El último capítulo de este truculento caso tuvo el mismo origen, desarrollo y desenlace que en sus anteriores episodios. Una vez más el Parlamento autonómico volvió a escenificar la tensión que existe ahora mismo entre el PP y los otros dos grupos de la oposición.
La sesión de ayer fue más de lo mismo. Nada que no se hubiera visto u oído en anteriores comparecencias. Abucheos, pitos, broncas, insultos... Hubo de todo. Por momentos se rozó el surrealismo. Sólo faltó el inspector Clouseau promocionando por la Cámara la segunda parte de la pantera rosa. Aunque para «look» de espionaje, el de la presidenta de la Asamblea, Elvira Rodríguez, que durante todo el pleno lució unas llamativas gafas negras por culpa de una lesión en la córnea.
El dictamen que ayer se validó consta de siete puntos. Todos ellos vienen a demostrar que son falsas las acusaciones sobre una presunta red de espionaje bajo el amparo de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, de Francisco Granados.
Las conclusiones, básicamente, podrían resumirse en que el Gobierno regional «no ordenó ni amparó» seguimientos; que la estructura de Seguridad de Interior es la misma que existía en la época de Leguina y Gallardón; que los comparecientes en la comisión de investigación han negado, bajo juramento, cualquier espionaje; que los partes de seguimiento publicados en algunos medios son falsos o erróneos y que, además, «carecen de rigor» según expertos consultados; y que los estudios grafológicos del principal sospechoso de la trama le han exculpado de haber redactado los informes.
El PP, fruto de su mayoría, consiguió aprobar sus conclusiones. Sólo un punto negro -o dos- emborronaron ayer la actuación de los populares: la ausencia en el pleno de los dos diputados presuntamente espiados, el ex consejero de Justicia, Alfredo Prada, y Carmen Rodríguez Flores. Ambos han denunciado sus seguimientos ante la justicia.
Según Esperanza Aguirre, el primero de ellos le llamó el día antes para excusarse por tener un viaje a Italia. La segunda, según fuentes del grupo popular, avisó de que se encontraba enferma.
Armas arrojadizas
La oposición política aprovechó estas dos ausencias para utilizarlas como armas arrojadizas contra el PP y el Gobierno autonómico. «Las dos sillas vacías que hay en su grupo -recriminó Inés Sabanés (IU) a Aguirre- le delatan, y confirman que ha habido espionaje en la Comunidad de Madrid».
La portavoz socialista, Maru Menéndez, tampoco quiso soltar la presa con facilidad. «La ausencia de estos dos diputados del PP es clamorosa. Es la mejor prueba que demuestra que han existido los seguimientos».
Tanto PSOE como IU volvieron a reclamar la reapertura de la comisión de investigación, así como el cese del consejero Granados.
Para el portavoz popular, estos dos partidos han actuado como un «Torquemada progresista», por no haber querido admitir las conclusiones del dictamen y por haber «faltado al respeto a los asistentes y, sobre todo, a las instituciones» durante los cuatro días de comparecencias. «Han mentido mucho, han acusado mucho... y no han demostrado nada».
La actuación de David Pérez fue jaleada en numerosas ocasiones por su grupo. Es más, a la conclusión de su intervención pudo escucharse un «has estado cojonudo» procedente de la bancada popular.
La aprobación en el pleno del dictamen deja en manos de la justicia la investigación sobre la trama de los espías. PSOE e IU, sin embargo, no se rinden. Ambos partidos se apoyan en que miembros del PP siguen manteniendo que han sido espiados y que han denunciado su caso ante los tribunales.