Los "talibanes tuvieron un buen año el año pasado, están tratando de tener uno bueno este año", dijo Mattis al Comité de Fuerzas Armadas del Senado. "Ahora mismo creo que el enemigo está avanzando".
La evaluación de Mattis se produce casi 16 años después de la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos y en medio de una guerra que sigue cobrando la vida de las tropas estadounidenses, así como de miles de fuerzas locales y civiles.
Los comandantes militares de Estados Unidos han estado presionando por una nueva estrategia que podría desplegar a miles de soldados adicionales en Afganistán para ayudar a entrenar y asesorar a sus socios afganos.
Notas de prensa han asegurado que Mattis está considerando pedir entre 3.000 y 5.000 soldados adicionales de Estados Unidos y la OTAN, pero el jefe de la defensa ha dicho poco sobre el asunto.
En febrero, el general John Nicholson, jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, advirtió que necesita "algunos miles" de tropas más para revertir lo que llamó un estancamiento. La administración Trump tiene que pronunciarse sobre esta solicitud de refuerzo.
A pesar de los meses de expectativa de que un anuncio sobre una nueva estrategia en Afganistán es inminente, Mattis dijo que esto no sucedería antes de mediados de julio.
El senador republicano John McCain, que preside el Comité de Servicios Armados del Senado, expresó su "palpable" frustración. "Llevamos ahora seis meses en esta administración, todavía no tenemos una estrategia para Afganistán", dijo McCain, señalando que era difícil conseguir una solicitud de presupuesto para este caso sin saber cuál es el plan. "Sabemos cuál fue la estrategia de los últimos ocho años: no perder. Eso no ha funcionado", agregó.
Mattis reconoció la realidad sobre el terreno. "No estamos ganando en Afganistán ahora mismo. Corregiremos esto lo más rápido posible", señaló a legisladores.
El secretario de Defensa, quien era comandante de combate de la Marina en Afganistán al comienzo de la guerra, enfatizó que Estados Unidos no debe alejarse del país y sugirió que una fuerza estadounidense residual debe permanecer para ayudar al ejército afgano a mantener una línea de seguridad.
Mattis estimó que dichos efectivos podrían ayudar a las fuerzas afganas a tomar ventaja si se les autoriza a acercarse más a los combates, ya que por ahora el rol de los militares de Estados Unidos es esencialmente como asesores.
Los estadounidenses podrían ser autorizados a proporcionar más apoyo aéreo y aumentar su "apoyo de fuego" a las fuerzas afganas, señaló.
Los talibanes están en la ofensiva en Afganistán y han reivindicado una serie de ataques sangrientos, sobre todo contra bases y posiciones afganas. Recientemente reivindicaron el ataque que causó el sábado la muerte de tres soldados estadounidenses e hirió a otro en Nangarhar, en el este del país.
El conflicto afgano es el más largo de la historia de Estados Unidos, con tropas de la OTAN encabezadas por Estados Unidos en guerra desde 2001, tras el derrocamiento del régimen talibán pocos meses después de los ataques terroristas del 11 de setiembre en Nueva York.
La actual crisis ha visto no sólo el aumento de los talibanes, sino también la aparición de otros grupos, como una filial local del grupo Estado Islámico.
Los efectivos estadounidenses en Afganistán son actualmente unos 8.400 soldados, a los que se suman unos 5.000 militares de los aliados de la OTAN, que sirven principalmente en capacitación y asesoramiento.
La evaluación de Mattis se produce casi 16 años después de la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos y en medio de una guerra que sigue cobrando la vida de las tropas estadounidenses, así como de miles de fuerzas locales y civiles.
Los comandantes militares de Estados Unidos han estado presionando por una nueva estrategia que podría desplegar a miles de soldados adicionales en Afganistán para ayudar a entrenar y asesorar a sus socios afganos.
Notas de prensa han asegurado que Mattis está considerando pedir entre 3.000 y 5.000 soldados adicionales de Estados Unidos y la OTAN, pero el jefe de la defensa ha dicho poco sobre el asunto.
En febrero, el general John Nicholson, jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, advirtió que necesita "algunos miles" de tropas más para revertir lo que llamó un estancamiento. La administración Trump tiene que pronunciarse sobre esta solicitud de refuerzo.
A pesar de los meses de expectativa de que un anuncio sobre una nueva estrategia en Afganistán es inminente, Mattis dijo que esto no sucedería antes de mediados de julio.
El senador republicano John McCain, que preside el Comité de Servicios Armados del Senado, expresó su "palpable" frustración. "Llevamos ahora seis meses en esta administración, todavía no tenemos una estrategia para Afganistán", dijo McCain, señalando que era difícil conseguir una solicitud de presupuesto para este caso sin saber cuál es el plan. "Sabemos cuál fue la estrategia de los últimos ocho años: no perder. Eso no ha funcionado", agregó.
Mattis reconoció la realidad sobre el terreno. "No estamos ganando en Afganistán ahora mismo. Corregiremos esto lo más rápido posible", señaló a legisladores.
El secretario de Defensa, quien era comandante de combate de la Marina en Afganistán al comienzo de la guerra, enfatizó que Estados Unidos no debe alejarse del país y sugirió que una fuerza estadounidense residual debe permanecer para ayudar al ejército afgano a mantener una línea de seguridad.
Mattis estimó que dichos efectivos podrían ayudar a las fuerzas afganas a tomar ventaja si se les autoriza a acercarse más a los combates, ya que por ahora el rol de los militares de Estados Unidos es esencialmente como asesores.
Los estadounidenses podrían ser autorizados a proporcionar más apoyo aéreo y aumentar su "apoyo de fuego" a las fuerzas afganas, señaló.
Los talibanes están en la ofensiva en Afganistán y han reivindicado una serie de ataques sangrientos, sobre todo contra bases y posiciones afganas. Recientemente reivindicaron el ataque que causó el sábado la muerte de tres soldados estadounidenses e hirió a otro en Nangarhar, en el este del país.
El conflicto afgano es el más largo de la historia de Estados Unidos, con tropas de la OTAN encabezadas por Estados Unidos en guerra desde 2001, tras el derrocamiento del régimen talibán pocos meses después de los ataques terroristas del 11 de setiembre en Nueva York.
La actual crisis ha visto no sólo el aumento de los talibanes, sino también la aparición de otros grupos, como una filial local del grupo Estado Islámico.
Los efectivos estadounidenses en Afganistán son actualmente unos 8.400 soldados, a los que se suman unos 5.000 militares de los aliados de la OTAN, que sirven principalmente en capacitación y asesoramiento.