En esta ciudad, una bomba parecida a las que se han enviado a diversas figuras nacionales desde el lunes, fue enviada a las oficinas del actor Robert De Niro, en el barrio de Tribeca. Un agente de seguridad privada detectó el artefacto al darse cuenta de que el sobre de manila y la remitente –en todos los casos ha sido Debbie Wasserman Schultz, representante demócrata de Florida– eran parecidas a las que había visto en las noticias y alertó a las autoridades.
Al mismo tiempo, un par de artefactos explosivos fueron enviados al vicepresidente Joe Biden, informó la FBI, que encabeza la investigación a nivel nacional.
Artefactos explosivos han sido enviados en los últimos cuatro días al filántropo liberal George Soros, a Hillary y Bill Clinton, al ex presidente Barack Obama, al ex procurador general Eric Holder, a la representante federal demócrata Maxine Waters y al ex jefe de la CIA John Brennan (enviado a las oficinas de CNN en esta ciudad).
Las autoridades están buscando pistas a través de estudios forenses de los artefactos, los paquetes y solicitudes a la ciudadanía. Las autoridades se están enfocando en Florida, ya que parece que casi todos fueron enviados desde ese estado por vía postal. Aún no está confirmado si los artefactos –ninguno de los cuales ha estallado– eran capaces de detonarse o si tenían sólo el propósito de provocar temor.
Las imágenes de camionetas blindadas de unidades antibomba transportando los artefactos a laboratorios de la FBI, desalojos de edificios como el Time Warner Center, en Nueva York, y otro en Florida, el despliegue de más agentes de seguridad pública para proteger sedes de medios y oficinas de figuras políticas y más presencia policiaca en esta y otras ciudades, junto con las autoridades asegurando a la ciudadanía que están protegidos, hay un elemento que sobresale por su ausencia: por primer vez no hay sospechosos extranjeros (musulmanes, inmigrantes y demás
Aún no se sabe si los artefactos fueron enviados por una o varias personas ni las motivaciones, pero todos son similares en su construcción, y casi todos fueron enviados de la misma manera. Pero sin excepción, políticos, oficiales, investigadores y medios caracterizan esto como actos de
Se supone que la motivación es la obvia: cada uno de los blancos han sido sujetos a ataques personales del presidente y/o influyentes comentaristas y medios de derecha, quienes los han tachado de
El presidente evadió aceptar alguna responsabilidad por el clima político en que esto ocurre. El miércoles condenó los hechos y, en un paréntesis inusual, llamó a unidad del país ante los actos
Y en un tuit la mañana de este jueves, continuó con el punto: “gran parte de la ira que vemos hoy en nuestra sociedad es causada por el reporteo a propósito falso e impreciso, lo que llamo fake news… Ha llegado a ser tan malo y odioso que está más allá de la descripción. Los medios masivos tienen que sanear su actividad. Rápido”.
La derecha aliada a Trump, desde que se enviaron las primeras bombas, ya estaba promoviendo una teoría de conspiración de que
Pero algunos de los atacados responsabilizaron al régimen. Brennan, el ex jefe de la CIA, respondió a Trump con un tuit esta mañana:
La representante Waters afirmó:
Otros, como Steve Schmidt, ex jefe de la campaña presidencial del senador republicano recién fallecido John McCain, acusaron que Trump
El columnista John Cassidy, en The New Yorker, escribió que ante todo esto queda claro que
Cassidy cita a un ex integrante de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos con extensa experiencia en conflictos en El Salvador, Irak y Afganistán, quien al aludir a algunos de los factores en esos países como polarización, instituciones políticas débiles, liderazgos políticos irresponsables y la normalización de la violencia, concluye que “siempre decimos ‘eso no puede ocurrir aquí’, pero sí puede”.
Para algunos, ya ocurrió: David Simon, el creador de algunas de las series de televisión más importantes como The Wire y Treme, ex periodista, al ver la noticia sobre las bombas, comentó por tuit:
Al mismo tiempo, un par de artefactos explosivos fueron enviados al vicepresidente Joe Biden, informó la FBI, que encabeza la investigación a nivel nacional.
Artefactos explosivos han sido enviados en los últimos cuatro días al filántropo liberal George Soros, a Hillary y Bill Clinton, al ex presidente Barack Obama, al ex procurador general Eric Holder, a la representante federal demócrata Maxine Waters y al ex jefe de la CIA John Brennan (enviado a las oficinas de CNN en esta ciudad).
