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Política
Veinte años después del final de la Guerra Fría, Viena sigue siendo, más que nunca, un nido de espías y agentes extranjeros que no dudan en asesinar a plena luz del día, frente a los cuales la actitud más frecuente de las autoridades austríacas es cerrar los ojos, dicen los expertos.
"Austria sigue siendo un terreno de acción privilegiada para los agentes. A menudo están identificados, pero rara vez se les ponen trabas. Todo se soluciona con benevolencia y diplomacia, en virtud de una larga tradición", dice a la AFP Siegfried Beer, director del Centro de Estudios de Seguridad (ACIPSS) en la Universidad de Graz.
El último episodio en una larga lista de acciones nunca esclarecidas fue la ejecución el 13 de enero del opositor checheno Umar Israilov por dos desconocidos, a plena luz del día.
La serie va del asesinato en 1989 del exiliado opositor kurdo iraní Abdel Rahman Ghassemlu a la tentativa de secuestro en octubre de 2008 de un ex jefe de los servicios secretos kazajos refugiado en Austria, Alnur Musayev.
Para el diputado Verde (oposición) Peter Pilz, experto en cuestiones de Defensa, "en Viena algunos regímenes como Rusia o Irán gozan de una libertad de acción que no tienen en ningún otro sitio".
"Simplemente, las autoridades austríacas no quieren poner en peligro los intereses económicos del país", asegura a la AFP este diputado, que sostiene que el ministerio del Interior austríaco facilitó y luego intentó "encubrir" el asesinato de Israilov, quien pidió en vano protección policial.
Viena sigue contando con una de las mayores densidades de espías del mundo, y es un "punto de contacto" entre Oriente y Occidente y entre el Norte y el Sur, según los expertos.
La capital austríaca es una de las sedes de la ONU, y también sede de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
En la ciudad viven al menos 17.000 diplomáticos y empleados de ese cuerpo, que representan el 1% de la población, según cifras oficiales recabadas por la AFP.
"Podemos considerar que la mitad de esas personas están vinculadas con los servicios secretos", dice Siegfried Beer.
Pero el auge de los servicios secretos en Viena se debe principalmente a la llegada a Austria en los últimos años de cientos de miles de refugiados, entre ellos 20.000 chechenos.
"Cada embajada vigila muy de cerca a sus ciudadanos, en particular los pertenecientes a las minorías", destaca el periodista Kid Möchel, autor de un libro sobre el tema. "Algunas embajadas, como las de Rusia o China, aumentan a toda velocidad", añade Siegfried Beer.
Según estimaciones coincidentes, los servicios rusos emplearían "al menos a 500 agentes" en Viena, de los cuales una buena parte estaría dedicada a la vigilancia de los exiliados chechenos.
Austria ha reconocido trabajar con el FSB (ex-KGB) ruso en la lucha antiterrorista, y según los tres expertos, colabora estrechamente con los servicios secretos de otros países.
Algunos funcionarios se sobrepasan además en sus competencias. El ministerio austríaco del Interior confirmó esta semana que ha suspendido a dos policías que buscaron para Kazajistán informaciones sobre un antiguo ministro y ex yerno del presidente kazajo Nursultan Nazarbayev, Rakhat Aliev, refugiado en Viena.
Sin citar cifras, el ministerio del Interior admitió en su informe anual que "Austria seguirá siendo en el futuro un terreno de operaciones de servicios extranjeros, como nos lo muestra el importante número de agentes".
(AFP)
"Austria sigue siendo un terreno de acción privilegiada para los agentes. A menudo están identificados, pero rara vez se les ponen trabas. Todo se soluciona con benevolencia y diplomacia, en virtud de una larga tradición", dice a la AFP Siegfried Beer, director del Centro de Estudios de Seguridad (ACIPSS) en la Universidad de Graz.
El último episodio en una larga lista de acciones nunca esclarecidas fue la ejecución el 13 de enero del opositor checheno Umar Israilov por dos desconocidos, a plena luz del día.
La serie va del asesinato en 1989 del exiliado opositor kurdo iraní Abdel Rahman Ghassemlu a la tentativa de secuestro en octubre de 2008 de un ex jefe de los servicios secretos kazajos refugiado en Austria, Alnur Musayev.
Para el diputado Verde (oposición) Peter Pilz, experto en cuestiones de Defensa, "en Viena algunos regímenes como Rusia o Irán gozan de una libertad de acción que no tienen en ningún otro sitio".
"Simplemente, las autoridades austríacas no quieren poner en peligro los intereses económicos del país", asegura a la AFP este diputado, que sostiene que el ministerio del Interior austríaco facilitó y luego intentó "encubrir" el asesinato de Israilov, quien pidió en vano protección policial.
Viena sigue contando con una de las mayores densidades de espías del mundo, y es un "punto de contacto" entre Oriente y Occidente y entre el Norte y el Sur, según los expertos.
La capital austríaca es una de las sedes de la ONU, y también sede de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
En la ciudad viven al menos 17.000 diplomáticos y empleados de ese cuerpo, que representan el 1% de la población, según cifras oficiales recabadas por la AFP.
"Podemos considerar que la mitad de esas personas están vinculadas con los servicios secretos", dice Siegfried Beer.
Pero el auge de los servicios secretos en Viena se debe principalmente a la llegada a Austria en los últimos años de cientos de miles de refugiados, entre ellos 20.000 chechenos.
"Cada embajada vigila muy de cerca a sus ciudadanos, en particular los pertenecientes a las minorías", destaca el periodista Kid Möchel, autor de un libro sobre el tema. "Algunas embajadas, como las de Rusia o China, aumentan a toda velocidad", añade Siegfried Beer.
Según estimaciones coincidentes, los servicios rusos emplearían "al menos a 500 agentes" en Viena, de los cuales una buena parte estaría dedicada a la vigilancia de los exiliados chechenos.
Austria ha reconocido trabajar con el FSB (ex-KGB) ruso en la lucha antiterrorista, y según los tres expertos, colabora estrechamente con los servicios secretos de otros países.
Algunos funcionarios se sobrepasan además en sus competencias. El ministerio austríaco del Interior confirmó esta semana que ha suspendido a dos policías que buscaron para Kazajistán informaciones sobre un antiguo ministro y ex yerno del presidente kazajo Nursultan Nazarbayev, Rakhat Aliev, refugiado en Viena.
Sin citar cifras, el ministerio del Interior admitió en su informe anual que "Austria seguirá siendo en el futuro un terreno de operaciones de servicios extranjeros, como nos lo muestra el importante número de agentes".
(AFP)
