"Prometo" (Warner music), su cuarto álbum de estudio que sale hoy a la venta, llega tras dos años de pausa que el cantautor necesitó para cerrar heridas. "Había perdido el norte, me sentía sin nada que escribir y contar, vivía cosas y no sabía cómo expresarme. Me sentía muy cansado", confesó durante una rueda de prensa en la capital española.
"Después de siete u ocho años sin parar necesitaba desconectar para poder volver a conectar conmigo mismo, volver a casa, con la familia, a los míos". Dos años en los que ha madurado un trabajo libre y honesto en el que promete a sus seguidores contar "la única verdad": "Que moriré haciendo música".
"'Prometo' es el disco más libre que he hecho y un disco de puertas abiertas a cosas nuevas y nuevos estilos", asegura. En algunos de sus temas coquetea con ritmos urbanos, con el reggae, con la bossa nova, sin renunciar a una voz desnuda al piano.
¿Y se atreve con el reggaeton? "Estoy abierto a todos los estilos y nacionalidades. Cuando hago música no pienso en términos de estilo y respeto todo. No quiero ideas preconcebidas y tampoco encasillarme", asegura, sin descartar futuros remix reggaetoneros. "Tengo las puertas abiertas a la música universal y libre. No digo que no a nada".
Y es que éste es también uno de sus discos más internacionales, con un fuerte vínculo a América Latina. Fue concebido de la mano de su "guía", el productor colombiano Julio Reyes en Miami, donde concluye toda la música latinoamericana y entre los músicos que han intervenido en la grabación hay argentinos, estadounidenses, jamaicanos o venezolanos.
"En América Latina me siento como en casa", asegura y señala que cuando viaja a países como México, Chile o Colombia intenta sacar tiempo para pasear. "Se aprende muchísimo". "El intercambio de música y cultura con Latinoamérica nos hace crecer a todos".
En este disco ha colaborado con dos músicos, la portuguesa Carminho y su compatriota Alejandro Sanz, este último en "Boca de hule", una canción "cara a cara con el poder, la decepción, la corrupción y la impotencia" en la que su presencia era imprescindible. "En este caso primero fue la canción y luego pensé en la persona. Me hacía falta una voz poderosa, rasgada, llena de ímpetu y rabia. Necesitaba a Alejandro como compañero de batalla y con él todo cobraba sentido", cuenta.
Aupado en sus inicios por las redes sociales -publicó sus primeros temas en MySpace y YouTube- Alborán no es ajeno a la fiebre del streaming, la digitalización y la disponibilidad inmediata de música en plataformas on line, pero su fugacidad le asusta a veces. "Me gustaría que la gente escuchara música con calma, que volviera a escuchar música por escuchar música (...)". "A mí ojalá me dejen seguir haciendo discos".
Alborán confiesa su amor por el público pero no se ve como un esclavo del mismo: "Me preocupa lo que el público opine, pero escribo para mí, para desahogarme".
Y un desahogo fue el single "Prometo" que da título al disco, el último que compuso y que interpretó hoy al piano ante la prensa en Madrid. "La escribí para vaciarme, como en trance. Es la que mejor representa mi momento actual. Ahí canto todas las canciones del disco en una".
Y también el último tema en el que se volcó antes de dar por finalizado el trabajo. "Al hacerlo, sentí que el disco estaba terminado y no he vuelto a escribir desde entonces", confiesa.
"Tengo la mochila vacía preparada para llenarla de nuevas experiencias", añade apuntando a su gira que arrancará en mayo en España y continuará por toda Latinoamérica a partir de febrero de 2019.
"Está siendo un trabajo muy intenso", adelanta. "Será una gira muy difícil, llevar este álbum al directo necesita tiempo. El directo es otro mundo", cuenta sobre su gira en la que adelanta encuentros muy especiales con el público sin dar más detalles.
¿Y cómo ha evolucionado Pablo Alborán en estos pocos pero intensos años de carrera transcurridos desde que empezara en las redes sociales y rodara su primer videoclip en las calles de Madrid sin que nadie lo conociera? "Sigo siendo muy niño, un payaso, me río de mí mismo y mantengo la ilusión. Pero he madurado: soy menos impaciente, más calmado e intento que las cosas no me afecten tanto", responde.
Además, es más optimista y vitalista, en un mundo donde el optimismo sí tiene sentido. "Vivimos en una burbuja, vemos las noticias, las quitamos o nos impactamos diez minutos y luego cometemos los mismos errores". "Pero la vida son dos días y muchas veces olvidamos exprimirla al máximo".
