Se prevé que en el futuro sólo se permita la huelga si así lo deciden más del 50 por ciento de los miembros del sindicato, frente al 20 por ciento o incluso la cúpula sindical, como era suficiente hasta ahora.
Un grupo de en torno a un centenar de radicales de izquierda se desvinculó de una manifestación pacífica y comenzó a lanzar bolsas de pintura y piedras contra la policía frente al Parlamento. Las fuerzas de seguridad, por su parte, utilizaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
La protesta se vio también acompañada de una huelga de 24 horas secundada en sectores como el transporte urbano, de cercanías o el tráfico aéreo.
Los controladores aéreos hicieron un paro de tres horas que causó la cancelación o el retraso de numerosos vuelos internos. Algunas conexiones internacionales también se vieron afectadas hasta que la situación se normalizó tras el paro en torno a las 13:00 GMT.
El primer ministro, Alexis Tsipras, ha prometido que es el último paquete de este tipo y dijo que Grecia está a punto de liberarse de la tutela de los acreedores, según dijo en el Parlamento.
Grecia depende desde 2010 de créditos internacionales, con los que logró evitar la suspensión de pagos. El tercer programa de rescate, de hasta 86.000 millones de euros (unos 102.000 millones de dólares), rige hasta agosto de 2018.
Se espera que ese último paquete sea el último antes de que Atenas pueda volver a financiarse por sí sola en los mercados financieros.
A cambio, Grecia se ha comprometido a impulsar reformas estructurales muy impopulares entre la población. El ingreso promedio ha caído un 25 por ciento tras siete años de políticas de austeridad y el desempleo es el más alto entre los países miembros de la UE.
Un grupo de en torno a un centenar de radicales de izquierda se desvinculó de una manifestación pacífica y comenzó a lanzar bolsas de pintura y piedras contra la policía frente al Parlamento. Las fuerzas de seguridad, por su parte, utilizaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
La protesta se vio también acompañada de una huelga de 24 horas secundada en sectores como el transporte urbano, de cercanías o el tráfico aéreo.
Los controladores aéreos hicieron un paro de tres horas que causó la cancelación o el retraso de numerosos vuelos internos. Algunas conexiones internacionales también se vieron afectadas hasta que la situación se normalizó tras el paro en torno a las 13:00 GMT.
El primer ministro, Alexis Tsipras, ha prometido que es el último paquete de este tipo y dijo que Grecia está a punto de liberarse de la tutela de los acreedores, según dijo en el Parlamento.
Grecia depende desde 2010 de créditos internacionales, con los que logró evitar la suspensión de pagos. El tercer programa de rescate, de hasta 86.000 millones de euros (unos 102.000 millones de dólares), rige hasta agosto de 2018.
Se espera que ese último paquete sea el último antes de que Atenas pueda volver a financiarse por sí sola en los mercados financieros.
A cambio, Grecia se ha comprometido a impulsar reformas estructurales muy impopulares entre la población. El ingreso promedio ha caído un 25 por ciento tras siete años de políticas de austeridad y el desempleo es el más alto entre los países miembros de la UE.