colombia durante más de 50 años a través de unos niños, que huyen con su madre (la actriz colombiana Marleyda Soto) a una isla en la frontera entre su país, Colombia, y Perú para empezar una nueva vida sin recurso alguno.
Fue así como Seigner, que debutó con "Bollywood Dream" (2009), la primera coproducción entre su país e India, se enteró de que la migración colombiana es la segunda mayor de Brasil, según explicó en conversación con dpa.
Y tras entrevistar a más de 80 familias de refugiados en la región fronteriza empezó a escribir la historia de desaparecidos y gente que empieza desde la nada, en la más absoluta miseria, a construir de nuevo su vida llevando una invisible y pesada carga: la pérdida de un ser querido.
"Todos tienen ese tipo de trauma psicológico. Aunque no viven ya en la guerra, siguen viviendo bajo la amenaza de que alguien les pueda reconocer, de que se vuelva a repetir", señaló.
Seigner siente un gran respeto por el proceso de paz que está viviendo Colombia tras haber llegado a un acuerdo el Estado con la guerrilla de las FARC. "Admiro que sea posible que puedas perdonar a alguien que ha matado a tu padre, que sea posible vivir en las mismas ciudades. Admiro todos esos desafíos. Sé que no es fácil, pero admiro el coraje que tienen para enfrentarlo", destacó la cineasta, que acude por primera vez a Cannes.
Y lamentó además que en Brasil no se hable mucho de ello. "Se sabe lo que pasa en Irak y en Estados Unidos, pero no miramos mucho a nuestros vecinos", añadió. "Sé que soy una extranjera hablando sobre una herida abierta en Colombia, pero lo hago desde la admiración", insistió la realizadora, cuya historia de desaparecidos le hizo revivir cuando de niña su padre, debido a sus ideas políticas, tuvo que esconderse durante un tiempo de la Policía.
Además, apuntó Seigner, hay algunas luchas en Colombia y Brasil que se asemejan. En ese sentido señala las continuas desapariciones de activistas del Movimiento Sin Tierra, que promueve una reforma agraria. "Los activistas sufren muchas amenazas de los grandes latifundistas. Todas las semanas se asesina a uno y la policía no esclarece nada", lamentó la realizadora, que cuenta en su película con muchos actores no profesionales, con personas que vivieron el conflicto colombiano en primera persona y que huyeron de él.
"Mientras haya desigualdad, no puede haber paz", afirma durante el metraje un ex guerrillero colombiano que durante 15 años estuvo en las FARC y pasó dos décadas en la cárcel.
Seigner reunió en la película a ex guerrilleros, ex paramilitares, madres que perdieron a sus hijos en el conflicto y les dejó hablar sin guión. "Buscamos a personas que tuvieran legitimidad para hablar del tema. Fue la primera vez que todos escucharon la otra parte del conflicto", comentó. "Fue muy emocionante, porque cada uno comprendió el lado del otro", añadió.
Uno de los grandes interrogantes que plantea la película es hasta qué punto se puede continuar viviendo cuando desaparecen las personas que uno más ama. En "Los silencios" la vida y la muerte van de la mano. Y para ello la realizadora toma la tradición de fantasmas que existe en la Isla de la Fantasía, situada en el Amazonas y de población mayoritariamente indígena, que durante varios meses al año está anegada.
"No sabía si iban a comprender la película fuera de Brasil, porque tratamos el asunto con un surrealismo que para nosotros es natural", dijo la directora, a la que se ve orgullosa de que su historia haya sido seleccionada en Cannes.
"La película va a poder viajar a muchas partes y va a poder conmover a mucha gente", añadió Seigner, que este año concurre con varios cineastas iberoamericanos en esta competencia paralela al certamen francés.
Fue así como Seigner, que debutó con "Bollywood Dream" (2009), la primera coproducción entre su país e India, se enteró de que la migración colombiana es la segunda mayor de Brasil, según explicó en conversación con dpa.
Y tras entrevistar a más de 80 familias de refugiados en la región fronteriza empezó a escribir la historia de desaparecidos y gente que empieza desde la nada, en la más absoluta miseria, a construir de nuevo su vida llevando una invisible y pesada carga: la pérdida de un ser querido.
"Todos tienen ese tipo de trauma psicológico. Aunque no viven ya en la guerra, siguen viviendo bajo la amenaza de que alguien les pueda reconocer, de que se vuelva a repetir", señaló.
Seigner siente un gran respeto por el proceso de paz que está viviendo Colombia tras haber llegado a un acuerdo el Estado con la guerrilla de las FARC. "Admiro que sea posible que puedas perdonar a alguien que ha matado a tu padre, que sea posible vivir en las mismas ciudades. Admiro todos esos desafíos. Sé que no es fácil, pero admiro el coraje que tienen para enfrentarlo", destacó la cineasta, que acude por primera vez a Cannes.
Y lamentó además que en Brasil no se hable mucho de ello. "Se sabe lo que pasa en Irak y en Estados Unidos, pero no miramos mucho a nuestros vecinos", añadió. "Sé que soy una extranjera hablando sobre una herida abierta en Colombia, pero lo hago desde la admiración", insistió la realizadora, cuya historia de desaparecidos le hizo revivir cuando de niña su padre, debido a sus ideas políticas, tuvo que esconderse durante un tiempo de la Policía.
Además, apuntó Seigner, hay algunas luchas en Colombia y Brasil que se asemejan. En ese sentido señala las continuas desapariciones de activistas del Movimiento Sin Tierra, que promueve una reforma agraria. "Los activistas sufren muchas amenazas de los grandes latifundistas. Todas las semanas se asesina a uno y la policía no esclarece nada", lamentó la realizadora, que cuenta en su película con muchos actores no profesionales, con personas que vivieron el conflicto colombiano en primera persona y que huyeron de él.
"Mientras haya desigualdad, no puede haber paz", afirma durante el metraje un ex guerrillero colombiano que durante 15 años estuvo en las FARC y pasó dos décadas en la cárcel.
Seigner reunió en la película a ex guerrilleros, ex paramilitares, madres que perdieron a sus hijos en el conflicto y les dejó hablar sin guión. "Buscamos a personas que tuvieran legitimidad para hablar del tema. Fue la primera vez que todos escucharon la otra parte del conflicto", comentó. "Fue muy emocionante, porque cada uno comprendió el lado del otro", añadió.
Uno de los grandes interrogantes que plantea la película es hasta qué punto se puede continuar viviendo cuando desaparecen las personas que uno más ama. En "Los silencios" la vida y la muerte van de la mano. Y para ello la realizadora toma la tradición de fantasmas que existe en la Isla de la Fantasía, situada en el Amazonas y de población mayoritariamente indígena, que durante varios meses al año está anegada.
"No sabía si iban a comprender la película fuera de Brasil, porque tratamos el asunto con un surrealismo que para nosotros es natural", dijo la directora, a la que se ve orgullosa de que su historia haya sido seleccionada en Cannes.
"La película va a poder viajar a muchas partes y va a poder conmover a mucha gente", añadió Seigner, que este año concurre con varios cineastas iberoamericanos en esta competencia paralela al certamen francés.