Las autoridades están buscando pistas a través de estudios forenses de los artefactos, los paquetes y solicitudes a la ciudadanía. Las autoridades se están enfocando en Florida, ya que parece que casi todos fueron enviados desde ese estado por vía postal. Aún no está confirmado si los artefactos –ninguno de los cuales ha estallado– eran capaces de detonarse o si tenían sólo el propósito de provocar temor.
Las imágenes de camionetas blindadas de unidades antibomba transportando los artefactos a laboratorios de la FBI, desalojos de edificios como el Time Warner Center, en Nueva York, y otro en Florida, el despliegue de más agentes de seguridad pública para proteger sedes de medios y oficinas de figuras políticas y más presencia policiaca en esta y otras ciudades, junto con las autoridades asegurando a la ciudadanía que están protegidos, hay un elemento que sobresale por su ausencia: por primer vez no hay sospechosos extranjeros (musulmanes, inmigrantes y demás
sospechosos usuales).
Aún no se sabe si los artefactos fueron enviados por una o varias personas ni las motivaciones, pero todos son similares en su construcción, y casi todos fueron enviados de la misma manera. Pero sin excepción, políticos, oficiales, investigadores y medios caracterizan esto como actos de
terrorismo domésticoo
terrorismo político; o sea, por estadunidenses.
Se supone que la motivación es la obvia: cada uno de los blancos han sido sujetos a ataques personales del presidente y/o influyentes comentaristas y medios de derecha, quienes los han tachado de
enemigos. Varios han sido sujetos a amenazas después de atreverse a condenar públicamente a Trump y sus políticas.
El presidente evadió aceptar alguna responsabilidad por el clima político en que esto ocurre. El miércoles condenó los hechos y, en un paréntesis inusual, llamó a unidad del país ante los actos
odiososy afirmó que
actos o amenazas de violencia política de cualquier tipo no tienen cabidaen este país. Esa noche durante un mitin electoral, declaró que todo “acto o amenaza de violencia política es un ataque sobre la democracia misma (…) queremos que todos se junten en paz y armonía”. Pero esto duró muy poco, y regresó a su guion normal culpando a los medios.
Los medios también tienen una responsabilidad de sentar un tono civil y poner un alto a la hostilidad y los constantes ataques y notas negativas frecuentemente falsas, declaró en un mitin la noche del miércoles.
Y en un tuit la mañana de este jueves, continuó con el punto: “gran parte de la ira que vemos hoy en nuestra sociedad es causada por el reporteo a propósito falso e impreciso, lo que llamo fake news… Ha llegado a ser tan malo y odioso que está más allá de la descripción. Los medios masivos tienen que sanear su actividad. Rápido”.
La derecha aliada a Trump, desde que se enviaron las primeras bombas, ya estaba promoviendo una teoría de conspiración de que
la izquierdaestaba detrás de las bombas para culpar a la derecha e influir en las elecciones intermedias del 6 de noviembre.
Pero algunos de los atacados responsabilizaron al régimen. Brennan, el ex jefe de la CIA, respondió a Trump con un tuit esta mañana:
Deja de culpar a otros. Mírate en el espejo. Tu retórica inflamatoria, insultos, mentiras y fomento de violencia física es deplorable.
La representante Waters afirmó:
Yo creo que el presidente de Estados Unidos debería asumir responsabilidad por el tipo de violencia que estamos viendo por primer vez, de varias maneras.
Otros, como Steve Schmidt, ex jefe de la campaña presidencial del senador republicano recién fallecido John McCain, acusaron que Trump
ha alimentado una guerra civil fría en ese país. Sus mítines están repletos de amenazas y ha etiquetado a periodistas como enemigos del pueblo. Que alguien busque matar a sus enemigos políticos no es aberración, sino la consecuencia inevitable de la incitación de Trump.
El columnista John Cassidy, en The New Yorker, escribió que ante todo esto queda claro que
la línea divisoria entre la incitación política y la violencia mortal es peligrosamente delicadaen Estados Unidos en esta coyuntura.
Cassidy cita a un ex integrante de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos con extensa experiencia en conflictos en El Salvador, Irak y Afganistán, quien al aludir a algunos de los factores en esos países como polarización, instituciones políticas débiles, liderazgos políticos irresponsables y la normalización de la violencia, concluye que “siempre decimos ‘eso no puede ocurrir aquí’, pero sí puede”.
Para algunos, ya ocurrió: David Simon, el creador de algunas de las series de televisión más importantes como The Wire y Treme, ex periodista, al ver la noticia sobre las bombas, comentó por tuit:
Bueno, ya llegamos aquí. Estados Unidos, te has transformado de un poder mundial a una república bananera en menos de dos años de deshonor y mal gobierno. Felicidades.