Alborán exprime la vida por la música, pero se muestra cauto y humilde a la hora de convertirse en jurado de programas televisivos, algo que ya le han ofrecido y que se está pensando. "Con 28 años y sólo ocho de carrera, el dilema es si atreverse a juzgar".
"Después de siete u ocho años sin parar necesitaba desconectar para poder volver a conectar conmigo mismo, volver a casa, con la familia, a los míos". Dos años en los que ha madurado un trabajo libre y honesto en el que promete a sus seguidores contar "la única verdad": "Que moriré haciendo música".
"'Prometo' es el disco más libre que he hecho y un disco de puertas abiertas a cosas nuevas y nuevos estilos", asegura. En algunos de sus temas coquetea con ritmos urbanos, con el reggae, con la bossa nova, sin renunciar a una voz desnuda al piano.
¿Y se atreve con el reggaeton? "Estoy abierto a todos los estilos y nacionalidades. Cuando hago música no pienso en términos de estilo y respeto todo. No quiero ideas preconcebidas y tampoco encasillarme", asegura, sin descartar futuros remix reggaetoneros. "Tengo las puertas abiertas a la música universal y libre. No digo que no a nada".
Y es que éste es también uno de sus discos más internacionales, con un fuerte vínculo a América Latina. Fue concebido de la mano de su "guía", el productor colombiano Julio Reyes en Miami, donde concluye toda la música latinoamericana y entre los músicos que han intervenido en la grabación hay argentinos, estadounidenses, jamaicanos o venezolanos.
"En América Latina me siento como en casa", asegura y señala que cuando viaja a países como México, Chile o Colombia intenta sacar tiempo para pasear. "Se aprende muchísimo". "El intercambio de música y cultura con Latinoamérica nos hace crecer a todos".
En este disco ha colaborado con dos músicos, la portuguesa Carminho y su compatriota Alejandro Sanz, este último en "Boca de hule", una canción "cara a cara con el poder, la decepción, la corrupción y la impotencia" en la que su presencia era imprescindible. "En este caso primero fue la canción y luego pensé en la persona. Me hacía falta una voz poderosa, rasgada, llena de ímpetu y rabia. Necesitaba a Alejandro como compañero de batalla y con él todo cobraba sentido", cuenta.
Aupado en sus inicios por las redes sociales -publicó sus primeros temas en MySpace y YouTube- Alborán no es ajeno a la fiebre del streaming, la digitalización y la disponibilidad inmediata de música en plataformas on line, pero su fugacidad le asusta a veces. "Me gustaría que la gente escuchara música con calma, que volviera a escuchar música por escuchar música (...)". "A mí ojalá me dejen seguir haciendo discos".
Alborán confiesa su amor por el público pero no se ve como un esclavo del mismo: "Me preocupa lo que el público opine, pero escribo para mí, para desahogarme".
Y un desahogo fue el single "Prometo" que da título al disco, el último que compuso y que interpretó hoy al piano ante la prensa en Madrid. "La escribí para vaciarme, como en trance. Es la que mejor representa mi momento actual. Ahí canto todas las canciones del disco en una".
Y también el último tema en el que se volcó antes de dar por finalizado el trabajo. "Al hacerlo, sentí que el disco estaba terminado y no he vuelto a escribir desde entonces", confiesa.
"Tengo la mochila vacía preparada para llenarla de nuevas experiencias", añade apuntando a su gira que arrancará en mayo en España y continuará por toda Latinoamérica a partir de febrero de 2019.
"Está siendo un trabajo muy intenso", adelanta. "Será una gira muy difícil, llevar este álbum al directo necesita tiempo. El directo es otro mundo", cuenta sobre su gira en la que adelanta encuentros muy especiales con el público sin dar más detalles.
¿Y cómo ha evolucionado Pablo Alborán en estos pocos pero intensos años de carrera transcurridos desde que empezara en las redes sociales y rodara su primer videoclip en las calles de Madrid sin que nadie lo conociera? "Sigo siendo muy niño, un payaso, me río de mí mismo y mantengo la ilusión. Pero he madurado: soy menos impaciente, más calmado e intento que las cosas no me afecten tanto", responde.
Además, es más optimista y vitalista, en un mundo donde el optimismo sí tiene sentido. "Vivimos en una burbuja, vemos las noticias, las quitamos o nos impactamos diez minutos y luego cometemos los mismos errores". "Pero la vida son dos días y muchas veces olvidamos exprimirla al máximo".
Alborán exprime la vida por la música, pero se muestra cauto y humilde a la hora de convertirse en jurado de programas televisivos, algo que ya le han ofrecido y que se está pensando. "Con 28 años y sólo ocho de carrera, el dilema es si atreverse a juzgar".