"Si es cierto que los ojos son el espejo del alma, entonces con estos neutrinos no sólo estamos viendo el rostro del Sol, sino también su núcleo. Hemos logrado vislumbrar el alma del Sol", anunció Andrea Pocar, físico de la Universidad de Massachusetts en Amherst (noreste de Estados Unidos), que participó en este descubrimiento efectuado gracias al detector Borexino enterrado bajo 1.400 metros de roca en el laboratorio del Gran Sasso de Italia (centro).
La energía del Sol proviene en un 99% de la fusión de núcleos de hidrógeno en el corazón de la estrella. Esta reacción transforma dos protones (partículas de carga positiva) en un núcleo de deuterio (una forma de hidrógeno) y libera entre otras partículas un neutrino de baja energía denominado "neutrino pp" ("proton-proton"), resume el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, que también participó en la experiencia.
Desprovistos de carga eléctrica y muy poco sensibles a la gravedad, los neutrinos interactúan escasamente con los átomos y atraviesan por lo tanto la materia, casi sin consecuencias.
Esas características permiten a los "neutrinos pp" producidos por el corazón del Sol atravesar en pocos segundos el plasma solar y llegar a la Tierra apenas ocho minutos más tarde, a una velocidad cercana a la de la luz. Un bombardeo masivo pero indoloro de nuestro planeta, a razón de decenas de miles de partículas por cm2 cada segundo.
Inversamente, la energía producida por esta reacción es transportada bajo la forma de fotones y demorará "cien mil o doscientos mil años en atravesar la materia densa del sol" antes de llegar a su superficie y después a la Tierra, explica el CNRS.
- Testigos directos -
Los neutrinos observados por la experiencia Borexino son efectivamente "testigos directos de lo que ocurre actualmente en el corazón de la estrella mientras nos calienta su energía" bajo la forma de rayos luminosos y que fue producida hace decenas de miles de años.
"Al comparar estos dos tipos de energía emitidas por el Sol, obtenemos informaciones sobre su equilibrio termodinámico sobre un período de unos 100.000 años", destaca Andrea Pocar.
Los resultados muestran que la actividad del Sol prácticamente no ha cambiado desde entonces y "confirman que nuestra estrella seguirá funcionando de manera análoga durante por lo menos 100.000 años más", agrega el CNRS.
Esta primicia mundial pudo lograrse gracias a la experiencia Borexino, en la que participan un centenar de investigadores del mundo entero reunidos en un túnel excavado bajo los Apeninos, cuyas rocas absorben los rayos cósmicos que bombardean permanentemente la Tierra y que podrían falsear las mediciones.
Es allí donde, en una esfera inoxidable de 14 metros de diámetro, a su vez protegida por un enorme depósito de agua, el detector logra captar los escurridizos neutrinos del Sol en un entorno lo más aislado posible de las interacciones del mundo exterior.
Para lograrlo, Borexino utiliza un "centelleador orgánico" lleno de un hidrocarburo líquido resultante de "un petróleo realmente muy, muy antiguo", de varios millones de años de edad, explica Andrea Pocar.
"Lo usamos para eliminar todo el carbono 14 posible" ya que esa forma naturalmente radioactiva de carbono, que desaparece con el tiempo, "cubre las señales de neutrinos que queremos detectar".
El líquido ultrapuro contenido en el detector contiene una radioactividad diez mil millones de veces menor que un vaso de agua, señala el CNRS. Se trata de "características únicas" que permitieron observar "casi en tiempo real" los flujos de neutrinos arrojados por el Sol.