Ya antes siquiera de aterrizar en su destino, la primera ministra británica se dio de nuevo de bruces con la cruz del "Brexit". Cuando los reporteros la confrontaron con las críticas de la oposición en Londres, la política conservadora dijo que no era alguien que tirase fácilmente la toalla.
En la capital británica justo había salido a la luz un estudio encargado por el Gobierno sobre las consecuencias del "Brexit", en el que se concluye que sea cual sea el resultado de la negociación con la Unión Europea (UE), casi todos los sectores económicos británicos saldrán perjudicados con la salida de Reino Unido del bloque.
Y los tres días de la visita de May en China, que también la han llevado a Pekín y Shanghai, no han podido cambiar esa impresión, a pesar de haber anunciado hoy la firma con su homólogo chino Li Keqiang de acuerdos bilaterales por más de 9.000 millones de libras (12.700 millones de dólares/ 10.300 millones de euros), en el sector de la agricultura, la educación y los servicios financieros.
May está obligada a lograr nuevos pactos comerciales tras la marcha de Reino Unido de la UE. Según los partidarios del "Brexit", Reino Unido iba a sacar provecho de que el país deja el mercado único de la Unión Europea e iba a conseguir acuerdos bilaterales mejores, pero todos esos tratados hay que negociarlos. Y no es tan fácil, como se está poniendo ahora de manifiesto.
China, la segunda mayor economía del planeta, tiene un papel clave en los planes británicos, y May tenía que realizar toda una operación de equilibrio: por una parte quería incrementar la cooperación económica con China, pero a diferencia de su predecesor David Cameron tampoco quiso dejar fuera los temas espinosos.
May invocó varias veces en las conversaciones con la cúpula china que se abría una nueva "edad de oro" en las relaciones, un término que ya el presidente de China, Xi Jinping, había mencionado en su última visita a Londres. "Se puede hacer mucho en el área comercial", aseguró May en las conversaciones.
Y ante representantes del mundo empresarial de Shanghai habló con entusiasmo de la "posibilidad" de ser un país más abierto "hacia fuera" y "profundizar las relaciones con países de todo el mundo, inclusive China".
Con su homólogo Li Keqiang, May abordó el dumping de precios en el mercado del acero y mostró cautela ante los planes de China sobre la nueva Ruta de la Seda, el corredor comercial de Asia a Europa y África. Con su crítica May se sitúa en la misma línea que Bruselas.
Y también tocó el tema de los derechos humanos y la situación en la antigua colonia británica de Hong Kong, donde Pekín ha endurecido el pulso contra los activistas democráticos.
Li Keqiang aseguró que la decisión británica de dejar la Unión Europea no supondrá "una diferencia" para las relaciones bilaterales. Pero el problema de May sigue siendo que la posición negociadora de Reino Unido frente a China es peor sin Bruselas.
Hasta la fecha, los chinos consideraban las islas británicas como una suerte de puesto exterior de Europa. Numerosos grupos empresariales chinos tienen su sede en Londres y gracias a sus inversiones, los políticos británicos se preocupan en Bruselas por los intereses chinos. Pero ese atractivo decae para Pekín con la salida británica de la UE.
En la capital británica justo había salido a la luz un estudio encargado por el Gobierno sobre las consecuencias del "Brexit", en el que se concluye que sea cual sea el resultado de la negociación con la Unión Europea (UE), casi todos los sectores económicos británicos saldrán perjudicados con la salida de Reino Unido del bloque.
Y los tres días de la visita de May en China, que también la han llevado a Pekín y Shanghai, no han podido cambiar esa impresión, a pesar de haber anunciado hoy la firma con su homólogo chino Li Keqiang de acuerdos bilaterales por más de 9.000 millones de libras (12.700 millones de dólares/ 10.300 millones de euros), en el sector de la agricultura, la educación y los servicios financieros.
May está obligada a lograr nuevos pactos comerciales tras la marcha de Reino Unido de la UE. Según los partidarios del "Brexit", Reino Unido iba a sacar provecho de que el país deja el mercado único de la Unión Europea e iba a conseguir acuerdos bilaterales mejores, pero todos esos tratados hay que negociarlos. Y no es tan fácil, como se está poniendo ahora de manifiesto.
China, la segunda mayor economía del planeta, tiene un papel clave en los planes británicos, y May tenía que realizar toda una operación de equilibrio: por una parte quería incrementar la cooperación económica con China, pero a diferencia de su predecesor David Cameron tampoco quiso dejar fuera los temas espinosos.
May invocó varias veces en las conversaciones con la cúpula china que se abría una nueva "edad de oro" en las relaciones, un término que ya el presidente de China, Xi Jinping, había mencionado en su última visita a Londres. "Se puede hacer mucho en el área comercial", aseguró May en las conversaciones.
Y ante representantes del mundo empresarial de Shanghai habló con entusiasmo de la "posibilidad" de ser un país más abierto "hacia fuera" y "profundizar las relaciones con países de todo el mundo, inclusive China".
Con su homólogo Li Keqiang, May abordó el dumping de precios en el mercado del acero y mostró cautela ante los planes de China sobre la nueva Ruta de la Seda, el corredor comercial de Asia a Europa y África. Con su crítica May se sitúa en la misma línea que Bruselas.
Y también tocó el tema de los derechos humanos y la situación en la antigua colonia británica de Hong Kong, donde Pekín ha endurecido el pulso contra los activistas democráticos.
Li Keqiang aseguró que la decisión británica de dejar la Unión Europea no supondrá "una diferencia" para las relaciones bilaterales. Pero el problema de May sigue siendo que la posición negociadora de Reino Unido frente a China es peor sin Bruselas.
Hasta la fecha, los chinos consideraban las islas británicas como una suerte de puesto exterior de Europa. Numerosos grupos empresariales chinos tienen su sede en Londres y gracias a sus inversiones, los políticos británicos se preocupan en Bruselas por los intereses chinos. Pero ese atractivo decae para Pekín con la salida británica de la UE.