Padura lee fragmentos de El hombre que amaba a los perros
La novela, suntuosamente escrita, empieza y termina con el relato de Iván, un cubano que, en forma casual, en 1977, va a conocer en La Habana a alguien que lo introducirá en el drama e intimidad del asesino de Trotsky, en el drama de Trotsky mismo, y que lo hará recorrer el fresco oscuro y sangriento de la revolución soviética y sus secuelas.
Preguntado por la AFP sobre las razones que motivaban a un cubano de su generación a tratar un tema "tan poco actual" como el destino de Trotsky, Padura se sorprende y sonríe.
"No es un tema 'poco actual', al contrario", protesta, y precisa: "en Cuba hemos vivido una experiencia que tiene que ver con la historia que se cuenta en el libro. Es más, aún la estamos viviendo. Por lo tanto, es un tema que ha tenido que ver con mi vida, con la de mi generación, con la vida de más de una generación de cubanos".
Por lo demás, en los tiempos que corren, "volver a tratar la idea de por qué se pervirtió la gran utopía del siglo XX, y también la de la necesidad de refundar una utopía, me parece que es algo de una enorme actualidad", enfatiza.
Su respuesta suscita la pregunta natural de si el destino del revolucionario y del teórico Lev Davidovich Bronstein, alias Trotsky, le interesa a título individual, o si en la Cuba actual se daban ahora las condiciones para un debate histórico y político de este tipo.
"Creo que en Cuba, a partir de los años 90, hay un cambio en la perspectiva del pensamiento tanto en la literatura, como en las ciencias sociales y la Historia, que intenta revisar determinados fenómenos históricos, sociales o de actualidad", dice.
"En este sentido, creo que pertenezco a un ambiente en el que existe un interés por esta reflexión. Hay otros escritores cubanos trabajando en esta óptica. La diferencia es, tal vez, que algunos colegas ven el fenómeno desde una perspectiva local, mientras yo he intentado verlo desde una perspectiva más general, más global, universal digamos", explica.
Al hacerle notar que sería una gran ironía de la Historia que Trotsky terminase siendo reivindicado, al fin y al cabo, en Cuba, Padura vuelve a sonreír.
"Yo creo que a Trotsky hay que reivindicarlo en cualquier caso, y creo que la mejor manera de hacerlo es leerlo, es estudiar su pensamiento. Ese estudio todavía está pendiente. Por supuesto, hay lugares donde hay valoraciones sobre su vida, su obra y su trascendencia, pero en Cuba no. Aunque al menos ahora se le menciona, y ya no como el demonio", dice.
La edición francesa de la novela de Padura (publicada ya en España en septiembre de 2009) ha suscitado de inmediato un gran interés, como lo demostró el nutrido público que acudió el lunes a la Casa de América Latina de París. El libro está siendo editado en Cuba y debe ser presentado en febrero en el Salón del Libro de La Habana.
Acerca de la acogida que puede tener el libro en Cuba, el escritor dijo que por ahora estaba siendo impreso, pero que "en Cuba siempre hay que esperar". De todos modos, su publicación en Cuba va a generar polémicas", vaticinó Padura, un autor que se dio a conocer internacionalmente con la tetralogía policial "Las cuatro estaciones".
Preguntado por la AFP sobre las razones que motivaban a un cubano de su generación a tratar un tema "tan poco actual" como el destino de Trotsky, Padura se sorprende y sonríe.
"No es un tema 'poco actual', al contrario", protesta, y precisa: "en Cuba hemos vivido una experiencia que tiene que ver con la historia que se cuenta en el libro. Es más, aún la estamos viviendo. Por lo tanto, es un tema que ha tenido que ver con mi vida, con la de mi generación, con la vida de más de una generación de cubanos".
Por lo demás, en los tiempos que corren, "volver a tratar la idea de por qué se pervirtió la gran utopía del siglo XX, y también la de la necesidad de refundar una utopía, me parece que es algo de una enorme actualidad", enfatiza.
Su respuesta suscita la pregunta natural de si el destino del revolucionario y del teórico Lev Davidovich Bronstein, alias Trotsky, le interesa a título individual, o si en la Cuba actual se daban ahora las condiciones para un debate histórico y político de este tipo.
"Creo que en Cuba, a partir de los años 90, hay un cambio en la perspectiva del pensamiento tanto en la literatura, como en las ciencias sociales y la Historia, que intenta revisar determinados fenómenos históricos, sociales o de actualidad", dice.
"En este sentido, creo que pertenezco a un ambiente en el que existe un interés por esta reflexión. Hay otros escritores cubanos trabajando en esta óptica. La diferencia es, tal vez, que algunos colegas ven el fenómeno desde una perspectiva local, mientras yo he intentado verlo desde una perspectiva más general, más global, universal digamos", explica.
Al hacerle notar que sería una gran ironía de la Historia que Trotsky terminase siendo reivindicado, al fin y al cabo, en Cuba, Padura vuelve a sonreír.
"Yo creo que a Trotsky hay que reivindicarlo en cualquier caso, y creo que la mejor manera de hacerlo es leerlo, es estudiar su pensamiento. Ese estudio todavía está pendiente. Por supuesto, hay lugares donde hay valoraciones sobre su vida, su obra y su trascendencia, pero en Cuba no. Aunque al menos ahora se le menciona, y ya no como el demonio", dice.
La edición francesa de la novela de Padura (publicada ya en España en septiembre de 2009) ha suscitado de inmediato un gran interés, como lo demostró el nutrido público que acudió el lunes a la Casa de América Latina de París. El libro está siendo editado en Cuba y debe ser presentado en febrero en el Salón del Libro de La Habana.
Acerca de la acogida que puede tener el libro en Cuba, el escritor dijo que por ahora estaba siendo impreso, pero que "en Cuba siempre hay que esperar". De todos modos, su publicación en Cuba va a generar polémicas", vaticinó Padura, un autor que se dio a conocer internacionalmente con la tetralogía policial "Las cuatro estaciones".