Alentados por los resultados que ha dejado la tregua en El Salvador, cabecillas de las pandillas de Guatemala llegaron semanas atrás a San Salvador para reunirse con el obispo y vicario castrense Fabio Colindres y el ex diputado y ex comandante guerrillero Raúl Mijango, ambos mediadores de la tregua.
De Honduras, fueron las propias autoridades de Seguridad Pública las que viajaron para enterarse "in situ" del pacto entre pandillas con el fin de ver la posibilidad de trasladar la experiencia a ese país.
"Nos reunimos hace unos días con los líderes de pandillas de Guatemala, ellos querían que les ayudáramos para abrir un proceso, pero fuimos claros en expresarles que ayudarles en un proceso de similares características no era posible porque son realidades distintas", comentó Mijango a la AFP.
Colindres y Mijango relataron a los pandilleros de Guatemala las diferentes etapas que condujeron al "inédito" proceso de tregua en El Salvador, que se inició el pasado 9 de marzo y redujo el promedio diario de homicidios en el país de 14 a 5,6.
Sin embargo, las pandillas mantienen las extorsiones a particulares, comerciantes, transportistas y a otros sectores productivos del país.
Mijango dijo que lo mejor que puede pasar en Guatemala es que "busquen facilitadores locales, no vinculados con el Estado pero que gocen de la confianza de las pandillas y del gobierno, porque de esa manera se puede construir un proceso de paz creíble".
En cuanto a la reunión con las autoridades de Honduras, Mijango destacó que su misión era enterarse de como "le estamos encontrando solución a un problema que parecía no tenerla".
En El Salvador, "basados en la experiencia que acumulamos con el proceso de paz para terminar con la guerra civil (1980-1992) y atendiendo las complejidades del problema social de las pandillas es que hasta hoy se mantiene vigente la tregua", destacó Mijango.
El pasado viernes, en el marco de una visita que realizó a El Salvador el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, las pandillas locales realizaron un gesto simbólico destruyendo viejas armas, como un paso previo a un "desarme parcial".