Tapa los ojos a las modelos en las pruebas y se atreve a mantener su postura ante posibles compradores y ante los poderosos editores del diario especializado Women's Wear Daily. "Quiero explicar el concepto Trías sin enseñar prendas", explica en un estudio radicalmente desnudo. "Vamos a contracorriente, pero la idea es tan clara y potente, que funciona. En EE UU apreciaron esa seguridad".
Armado con una presentación informática que muestra su logotipo y unos esquemáticos bocetos de trazo oriental, Trías defiende una apuesta ambiciosa: "Una marca de prêt-à-porter con una factura casi de alta costura. De estilo moderno, estructurado y muy arquitectónico". La primera colección -que asegura ya está terminada- debemos imaginarla a ciegas y "llena de volúmenes". Su elitismo no está reñido con la vocación comercial. "Nos interesa vender", repite. "Hemos apostado por un taller en Madrid capaz de producir entre 6.000 y 10.000 piezas y que nos permite controlar todo el proceso. Lo que se verá en pasarela es lo que se fabricará. No me gusta el engaño de las firmas que presentan cosas que luego no llegan a las tiendas".
Creada hace apenas un año, en su compañía trabajan 10 personas y cuenta con un consejo asesor en el que figura Covadonga O'Shea. Estiman que el coste de la puesta en marcha (el desfile, la fabricación de muestrarios para ventas y los viajes a las ferias) ascenderá a 350.000 euros. La cifra la proporciona Ángel Sartorius, director de la empresa. Un emprendedor con nula experiencia en la moda, a cuya puerta llamó Joaquín en busca de un plan de negocio. "Es el hijo de una prima mía así que le propuse que me pagara sólo si conseguíamos el dinero", explica Sartorius. "Pero a los 15 días me estaba insistiendo en que nos asociáramos". Con su consultora de proyectos inmobiliarios de golf en dique seco por la crisis, y empujado por el entusiasmo "y la capacidad de trabajo" de aquel pariente que apenas conocía, Sartorius se lanzó y aportó la mayor parte de los 45.000 euros iniciales. Embarcado en la tarea de conseguir inversores para una ampliación de capital que alcance los 500.000, el ejecutivo piensa a lo grande. "En el sector textil español hay dos empresas fortísimas, Mango e Inditex. Más allá de ellos, hay mucho interés por figurar, pero sin meterse en líos empresariales".
Tras pasar de los 11 a los 16 años en una academia de tenis en Florida, Trías estudió empresariales en Madrid, aunque pasó más tiempo en talleres de costura que en las aulas. "Siempre supe cuál era mi vocación", confiesa. "Pero en mi casa se negaron a aceptarlo al principio: querían que fuera banquero". El suyo es un caso singular en la moda española y él insiste en marcar distancias. "En España se vive muy bien de la subvención, pero hay que ponerse a producir". La elección de Nueva York para la presentación se explica por el mercado que aspiran a conquistar. "Vamos a ser fundamentalmente exportadores", precisa Sartorius. "El producto es demasiado innovador para España".
Armado con una presentación informática que muestra su logotipo y unos esquemáticos bocetos de trazo oriental, Trías defiende una apuesta ambiciosa: "Una marca de prêt-à-porter con una factura casi de alta costura. De estilo moderno, estructurado y muy arquitectónico". La primera colección -que asegura ya está terminada- debemos imaginarla a ciegas y "llena de volúmenes". Su elitismo no está reñido con la vocación comercial. "Nos interesa vender", repite. "Hemos apostado por un taller en Madrid capaz de producir entre 6.000 y 10.000 piezas y que nos permite controlar todo el proceso. Lo que se verá en pasarela es lo que se fabricará. No me gusta el engaño de las firmas que presentan cosas que luego no llegan a las tiendas".
Creada hace apenas un año, en su compañía trabajan 10 personas y cuenta con un consejo asesor en el que figura Covadonga O'Shea. Estiman que el coste de la puesta en marcha (el desfile, la fabricación de muestrarios para ventas y los viajes a las ferias) ascenderá a 350.000 euros. La cifra la proporciona Ángel Sartorius, director de la empresa. Un emprendedor con nula experiencia en la moda, a cuya puerta llamó Joaquín en busca de un plan de negocio. "Es el hijo de una prima mía así que le propuse que me pagara sólo si conseguíamos el dinero", explica Sartorius. "Pero a los 15 días me estaba insistiendo en que nos asociáramos". Con su consultora de proyectos inmobiliarios de golf en dique seco por la crisis, y empujado por el entusiasmo "y la capacidad de trabajo" de aquel pariente que apenas conocía, Sartorius se lanzó y aportó la mayor parte de los 45.000 euros iniciales. Embarcado en la tarea de conseguir inversores para una ampliación de capital que alcance los 500.000, el ejecutivo piensa a lo grande. "En el sector textil español hay dos empresas fortísimas, Mango e Inditex. Más allá de ellos, hay mucho interés por figurar, pero sin meterse en líos empresariales".
Tras pasar de los 11 a los 16 años en una academia de tenis en Florida, Trías estudió empresariales en Madrid, aunque pasó más tiempo en talleres de costura que en las aulas. "Siempre supe cuál era mi vocación", confiesa. "Pero en mi casa se negaron a aceptarlo al principio: querían que fuera banquero". El suyo es un caso singular en la moda española y él insiste en marcar distancias. "En España se vive muy bien de la subvención, pero hay que ponerse a producir". La elección de Nueva York para la presentación se explica por el mercado que aspiran a conquistar. "Vamos a ser fundamentalmente exportadores", precisa Sartorius. "El producto es demasiado innovador para España".